El lugar donde se produjo el accidente fue el Barranco de Cresciano que está catalogado como uno de los más atractivos del cantón de Tizino (Suiza). Básicamente hay varias opciones para realizar su descenso, debido a su gran envergadura, la parte superior, la inferior o la integral, que es la que se eligió en este caso. El caudal era bajo y las condiciones atmosféricas estables, día soleado y sin precipitaciones.
Se trataba de un grupo de siete amigos, con edades comprendidas entre 40 y 61. Llevaban unos cinco años realizando actividades juntos todos eran técnicamente autónomos.
Relato de los hechos por el accidentado:
Se trataba de un viaje de vacaciones, en este viaje, con el afán de aprovechar al máximo el desplazamiento y viendo la gran cantidad de descensos que ofrece el valle, nos pareció razonable planificar dos descensos por día.
El barranco elegido para este día fue el Barranco de Cresciano, está catalogado como uno de los más atractivos de la zona. Para la aproximación hicimos un transfer aéreo al inicio del barranco.
El tiempo total del descenso requiere entre 8 y 12 horas, según reseña. El barranco se caracteriza por sus 31 rápeles en el tramo superior y 10 en el inferior algunos de los cuales pueden sustituirse por destrepes, toboganes o saltos.
Una vez que el grupo estuvo en la cabecera del cañón tomamos un tentempié y nos organizamos en grupos de dos y tres personas.
El primer rápel contaba con unos 20 metros, lo montó el equipo que llegó en primer lugar. La estrategia era trabajar en grupos pequeños, independientes y autónomos, para agilizar el montaje y descenso de los rapeles. Sabíamos que 41 rápeles llevaban mucho tiempo y queríamos realizar los dos tramos inferior y superior en un horario prudente. El horario previsto, según reseña, era de doce horas. Todos los equipos contaban con cuerdas. Además de los rápeles, la reseña marcaba destrepes, pequeños saltos y toboganes no demasiado comprometidos entre ellos.
Alcanzamos el noveno rápel, una de las veces que mi compañero y yo íbamos en cabeza, y decidimos destreparlo por la izquierda orográfica, lo vimos adecuado y ahorraríamos un rapel al grupo. Esto no llevo hasta el décimo rapel de uno ocho metros de altura. Desde arriba parecía un tobogán de varios metros de anchura, sin obstáculos, que caía a una gran poza con profundidad suficiente y con una buena recepción. Evaluando las características, decidimos no montar la cuerda en el rápel y descender a modo de tobogán para agilizar nuestro avance. No probamos como es norma montar la cuerda y comprobar al menos uno de nosotros que el tobogán era viable.
Desafortunadamente, no tuve la misma suerte que mi compañero y se desencadenó el accidente, fueron mis pies los que tocaron dicho saliente y por la velocidad adquirida en el deslizamiento, mi pie izquierdo fue despedido hacia adelante mientras mi pie derecho quedó atrapado bajo el peso de mi cuerpo, causándome la rotura del peroné, maléolo tibial y los tendones del tobillo. No sentí ningún dolor, sospecho que fue debido a la adrenalina que se produce cuando se practican ese tipo de deportes.
Inmediatamente, di la voz de alarma a los demás compañeros que estaban por encima de mí. Cuando llegaron hasta mí y para evitar riesgos innecesarios, debido al escaso espacio, solamente un compañero se quedó conmigo. Seguidamente, dos miembros del grupo ascendieron por la ladera del barranco hasta hallar la cobertura que les permitiera alertar a emergencias -112- e indicar mi posición exacta para el rescate.
En menos de una hora desde el accidente, apareció un helicóptero de rescate. El rescatador que acudió a mi auxilio me inmovilizó la pierna con una férula y avisó por emisora al piloto del helicóptero para que procediera a la extracción.
Reflexiones sobre el accidente por parte del grupo y de la accidentada:
Después del accidente, algunos miembros del grupo comentamos el accidente y las conclusiones fueron:
- Debido a la entidad de un barranco que según la reseña nos indicaba entre 8 y 12 horas, se quiso ir demasiado rápido y se priorizó la velocidad a la seguridad, en el tobogán/rapel del accidente.
- El compañero que realizó el tobogán debería haber comprobado mejor el saliente y haberlo indicado con más claridad.
- Hay que tener en cuenta que en los toboganes una vez empezamos a deslizarnos no tenemos ningún tipo de control para cambiar la trayectoria.
Análisis causal del accidente por parte del Comité de Seguridad:
Aparece claramente un anclaje o sesgo cognitivo creado por el objetivo impuesto de que hay que aprovechar al máximo las vacaciones. A esto se le llama el sesgo de escasez, explicado sobre el caso, seria “tenemos que hacer la mayor cantidad de barrancos posibles porque son las dos únicas semanas de vacaciones que tenemos al año, donde coincidimos todos y además en uno de los lugares más míticos del barranquismo que está a 1500 kilómetros de nuestra casa”, todo esto en la cabeza de siete personas se convierte en dogma durante las vacaciones. Que condicionas nuestras decisiones.
Esto crea una serie de necesidades que se instalan en nuestra mente y que condicionaran todas nuestras decisiones futuras inconscientemente, que influyen negativamente en la seguridad:
- Doblar la actividad diaria. …… nos lleva a más actividad en menos tiempo, más rápido.
- Ajustar los horarios aumentando la velocidad de progresión para aprovechar la luz diurna. …no lleva a menos tiempo de descanso-reflexión-solución de imprevistos.
- Invertir poco tiempo en las decisiones que implican la seguridad de la actividad. …. Nos lleva a Mayor velocidad, menos análisis en busca de soluciones.
Al final, la suma de malas decisiones favorece los actos inseguros que a su vez favorece que se desencadene con mayor probabilidad el error, que lleva al accidente
Veamos que pasa en nuestra cabeza para llegar a que un barranquista experto evalúe erróneamente un tobogán como es este caso:
El barranquista llega a la conclusión inmediata de que un resalte, solo por la apariencia superficial, es un tobogán sin riesgo desde un vistazo desde arriba, por donde discurre agua la cual no deja ver los resaltes que cubre esta. Tan claro lo ve porque ha leído que hay rapeles destrepables (acababan de evitar uno) o que se pueden hacer como toboganes, esto lo lleva a atreverse a realizarlo para probarlo sin poner la cuerda.
A todo esto, se le solapa que lleva una semana haciendo barrancos por la zona y percibe en el aspecto del tobogán un aspecto similar a otros que ha hecho en días pasados. La presión subconsciente de “ir rápido, no perder tiempo” hace su trabajo inconsciente, sabe que si está en lo cierto ganará tiempo en el descenso porque ahorra un rapel todo el grupo. Se salta la opción de revisarlo desde arriba con cuerda, golpea con una piedra en la recepción, pero decide que no es un problema, que es esquivable. Aun estando abajo, no vuelve a la parte sumergida y palpa buscando posibles resaltes. Es tal su convencimiento que se salta varios principios de seguridad en evaluación de toboganes.
Nuestro más sincero agradecimiento a los protagonistas por su exhaustivo, riguroso y completo análisis de los hechos. Igualmente, gracias por las recomendaciones sugeridas. Con toda seguridad estas aportaciones evitarán que hechos similares vuelvan a producirse en el futuro.
Pon Atención:
Esto es un análisis de un caso que te puede ayudar a ver defectos en tu toma de decisiones, en ésta y otras actividades de montaña. Nadie está libre de accidentes por muy experto que sea, pero igualmente todos somos libres de tomar decisiones más seguras.
¿Por qué un barranquista experto hace una mala evaluación del tobogán?
Sesgo de escasez.
Organización del programa de actividades vacacionales con el objetivo primordial de aprovechar el tiempo, lo que conlleva a “cuantos más barrancos mejor”. Esto condiciona programar actividades muy largas con horarios muy ajustados a la franja diurna. Se decide una estrategia para moverse rápido. Cuanto más rápido mejor.
Además de grupos pequeños para equipar alternativamente los rapeles, se condiciona la decisión inconscientemente a evitar todos los posibles (por destrepes, saltos o toboganes).
Se toman decisiones importantes bajo presión subconsciente del horario ajustado.
Evaluación de un rapel como posible tobogán por su apariencia exterior, sin valorarlo con cuerda por arriba (nuestra mente inconscientemente nos avisa “sacar cuerda perdida de tiempo”, que es lo que hay que evitar), la evaluación es positiva aun habiéndose golpeado con algo en la recepción, no valora secundariamente concienzudamente desde abajo (perdida de tiempo), …. :
Conclusión: Percepción disminuida de riesgo real. SE ROMPE EL ANÁLISIS RACIONAL DE LA BALANZA “RIESGO – RECOMPENSA”, desciende la percepción de riesgo y se empieza a saltar los principios de seguridad porque la “velocidad” de progresión en nuestra mente se convierte en un anclaje inconsciente que dirige las decisiones.
RESULTADO: Tobillo roto de un miembro de grupo y perdida de una hora.
Este tipo de artículos son excelentes 👏🏻👏🏻👏🏻
Por cierto, parece que os falta un párrafo justo antes de “Desafortunadamente, no tuve la misma suerte que mi compañero y se desencadenó el accidente”. Saludos.