Error de planificación

Incidente en las ferratas del monte Chamberton

Infravalorar las condiciones del Monte Chamberton (Alpes italianos y franceses) en el mes de junio de este mismo año complicó las cosas a una pareja de es- pañoles que atacaron el Tour del Chamberton, una actividad que combina cuatro vías ferratas que llegan a la cumbre de este tresmil alpino. La experiencia de la cordada y su correcto equipamiento les permitió salir indemnes de la aventura.

Vías ferratas
Vías ferratas.
Comité de SEGURIDAD de la FEDME | No hay comentarios |

A la cumbre del Monte Chamberton (3131 m) se puede llegar andando o combinando cuatro vías ferratas consecutivas que también se pueden escalar de forma independiente. Es lo que se conoce como Tour del Chamberton.

En verano su dificultad es moderada, pero el desnivel (1500 m), la longitud y el terreno de alta montaña la convierten en una actividad de dificultad bastante alta. En muchas reseñas se advierte que en primavera hay que llevar una cuerda y material para asegurarse en las partes altas, ya que es fácil que el cable esté tapado por la nieve.

Los protagonistas del relato son dos montañeros muy preparados y con mucha experiencia en vías ferrata, con formación en estas instalaciones y también en descenso de barrancos, aseguramiento en crestas y en nivel básico de montañismo invernal. Son autores de un blog de reseñas de vías ferratas muy bien valorado.

Relato de los protagonistas

Como conocíamos la dificultad y la duración de la actividad la preparamos a conciencia. En las mochilas metimos el agua y la comida necesaria, botiquín, cuerda, fisureros y material de aseguramiento. Llevábamos bastones, pero no crampones y piolet porque no esperábamos encontrar nieve.

Comenzamos la actividad a una hora prudente. Cuando llegamos a Batteria Alta (2200 m) tras haber escalado las tres primeras vías, paramos a comer. Allí recordamos el panel que hay al principio advirtiendo que no se escale la parte final si la cima está nevada. Desde allí observamos que la aproximación hasta la cresta estaba limpia de nieve y que en su vertiente sur quedaban algunos neveros apartados de la vía, así que decidimos seguir.

Nuestra decisión se vio reforzada al no ver ninguna señal de prohibición o precaución. Ya en la parte alta de la vía, en un cambio de vertiente, encontramos el cable enterrado en la nieve pero lo descubrimos con un tirón.

Más adelante volvimos a encontrar otro tramo de cable enterrado que ya no conseguimos liberar. A partir de aquí, debido a la nieve, la escalada se volvió muy expuesta, así que nos encordamos.

Una vez superado el tramo guardamos el material y continuamos asegurados al cable confiados en que la cosa mejoraría porque una huella delataba el paso de otras personas. Tuvimos que repetir la maniobra un par de veces más antes de llegar a la cima. Cuando estábamos en ella vimos a un escalador que subía por la misma vía.

La cima tenía bastante nieve pero no tanta como para tapar unos paneles panorámicos que hay en ella, así que continuamos confiados hacia la vertiente norte para iniciar el descenso. Al llegar a las torretas militares que hay al comenzar la vertiente francesa la cosa se puso seria porque la fuerte pendiente estaba nevada.

Decidimos bajar siguiendo unas huellas y protegiendo el descenso, primero por medio de setas de nieve y después con unas estacas metálicas que señalan las trincheras. Entonces vimos descender al montañero solitario que habíamos avistado en la cumbre. Parecía vestir una indumentaria poco apropiada. Más tarde comprobaríamos que calzaba unas zapatillas, vestía mallas deportivas y no llevaba más que agua en la mochila.

Su equipo de seguridad se limitaba al arnés, el casco y el disipador. En un momento da do vimos cómo esta persona desaparecía repentinamente y subimos a la carrera. Había caído en un hoyo del que salió por sus propios medios y algo de ayuda. Desde ese momento, se unió a nosotros y compartimos el descenso hasta el final. Ahora, con el paso del tiempo, confesamos que nos dominaron las ganas y la ilusión de hacer cumbre y, sobre todo, de demostrarnos que éramos capaces de hacer una actividad tan exigente.

Ambos habíamos tenido un año muy malo por motivos de salud y necesitábamos demostrarnos que estábamos bien. Pero es un error pensar que solo la determinación es suficiente. El factor emocional alteró nuestra capacidad de tomar decisiones sobre el terreno y no vimos el peligro cuando se presentó a mitad de la cresta. La formación que hemos recibido y el equipo que llevábamos fue vital para salvar con seguridad el tramo en el que el cable estaba enterrado.

Por otra parte, nuestra experiencia y lo bien compenetrados que estamos nos ayudó a mantener la calma. Finalmente, quizá deberíamos haber preguntado a algún guía de la zona si había nieve en la cima. Las oficinas de turismo a veces no tienen esta información.

Análisis del accidente por parte del comité

• Si atendemos a las reflexiones del relator del suceso podemos inferir que son montañeros experimentados y formados, además de una cordada compenetrada. Por otro lado, intuimos que sabían cómo el cerebro nos puede jugar malas pasadas en la toma de decisiones cuando estamos influidos por factores emocionales y aun así se vieron influidos en la toma de decisiones.

• La estadística demuestra que la experiencia no nos libra de incidentes y accidentes, pero sí que nos da recursos para afrontar incidencias no esperadas.

• Hay que resaltar el fallo de planificación que se produjo a la hora de decidir las condiciones del itinerario y, por lo tanto, el equipo a llevar. En junio, después de uno de los inviernos con más nevadas en los Alpes, era previsible que en altitud hubiera nieve en zonas sombreadas, vaguadas poco radiadas y, sobre todo, en vertientes norte. Este suceso se repite en Pirineos al comienzo del verano. Los senderistas y montañeros menos experimentados abordan los itinerarios de media y alta montaña como si fueran sendas de baja montaña, sin tener en cuenta que a más de 2500 metros, en collados y vertientes norte poco soleadas, los neveros pueden mantenerse hasta entrado el verano.

• Nuestros protagonistas no vieron la necesidad de llevar crampones y piolets. Al ver las montañas prácticamente secas no se les despertaron los sensores de peligro, y, seguramente, aunque hubieran sabido que podía haber algo de nieve, tampoco hubieran sido capaces de interiorizar el significado del peligro de terreno nevado.

• Desde Batteria Alta no podían ver la vertiente norte ni las zonas escondidas al sol. Esta falta de visión del terreno es debida a la poca experiencia en alta montaña, pero además, en este caso, la decisión se decanta por lo que es más satisfactorio, es decir, completar su reto. Para ello “era necesario” concluir que no había nieve, o que ésta no era un peligro real, ya que la opción de abandonar no estaba en sus planes. Estas trampas mentales afectan a nuestra toma de decisiones constantemente y hay que ser conscientes de cuando aparecen.

• En este caso el deseo de alcanzar la cima, y de demostrarse que estaban bien, influyó drásticamente en no ver el peligro. Nuestro protagonista lo reconoce en el relato. Era evidente y lógico, pero cuando entramos en piloto automático (sistema inconsciente) hasta que no se produce un estímulo fuerte no somos capaces de salir de él, y éste apareció cuando encuentran el cable cubierto en un tramo expuesto. Al menos sus conocimientos hicieron que lo solventaran con cierta seguridad.

• Destaca como factor influyente en su decisión de continuar una trampa, cognitiva o heurística, como es basar la validez de nuestra decisión a la que anteriormente hayan tomado otros, sin saber quiénes eran y si tuvo buen fin, es decir, seguir con confianza las huellas de otros. A este factor lo definimos «efecto traza” y nos dice que, cuando seguimos una huella, distorsionamos la percepción del riesgo, ya que nuestra mente recibe como algo positivo y seguras las decisiones de otras personas. Es un error seguir una huella en la montaña sin un análisis tranquilo. Nuestra seguridad no puede depender de lo que otros, que no conocemos, estén decidiendo o hayan decidido.

• Hay que darle la razón a nuestro protagonista cuando dice que gracias a que mantuvieron la calma pudieron solventar los incidentes. El control emocional y conocimiento de uno mismo influyen en la forma de actuar en las situaciones límites. Aquí hay que dar un diez a la cordada.

• Por último, no es buena decisión decidir seguir por una ruta porque no hay un cartel que advierta del peligro o prohíba el paso. Debemos estimar toda la información y recomendaciones que nos aporten las señales, pero en la montaña estamos solos. Estamos en alta montaña, no en una carretera nacional.

• Esto es un análisis de un caso que te puede ayudar a ver defectos en tu toma de decisiones, en esta y otras actividades de montaña.

Nadie está libre de accidentes por muy experto que sea, pero igualmente todos somos libres de tomar decisiones más seguras.

Nuestro más sincero agradecimiento a los protagonistas por su exhaustivo, riguroso y completo análisis de los hechos y por las recomendaciones sugeridas. Con toda seguridad estas aportaciones evitarán que hechos similares vuelvan a producirse.

Comité de SEGURIDAD de la FEDME

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