Guillaume Pierrel se convirtió, el pasado 7 de febrero, en la segunda persona de la historia capaz de deslizarse sobre la nieve del Nicho, en la cara norte del Petit Dru. “Lo que me gustó de este proyecto fue la idea de combinar una vía en la cara norte de los Drus con los esquís a la espalda”, explicaba él mismo en sus redes sociales.
Para llevar a cabo la aventura, Guillaume Pierrel reclutó a Étienne Potof como compañero de cordada: “Étienne venía en forma de haber hecho la Rhem-Vimal a las Droites y directamente pensé en él. Le encanta trastear durante horas, así que en el ascenso para alcanzar el objetivo, volvió a equipar los descuelgues imaginando el regreso en rápel. Preciosa maniobra”.
La escalada discurrió de forma fluida y rápida. Veloz incluso al final, cuando ya se encontraban cerca: “Excitados con la idea de ver la calidad de la nieve sobre el Nicho, terminamos los largos más fáciles a la carrera. ¡Bingo! La nieve es buena”, cuenta Guillaume Pierrel, que alcanzó la parte alta del nevero en 13 horas desde la partida.
En este caso, nieve buena significa una nieve fría y dura, como corresponde al entorno alpino en que se encontraban. Guillaume Pierrel pudo realizar una serie de giros y deslizarse con prudencia sobre el manto blanco, hasta llegar de nuevo a la base del Nicho y reencontrarse allí con Étienne Potof. Ambos se enfrentaron a continuación a lo que el protagonista de la historia describe como “el crux” de la aventura, es decir, el descenso en rápel hasta la base de la montaña. Fueron otras 16 horas de bajada, con un solo enganchón de la cuerda por el camino, para completar “un viaje encantador a toda velocidad, y un gran deslizamiento en este tobogán suspendido”.
Precedente de 1986
El Nicho no había sido descendido jamás en esquís, al menos que se sepa, pero sí en snowboard. El pionero fue Bruno Gouvy, en una aventura extrema realizada en 1986 con el patrocinio de una conocida marca de cigarrillos. Sin embargo, él no escaló el Dru, sino que se lanzó en salto BASE desde un helicóptero para aterrizar rozando la tragedia en la cima del pico. Desde allí, descendió rapelando hasta el Nicho.
En el Nicho, se calzó su tabla de snowboard y llevó a cabo su descenso hasta la base del nevero. Allí se reunió con su equipo, volvió a equiparse con su paracaídas y completó la aventura volando sobre el valle de Chamonix.
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