Yann Borgnet lleva ya unos años destacando por sus repeticiones de grandes clásicas alpinas. Sin cumplir todavía los 20, en 2011, completó en tres días con Robin Revest una trilogía de directísimas abiertas por la histórica cordada de Jean-Michel Cambon y Bernard Francou en el Glacier Noir de les Ecrins (caras nortes de Pelvoux, Pic Sans Nom y Ailefroide). Meses más tarde, hacía con Michel Coranotte la Desmaison-Gousseault a las Grandes Jorasses. En verano de 2015 llegaría el Alpine Line Project, su versión con Yoann Joly del Voyage Alpine de Patrick Bérhault, recorriendo 1.500 km del arco alpino en 165 días. Unas semanas más tarde, completaba con Martin Bonis el Hipercouloir de las Grandes Jorasses, con descenso en parapente. Y justo antes de la pandemia, en 2020, realizaba la primera repetición de la Via in memoria di Gianni Comino a las Grandes Jorasses, con Charles Dubouloz como compañero de cordada.
Una goulotte inédita
Lo que no había tenido ocasión de hacer hasta ahora era abrir una ruta de alto nivel en el macizo del Mont Blanc, un terreno que se supondría ya completamente agotado desde la perspectiva alpinística… ¿o no?… “Abrir una goulotte, bastante evidente, en el macizo del Mont Blanc en 2024 sería casi una quimera. Y sin embargo…”, apunta él mismo en sus redes sociales.
Y sin embargo, eso es exactamente lo que realizaban días atrás Yann Borgnet y Gregoire Laverty. El dúo encontró esa goulotte, que Borgnet describe de este modo: “Una goulotte bien bonita, muy estética en su parte intermedia y variada, pues termina con tres largos de mixto”.
En total, la línea completa consta de nueve largos, que ascienden 450 metros de desnivel con dificultades máximas que han estimado en grado 6 de nieve/hielo y M6 de mixto. Los aperturistas han dejado dos pitones en el L4, el más difícil, y también han equipado las reuniones para los rápeles.
Un nombre con mensaje
Yann Borgnet y Gregoire Laverty han decidido bautizar su nueva ruta con el nombre en inglés Last chance tourism, que hace referencia al concepto conocido como “turismo de la última oportunidad”. Se trata de una controvertida tendencia que lleva a grupos de turistas a visitar atractivos naturales a punto de desaparecer, ya sean osos polares en su hábitat natural, arrecifes de coral amenazados o los últimos pedazos de la Mer de Glace.
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