Rosa Fernández en el campo base del Dhaulagiri 2018
Rosa Fernández en el campo base del Dhaulagiri 2018
Rosa Fernández y Mingma sherpa en el campo base del Dhaulagiri 2018
Rosa Fernández en el campo base del Dhaulagiri 2018
Rosa Fernández en el campo base del Dhaulagiri 2018
Las tres mujeres españolas que intentarán el Dhaulagiri estos días: (de izda a dcha) Rosa Fernández, Eva Zarzalejo y Lina Quesada. 2018
La alpinista asturiana Rosa Fernández en el Encuentro Montañero FEDME 2012.
Rosa Fernández ascendiendo al campo 1 del Annapurna
Rosa Fernández en el campo base del Annapurna
La alpinista asturiana Rosa Fernández (58 años) ha ascendido el Everest, Lhotse, Manaslu, Kangchenjunga, Makalu y Gasherbrum II . También es la única mujer española que ha conseguido el proyecto 7 Cumbres. Este año hemos coincidido con ella en el Dhaulagiri , el que esperaba que fuese su séptimo y, decía, último ochomil.
La suya es una bella historia de amor por la montaña y superación personal: en 2009 tuvo un cáncer de mama y, tras la operación, retrasó un mes el tratamiento con permiso de los médicos para marchar al Broad Peak. En los dos años en los que estuvo convaleciente aprendió a montar en bicicleta para poder ir desde Lhasa al campo base del Everest . Ese fue el germen de su club de mujeres ciclistas llamado “Una a una”.
¿Cómo empezaste en los ochomiles?
Fue una casualidad. Un grupo de chicos de Asturias quería ir a un ochomil, no tenían patrocinadores y pensaron que si se llevan una chica con ellos podría ser más fácil. De esa forma me vi envuelta en estas montañas.
¿Cuál fue el primero?
El Gasherbrum II , en Pakistán. No tenía experiencia en altura pero todo salió y tres de nosotros conseguimos hacer cumbre.
VIDEO
Después vino una expedición al Shisha Pangma que no tuvo cumbre y más tarde empiezas a pensar en el Everest…
No podía irme al Everest porque costaba muy caro y se me ocurrió la brillante idea de ir a conocer la montaña de cerca en bicicleta. Pero había un problema: tenía bici y patrocinadores, porque tengo una tienda de ciclismo… pero no sabía andar en ella. Eso fue uno de mis retos más duros. Hasta que aprendí, hacía más kilómetros tirando de la bici con la mano que subida en ella. En año y medio lo conseguí y así llegué al campo base del Everest.
¿Cómo conseguiste la financiación para subirlo?
Gracias a grandes amigos deportistas de élite de Asturias. Nos juntamos de vez en cuando y pensaron en hacer una cena subasta para que me pudiera ir. Y así fue como reuní el dinero. Fui con mi sherpa, Dawa, a la cara norte y conseguimos la primera de aquella temporada (2005).
Y entonces tus proyectos crecieron.
Me hice más conocida a nivel nacional, conseguí patrocinadores y decidí volver al Himalaya , algo que no gustó mucho en casa. En 2009 tenía programado un gran proyecto pensando que sería mi año diez porque tenía un proyecto importante, ilusión y patrocinadores. Pero me detectaron un cáncer de mama . Yo que pensaba que tenía todo resuelto…
Ahí fue cuando intentaste cuadrar el tratamiento con tu proyecto de primavera.
Sí, pero hacia finales de marzo los médicos me dijeron que no era posible. Y entonces pensé en cambiar el billete para hacer un ochomil en Pakistán en verano. Recuerdo que mi médico me dijo «por un mes que suspendamos el tratamiento… Si te vas a morir, lo vas a hacer igual te marches o no». Y me dieron permiso. Fue genial, me fui al Broad Peak y la montaña no nos dejó subir, pero llegué a 7.500 metros y volví a casa feliz.
Después no perdiste el tiempo. ¿A qué dedicaste los dos años en los que estuviste convaleciente?
Tenía pendiente una cosa desde la expedición al Everest en bici. Me dije que no podía ser que otras mujeres sufriesen tanto como yo para aprender a ir en bici, y creé un club femenino de bicicleta de montaña . Así empecé con salidas de lo que luego fue el club Una a una. Eso es algo que le tengo que agradecer al cáncer, porque si no no me hubiera involucrado tanto con el deporte femenino.
«Es difícil ser madre de un niño pequeño y venir a estas montañas»
Dices que hay tres pilares en tu vida: tu familia (marido e hija), las montañas y la bicicletas.
Tengo que conciliar esas tres cosas. En casa no lo llevan bien porque ven la montaña de forma diferente a los que la vivimos en un campo base. Sabemos que tiene peligro pero lo vemos de otra forma. Ellos están más preocupados que yo y entiendo que les resulte duro. Les he prometido varias veces que no iba a volver y este año creo que va a ser el último .
¿Cómo lo lleva tu hija?
La primera vez que fui al Himalaya ya tenía 18 años. Eso era importante porque no me sentía tan responsable de ella, más pequeñita lo hubiera pasado más. Es difícil ser madre de un niño pequeño y venir a estas montañas porque el riesgo está ahí. Sabes que te puedes quedar y es duro.
En aquella primera expedición coincidiste con más mujeres en el campo base.
Había dos coreanas, una era Oh Eun-sun , también estaban Chantal Mauduit , otra catalana… fue algo muy especial porque pensaba que no habría mujeres en la montaña. Creo que la montaña es todavía un mundo de hombres. Mi padre nunca pudo asumir que a mí me gustase y jamás me dio la enhorabuena. Ni siquiera después del Everest, y tampoco me quiso dejar un céntimo nunca para venir a estas montañas. Sin embargo, la historia de los alpinistas hombres le parecía fenomenal. Seguro que si hacemos un recorrido por el campo base hay muchos hombres con hijos menores de edad y ninguna madre.
¿Por qué has elegido el este año el Dhaulagiri?
Dije que ya dejaba el ochomilismo, pero en realidad quería hacer una montaña más por la cosa de hacer siete ochomiles… Hablé con Carlos Soria y decidí embarcarme en esta montaña. En casa preferían esta a que me fuera a Pakistán, así que me animé. Aquí estamos, preparada para subir. Espero llegar arriba y volver aquí para contarlo*.
*Nota. Ninguna expedición consiguió hacer cumbre en el Dhalagiri esta primavera.