El Valle de Lozoya está regado por un gran número de arroyos y riachuelos, aparte del río que le da nombre y cuya agua, que abastece a la capital madrileña, está considerada como una de las de mayor calidad de España.
Desde tiempos remotos estos cauces han sido obstáculos a la comunicación que se han vencido por medio de puentes. Muchos de ellos han logrado resistir el tiempo y las avenidas, y convierten al valle en un museo al aire libre de arquitectura viaria.
El más famoso de todos es el puente del Perdón, frente al monasterio de El Paular, pero en este artículo vamos a proponer una excursión que enlaza cuatro puentes menos monumentales pero igual de interesantes.
Itinerario
La ruta comienza en el bellísimo pueblo de Canencia, población que se asienta en un pequeño valle junto al arroyo del mismo nombre. Nos situamos junto a la iglesia de Santa María del Castillo donde está instalada una señal vertical de Carpetania (SN78) con varias direcciones, entre ellas la que dirige hacia el puente Canto que salva el arroyo de Canencia.
Pero antes de llegar a él , a la vista del cementerio, nos desviamos por la calle del Doctor Vázquez Añón para ir a visitar el puente de las Cadenas, aguas arriba.
Hay que abandonar la calle para continuar por un ramal de la derecha por el que, en poco más de 200 metros, llegaremos al puente, situado en un lugar de bucólica belleza junto a un molino hoy convertido en vivienda. Se trata de un sencillo y bonito puente de un único arco algo apuntado construido con lajas y piedra tosca y con perfil de «lomo de asno».
Su anchura solo permitía el paso de peatones y caballerías. Regresamos sobre nuestros pasos para dirigirnos, ahora sí, hacia el Puente Canto, uno de los puentes de más bella factura de la Sierra Norte.
Como el anterior tiene forma de lomo de asno y está constituido por dos arcos de medio punto, de dimensiones muy desiguales, como consecuencia de su ubicación entre dos orillas de distinta rasante. La verdad es que todo en él es asimétrico.
Su construcción puede situarse entre los siglos XIV y XV y su nombre posiblemente se deba a los bolos de piedra con los que esta pavimentado.
Seguimos la indicación hacia el Puente de Matafrailes que observamos en la señal SN45, y acompañamos el arroyo de Canencia aguas abajo. A los lados se ven pacíficas vacas que pastan sin prestar atención al caminante.
Después, el camino se introduce en una bonita dehesa de robles. Llegamos a un cruce donde encontramos una nueva señal de Carpetania (SN146 – La Dehesa). Hacia la derecha señala hacia el Puente de Matafrailes que dejaremos para la vuelta, y hacia la izquierda al Puente del Congosto, nuestro destino inmediato.
Vemos señales del Camino Natural del Lozoya, un itinerario que va desde Rascafría hasta El Cuadrón y con el que vamos a coincidir un buen trecho. El camino sube por medio de un rebollar que en otoño se pone precioso. A nuestra derecha, muy por debajo de donde estamos, fluye el río Lozoya y en frente se elevan los Montes Carpetanos.
Con los ojos llenos de montañas y valle llegamos al puente del Congosto o de la Horcajada o Canto (se ve que este nombre era bastante socorrido a la hora de bautizar a los puentes). El puente, que ya aparece citado en el Libro de la Montería de Alfonso XI, se levanta sobre una estrecha garganta en un entorno de gran belleza que se incrementa cuando el río baja crecido.
Está construido con mampostería muy tosca que se apoya directamente sobre la roca y presenta una bóveda de medio punto de seis metros de luz. Hay quien defiende su origen romano y hay quien mantiene su origen medieval, opinión que se fundamenta en que su forma es característica de los siglos XII-XIII. Junto a el encontramos las ruinas de lo que fue un antiguo molino.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta la SN146 para continuar hacia el Puente de Matafrailes. Como en los otros puentes, su origen no está nada claro, pero lo más probable es que también sea medieval. Su fábrica es de mampostería y tiene un único arco apuntado.
El tablero es lo más llamativo, ya que tiene una anchura mayor en los extremos que en el centro, posiblemente para facilitar el cobro del pontazgo.
Continuamos el camino hacia el este por un bello robledal. En breve llegaremos a la carretera M-629 que hay que cruzar para seguir de frente. En todo este trayecto iremos encontrando señales del Camino Natural hasta que en un momento dado, justo en la señal SN99-Prados Cerrados, abandonamos la ancha pista para cambiar bruscamente de rumbo.
Ahora nos dirigimos hacia el noroeste por una pista algo más estrecha que, en breve, empieza a subir, primero entre prados y luego por medio de un tupido robledal. La subida —a veces con pendientes muy fuertes— no cejará hasta el Colladillo, un amplio collado con un portón ganadero que da vista al valle de Canencia y al pueblo que aparece agazapado en un recoveco de la ladera.
Como decimos, el pueblo es bien visible desde el collado, pero no hay que lanzar las campanas al vuelo: aún tenemos que caminar un par de kilómetros; eso sí, cuesta abajo y por un buen camino que tiene el aspecto de haber sido en su día una pista. Entraremos al pueblo por el helipuerto y la fuente Cantarranas, de origen medieval.
Datos prácticos
- Comienzo:pueblo de Canencia 1150 m.
- Tipo:circular. Longitud:19,5 km. Desnivel:+415 m.
- Cartografía: hojas 484-1 y 3. IGN 1:25 000.
- Track: https://desni.in/puentesmedievales
- Observaciones:el recorrido es ciclable cien por cien. Si se hace en bicicleta recomendamos hacerlo en sentido contrario a las agujas del reloj porque la subida al Colladillo por el camino de Canencia a Garganta de los Montes es muy divertida.
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info en sierranortemadrid.org.
- Rutas de senderismo y bicicleta en www.sierranortemadrid.org/rutas
- Web oficial de Carpetania en www.carpetania.org
- Itinerarios Red Carpetania en www.sierranortemadrid.org/itinerarios-carpetania
Reportaje financiado por la Unión Europea, fondos Next Generation, dentro del plan de sostenibilidad turística en destinos concedida a la Mancomunidad de Servicios Valle Norte del Lozoya dentro del eje 1 – Actuación 4. Red de caminos Carpetania.
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