HISTORIA

El Camino de Santiago francés

La fama del Camino de Santiago francés ha ocultado la existencia de otras rutas jacobeas que desde todos los puntos cardinales de la Península Ibérica confluían en Santiago de Compostela. Gracias a la investigación y al trabajo se comienzan a recuperar estos otros Caminos que tuvieron en su tiempo tanta importancia o más que el Francés.

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Camino de Santiago. Entre Sobrado dos Monxes y Arzúa
Camino de Santiago. Entre Sobrado dos Monxes y Arzúa

Cuando los peregrinos medievales decidían ir hasta Santiago de Compostela llenaban su zurrón con algo de queso, cecina y pan, una calabaza para el vino, sandalias reforzadas, un bordón, un sombrero y una carta de presentación del cura de su parroquia que le garantizaba la hospitalidad y la exención de impuestos por el paso de villas y puentes. De tal guisa, el peregrino salía de su casa, en Cádiz, en Cartagena, en Lisboa o en Barcelona, y sin más se ponía a caminar rumbo a Santiagoutilizando los antiguos caminos que recorren la Península desde tiempos inmemoriales.

El Camino por antonomasia
El Camino Francés es hoy el camino de Santiago por antonomasia, pero no es el más antiguo, ni fue el más usado por los primeros peregrinos. El más antiguo es el denominado Camino Asturiano del Interior, que ya realizó Alfonso II desde Oviedo hasta Santiago de Compostela a comienzos del siglo IX poco después de descubrirse la tumba del Apóstol. Ramos de Castro, estudioso de las rutas jacobeas, señala que el denominado Camino Portugués ya aparece documentado como ruta deperegrinación desde el siglo IX, mientras que el Francés lo hace dos siglos después.
El Gran Camino fue la Vía de la Plata, «trazado» sobre una antiquísima calzada romana (las primeras noticias de ella datan del 139 a.C. cuando el cónsul Quinto Servilio Caepio funda el campamento de Castra Servilia, cerca de la actual Cáceres) que a su vez ocupó un camino utilizado por tartesios, fenicios, griegos y cartagineses. Esta auténtica espina dorsal de la Península, fue usado por los cristianos que vivían en los territorios musulmanes del sur de la Península (de ahísu sobrenombre: Camino Mozárabe). Estas peregrinaciones fueron recogidas por el geógrafo árabe al-Idrisi. En su rica historia también hay sitio para la anécdota: Almanzor lo utilizó para llegar a Santiago, arrasar la ciudad y llevarse las campanas de la catedral hasta Sevilla y Fernando III lo utilizó para restituirlas.

Caminos europeos
La extraordinaria popularidad obtenida por el Camino Francés ha hecho olvidar también los Caminos que atraviesan Europa con origen en los Países Bajos, Dinamarca, Hungría, Austria e Italia y que confluyen en Francia formando cuatro grandes vías: Turolensis (pasa por París), Lemocensis (pasa por Vézelay), Podiensis (pasa por Le Puy, la más antigua) y Tolosana ( por Toulouse). Las tres primeras se unen al norte de los Pirineos para entrar por Saint Jean Pied de Port y Roncesvalles, yla última atraviesa la cordillera por Somport. Estos fueron los caminos de entrada de los monjes de Cluny que favorecieron el definitivo derrumbe de la Iglesia mozárabe -la tradicional española-, la introducción del latín como lengua común para la liturgia católica en toda Europa y, sobre todo, la construcción de iglesias románicas que a lo largo de doscientos años inundaron nuestra geografía con un arte único.

Declive y renacimiento
El paulatino declive de la peregrinación a partir del siglo XVI hizo que los caminos, sobre todo el Francés, cayesen en el olvido, con la consiguiente ruina de hospitales y pueblos. Pero a partir de los años 90 del pasado siglo esta situación cambió de modo radical. Si en 1970 la Oficina de Acogida de Peregrinos de Santiago registró 68 peregrinos, en 1990 ya se contaron 4.900, y en 1993, Año Santo, 99.500. En el siguiente Año Compostelano fueron 154.600; y el año pasado 74.600.Según las previsiones este año serán más de 200.000 los peregrinos que harán el Camino.
A pesar de que la infraestructura de albergues, y de todo tipo de servicios, es inigualable en el Camino Francés, cualquiera que haya realizado sus etapas, sobre todo desde la entrada a Galicia, y más en Año Santo, habrá podido comprobar que la masificación que tiene hace muy difícil disfrutar de la convivencia, de la naturaleza y del arte del Camino, piezas claves de la peregrinación.
Esta situación está favoreciendo la revitalización de los otros caminos tradicionales y la recuperación de la vieja tradición peregrina: comenzar el camino en la propia casa. Estos otros Caminos ofrecen lo que casi está perdido en el Francés: volver a vivir sin agobios el contacto con la naturaleza y el arte, compartir experiencias con otros caminantes y gozar de la hospitalidad.
Desde 1992, las asociaciones de Amigos de los Caminos de Santiago de toda España y Portugal han emprendido una gran tarea de recuperación, señalización y mantenimiento de las vías históricas de peregrinación. En la actualidad hay ya más de 9.700 kilómetros de caminos de Santiago marcados y documentados, o en proceso de señalización, que atraviesan la Península desde todos sus puntos cardinales, con cerca de 500 puntos de acogida y albergues

Investigación y recuperación
El criterio que se siempre se mantiene por quienes identifican un camino es el de garantizar que la ruta tenga un soporte histórico que la justifique, y que sea viable para caminantes y, a ser posible, para ciclistas. No tiene sentido alguno marcar caminos que ya no existen porque han sido engullidos por autovías o pantanos.
Una vez que se fija el trazado, que suele ir por antiguos itinerarios romanos, cañadas o caminos ya señalizados como senderos de gran recorrido (GR), comienza la labor de campo. Se habla con ayuntamientos, parroquias y otros organismos para que puedan garantizar algún tipo de acogida en cada etapa. La respuesta es variada, en algún caso entusiasta, ya que los caminos de Santiago son un excelente apoyo para promocionar el turismo.
Provistos de botes de pintura amarilla del tipo de la que se utiliza para marcar las carreteras, como hizo el cura del Cebreiro Elías Valiña en el Camino Francés en 1971, los esforzados andarines, pintan las flechas que simbolizan la presencia de un camino jacobeo, un trabajo que hay que repetir cada año, porque la naturaleza, las labores agrícolas o las obras públicas hacen desaparecer las señales.
En busca de los caminos tradicionales, los voluntarios hablan con pastores, auténticos expertos en caminos, propietarios de fincas, que no siempre ponen cara de alegría cuando se enteran que por sus tierras van a empezar a pasar unos «modernos» con mochilas o en bicicleta. También hay quienes cambian de lugar las flechas para que el camino pase por su comercio.

Joven tradición
Pero también hay sitio para la agradable sorpresa, como en el pueblo segoviano de Navas de Asunción. La primera vez que por allí pasaron los voluntarios pintando las típicas señales amarillas, la pastelera les ofreció una bandeja de dulces, «limosna» que ya se ha convertido en una tradición. Al tiempo que se señala, se documenta la ruta, se buscar vestigios y crónicas de peregrinos que hayan realizado este camino, restos arqueológicos de calzadas, signos jacobeos enpueblos e iglesias, existencia de edificios ligados a las peregrinaciones, e incluso trazados urbanísticos que recuerden el pasado caminero de una villa. A partir de ahí se publica algún folleto o libro y en algunos casos se «cuelga» en internet.
Poco a poco, el trabajo de campo y de divulgación de las asociaciones empieza a dar su fruto y cada año son más las personas que deciden llegar a Santiago por otros Caminos diferentes al francés pero no por ello menos auténticos. En la actualidad, un doce por ciento de los peregrinos utiliza otras vías alternativas al Camino Francés, siendo los preferidos los caminos del norte, que atraen a un cinco por ciento, y la Vía de la Plata y el Camino de Madrid con un uno por ciento cada uno.
Si el futuro no se tuerce, dentro de unos pocos años será posible peregrinar a Santiago casi desde cualquier punto de la Península Ibérica, recuperando así la tradición más auténtica: que el Camino comienza en la puerta de nuestras propias casas. El que lo haga así vivirá una experiencia inolvidable.

Jorge Martínez-Cava
Miembro de la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid.

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