El río Deva y la N-621 se cuelan en estrecho abrazo por el angosto pasaje que se forma entre el Cueto Agero y el Pico del Valle, entrada o salida del desfiladero de la Hermida según se mire. La visión de esta “puerta”, cuando se circula por la carretera, hace que relajemos el pie del acelerador, pero impresiona mucho más contemplarla desde la altura, y para eso, no hay mejor lugar que el Corral de los Moros.
A uno pocos metros al sur del Pico Aliago, en una punta llamada Castro de la Encina hay —o mejor, había, pues lo único visible es un montón de piedras— una fortificación de la que no se tuvo noticias oficiales hasta el año 2009, y lo fue gracias a un artículo de Javier Marcos y Lino Mantecón en el que daban a conocer una serie de fortalezas altomedievales en Liébana, la mayoría inéditas.
Se trataba de torres que ocupaban emplazamientos dominantes y rodeadas de precipicios que, según ambos historiadores, tenían un papel de control feudal del valle más que defensivo. La panorámica que se consigue desde esta atalaya justifica plenamente la existencia de una torre que podría recordarnos a algunos escenarios de El Señor de los Anillos.
En familia
Llegar hasta allí es muy fácil. Apenas 900 metros lo separan de la carretera que sube de Pendes a Cabañes y se alcanza sin mucho apuro siguiendo un camino que parte del área recreativa del Habario, un pintoresco rincón lebaniego donde se dan cita varias decenas de castaños milenarios. Es, por tanto, una excursión a la medida para hacerla con los niños, incluso con los más pequeños. Pero para dar gusto a otros usuarios más ambiciosos proponemos en estas líneas subir hasta el mirador partiendo de el pueblo de Allende.
Ruta al mirador Corral de los Moros desde de el pueblo de Allende
Al lado de la ermita de Santa Eulalia, en el lado oeste de Allende, arranca la senda que discurre por el fondo de la vaguada del río Rubejo o Robejo. Pese a su aspecto antiguo, la ermita es “moderna”. Se construyó a mediados del siglo pasado para sustituir a otra en ruinas.
A su lado podemos ver un poste con una placa verde y una flecha y también veremos algunas flechas rojas pintada en árboles y piedras y es que vamos a caminar durante un buen rato por una variante del Camino Lebaniego. Dejando atrás la ermita aparece ante nosotros el Pico Aliago, cerrando el sur la garganta del Rubajo en la cual entraremos en breve.
Al llegar a ella, el sendero, bastante ancho hasta el momento, se estrecha, y en algunos tramos no es más que un hilo marcado entre los muretes de la derecha y la ladera que baja hacia el río. Caminamos rodeados de una frondosa vegetación que llega a formar túneles. No cabe duda de que es un buen camino para hacer en cualquier época del año. En otoño es espectacular por los tonos. Tanto en primavera como en invierno ó verano, es un recorrido ideal para disfrutar en familia.
Después de un rato bajando llegamos al río, más bien un torrente. A los pocos metros de caminar junto al cauce lo cruzamos por un puentecillo y comenzamos a subir, ahora, con el río a nuestra derecha. En esta ladera sombría, el musgo cubre las rocas y los troncos de los árboles. En algunos tramos, la roca madre parece haber sido tallada o, incluso, asemeja un empedrado.
Mucho más arriba volvemos a cruzar el río por otro puente de madera. Algunas pequeñas cascadas amenizan la excursión y ofrecen la excusa para parar y dar cuartelillo a las piernas, el corazón y la cámara fotográfica.
Entre una vegetación exuberante y el arrullo del río llegamos a una bifurcación donde hay varias señales y un pequeño panel con un mapa que describe una excursión circular. Ha llegado el momento de abandonar el camino principal y continuar por la trocha de la izquierda que ha de sacarnos de la canal y llevarnos hasta la Castañera de Pendes o Habario, una amplia zona de pasto con castaños milenarios. Al norte se ve la población de Cabañes, a los pies de las estribaciones del macizo Oriental de Picos de Europa.
Ahora tomamos rumbo al este por una pista de tierra rodeando una pequeña elevación que dejaremos a la izquierda según marchamos. En el amplio collado que separa esta cima de la del Pico Aliago un panel ofrece información de lo que fue un recinto fortificado.
Un sendero señalado con flechas verdes nos lleva hasta las tres rocas que hay en lo más alto. Desde este punto, se observan círculos de piedras, que más bien parecen vivacs. Las vistas en derredor son sencillamente fabulosas y no cuesta mucho ponerse en el lugar de uno de aquellos soldados que hace muchos siglos vigilaban la entrada y salida al valle.
Características
- Inicio: Allende.
- Tipo: lineal, ida y vuelta.
- Longitud: 7 km (3,85 kms sólo ida)
- Desnivel: 608 metros
- Cartografía: hoja 56-4 del IGN 1:25 000.
- Aquí tienes el track del recorrido
Esta iniciativa cuenta con la colaboración, entre otros, del Grupo de Acción Local Liébana, en ejecución del Convenio de colaboración firmado con la Mancomunidad de Liébana y Peñarrubia para la realización desde el Grupo de las acciones de promoción y dinamización del Plan de Sostenibilidad Turística de la Comarca de Liébana financiado por la Secretaría de Estado de Turismo del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno de España; la Consejería de Industria, Turismo, Innovación, Transporte y Comercio del Gobierno de Cantabria y la Mancomunidad de Liébana y Peñarrubia (formada por sus 8 ayuntamientos).
Comentarios