Sasha DiGiulian y Mariana ‘Mango’ Ordóñez han realizado la primera ascensión que se conoce para una cordada íntegramente femenina de Sendero luminoso (455 m, 7c) en Potrero Chico. Las dos escaladoras dedicaron dos jornadas a la ascensión de la ruta, con un vivac a media pared. La estadounidense fue de primera en todos los largos, que encadenó a vista con una única caída, en un largo que resolvió al segundo pegue.
Sendero luminoso es una vía con dificultades muy sostenidas en el séptimo grado. En ella, Alex Honnold protagonizó en 2014 una de las ascensiones más memorables de big wall en solo integral, registrada en una escalofriante grabación. Y también en ella falleció en 2019 Brad Gobright en un accidente al rapelar.
Superando traumas
Sasha DiGiulian no tenía un objetivo de escalada claro cuando decidió tomarse unos días de vacaciones de su trabajo en Send Bars. Partió de Colorado a México para huir del frío invierno y compartir con amigos, y terminó embarcada en una aventura de magnitudes considerables con Sendero luminoso.
Una aventura que, además de la propia dificultad técnica y física, la puso frente a algunos de sus miedos. Ella misma lo reconoce en sus redes sociales: “He estado soportando mucha ansiedad últimamente antes de partir en viajes de escalada debido a todo por lo que he tenido que pasar en los últimos años, y al trauma residual de un suceso trágico que realmente alteró mi manera de pensar sobre la seguridad y la escalada. Mis miedos vienen en oleadas y estoy aprendiendo a respetarlo y escucharlo, más que simplemente intentar aguantarlo siendo fuerte”.
Se refiere al accidente mortal sufrido en 2020 por un miembro de su equipo, Nolan Smythe, en El Gigante, la mayor pared de México. En aquella ocasión, Sasha intentaba Logical progression (900 m, 7c+), de la que finalmente completó la primera femenina un año más tarde.
Un vivac en la pared
Esa nueva forma de afrontar los asuntos de seguridad en las grandes paredes la ha llevado en esta ocasión a poner en práctica una estrategia más conservadora durante la ascensión:
Elegimos vivaquear en la pared, después del L10, cuando cayó la noche y nos quedaban cinco largos muy manejables por delante. Yo sabía que teníamos las fuerzas y la energía para seguir apretando, pero también tengo una cicatriz del pasado que hace que ponga nerviosa por escalar en terreno desconocido de noche, por el miedo de caída de rocas y por mi seguridad y la de mi equipo.
Así pues, pasaron una noche plácida en una repisa de la pared a la altura del L10, para la mañana siguiente remontar de nuevo los cinco largos que ya habían hecho y terminar a continuación de escalar los últimos cinco que les faltaban. “Estoy verdaderamente orgullosa de las decisiones que hicimos al escalar”, refrenda, y apunta que su “largo favorito fue sin duda el 7c del L12; es salvaje cómo cambia la geología de la roca durante la ruta”.
Junto con las chicas, escaló un equipo de filmación formado por Diego Canavati y Guillermo Gutiérrez, para documentar toda la ascensión.
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