¡También en otoño!

Valle del Jerte. Vive el otoño caminando

El Valle del Jerte es bien conocido por la floración de sus cerezos. Durante dos semanas, entre finales de marzo y mediados de abril, la comarca recibe miles de visitas. Pocos saben, sin embargo, que en otoño el valle de las cerezas es una sinfonía de colores que produce un espectáculo tan o más impresionante que el de los cerezos floridos. Como dicen en el valle: “Si te gusta el otoño… amarás el Valle del Jerte”.

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Paisaje abierto en la zona media de la subida por la garganta Nogaleas.
Paisaje abierto en la zona media de la subida por la garganta Nogaleas.

La comarca cacereña de Jerte forma un largo valle encajonado entre los macizos Central y Occidental de Gredos que une las tierras extremeñas y castellanas por el puerto de Tornavacas. Un microclima asociado al accidentado relieve y una pluviosidad propia de zonas atlánticas, produce unas condiciones y características singulares, dotando al territorio de una personalidad propia, asociada de forma inseparable a la cereza.

Millón y medio de cerezos se reparten en terrazas por las empinadas laderas y en el fondo del valle. La estructura y fisonomía del valle ha ido cambiando a lo largo del tiempo para adaptarla al cultivo del preciado fruto y al aprovechamiento de sus recursos naturales.

El paisaje que surge es de una plasticidad y belleza incomparable, único en la península Ibérica. Y es en el otoño, cuando se entremezclan los rojos cerezales con los verdes prados y las llameantes alamedas y castañares, cuando este encantador entorno llega a su máximo esplendor.

Tonos ocre y amarillentos del roble, los anaranjados del castaño, el rojo del cerezo y el verde oscuro del pinar

Mientras ascendemos por las laderas serranas, los grandes cerezos forman hileras multicolor sobre terrazas con muros de piedra. Esta ancestral técnica ha transformado profundamente el paisaje, logrando un singular equilibrio entre lo cultural y lo natural. Rodeando el colorido intenso del cerezo, el castañar refleja con su amarillo brillante la luz del otoño. Los erizos que contienen el nutritivo fruto se encuentran fácilmente desparramados por una alfombra de hojarasca.

El roble melojo es el protagonista en las montañas. En profundos bosques o en forma adehesada, este robusto árbol adquiere tonos ocre y amarillentos que contrastan con los anaranjados del castaño, el rojo a veces intenso del cerezo y el verde oscuro del pinar.

En los márgenes de gargantas y torrentes, que se despeñan ruidosos de la cumbres a ambos lados del Jerte, los bosques de ribera se hacen los dueños. Alisos, fresnos, sauces…entremezclan los tonos cálidos de su follaje con los verdes de un rico sotobosque.

Muchos pueblos del valle conservan una original arquitectura tradicional

Los principales pueblos del valle se alinean paralelos al río Jerte que a estas alturas del año bajará ya renovado con las tempranas lluvias del otoño. Otros, más pequeños salpican las laderas poniendo una nota nívea con su blanco encalado. Aquí se encuentra el pueblo más alto de Extremadura, Piornal, en lo alto de la sierra de Tormantos.

Muchos pueblos del valle conservan una original arquitectura tradicional. Las históricas juderías tienen aquí algunos de sus emblemáticas muestras. Cabezuela del Valle y Jerte son ejemplos de ésta ancestral arquitectura, con sus estrechas callejuelas que fue hogar de los últimos sefardíes que habitaron en la península Ibérica antes de su expulsión o conversión al cristianismo.

En definitiva, el Valle del Jerte no sólo es un espectáculo en primavera, también en otoño es capaz de asombrar por su colorido. Los vallenses lo saben y repiten: “Si te gusta el otoño… amarás el Valle del Jerte”.

La Otoñada

Cada otoño Soprodevaje, el Consorcio para la Promoción del Turismo en el Valle del Jerte organiza un programa de actividades que se desarrollan en diferentes municipios de la comarca. En “La Otoñada” hay programación para todos los gustos y aficiones. Desde exposiciones de arte, a catas de productos y gastronomía local y actividades deportivas al aire libre. Un evento que nos da la oportunidad de acercarnos a este maravilloso rincón de Extremadura que cuenta con una oferta de alojamiento muy diversa y agradable y una cocina tradicional con productos de calidad.

Vive el otoño caminando

Una extensa red de senderos balizados recorren los principales atractivos naturales y culturales del valle facilitando la experiencia de vivir con intensidad la otoñada en el valle de las cerezas. Hay alternativas para todos los públicos y exigencias, desde paseos en familia con niños, a las exigentes rutas de montaña y duros ascensos. Bien sea en suaves paseos entre fincas de cerezos aterrazadas o en largas rutas de montaña, la estación del color ha sido especialmente generosa con este valle. Y el caminante dispuesto a disfrutar de este espectáculo natural podrá encontrar un espacio único en el Jerte.

El sendero de gran recorrido GR 110 desfila paralelo al río Jerte entre Tornavacas y Plasencia, donde se une al GR 100 Vía de la Plata. Comparte tramos con el GR 10, que se desvía hacia el valle del Ambroz a la altura de Cabezuela del Valle. El valle cuenta además con nueve senderos de pequeño recorrido marcados con señales blanca y amarilla, y diez senderos locales con pintura blanca y verde. Todos conducen a entornos de belleza única y de gran variedad. Entre todos ellos se recomiendan especialmente:

  • El PR-CC 1 o ruta de Carlos V

Rememora el ultimo tramo del viaje que realizó el emperador en el año 1556 hacia su retiro en el monasterio de Yuste. Tras una primera parte entre terrazas de cerezos, bosques de ribera y castañares, el sendero se adentra en la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, un mundo boscoso en medio de una encrucijada de gargantas impetuosas y llamativas chorreras como la del Manto de la Virgen.

  • Sendero SL-CC 33

Nos acerca a la garganta Nogaleas, uno de los rincones más encantadores de la comarca. El agua se precipita por incontables saltos rodeada de las preciosas tonalidades que van desde el amarillo vivo del bosque de galería al verde intenso de la hiedra, hasta los naranjas y rojos del cerezo, pasando por castaños y ocres de los robledales

  • PR-CC 8

Asciende por las gargantas de La Puria y el arroyo Labradillo, es otra de la interesantes excursiones en las que se pueden contemplar toda la paleta de colores otoñal. En este itinerario se pueden ver además los chozos de piedra que utilizaban los pastores como refugio.

  • Senda SL-CC 35

Con punto de partida y final en Casas del Castañar transcurre entre un encantador bosque de roble melojo, pasando junto a algunos ejemplares monumentales de castaño, protegido como “árboles singulares” por la Junta de Extremadura.

  • Cascada de Caozo

La espectacularidad de la cascada de Caozo, en la garganta de Bonal, se saborea mejor si se llega caminando por el SL-CC 32 desde Valdastilla
entre terrazas de cerezos, castaños y grandes robles.

  • PR-CC-18

El PR-CC-18 da la posibilidad de conocer otro roble monumental, el Grande de la Solana, al que se accede desde la localidad de Barrado por y el de Prado Sancho, muy cerca del Puerto de Honduras. Hay más árboles monumentales en el Jerte como el roble del Romanejo o Acarreadero, situado en las lindes del valle del Ambroz y el más grande de Extremadura. Debemos ser muy cuidadosos y respetuosos con estos supervivientes centenarios y no subirnos a sus ramas o raíces para que los puedan disfrutar las generaciones venideras.

www.turismoextremadura.com

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