¿Qué nos viene a la cabeza al escuchar la palabra Mediterráneo? Playas de arena dorada, dietas saludables, la mítica canción de Joan Manuel Serrat, pueblos blancos y azules, puertos de pescadores, barcas amarradas, urbanizaciones al borde del mar… se nos puede ocurrir mil imágenes salvo «montañas».
Mediterráneo y montaña parecen conceptos contradictorios, pero esto ha empezado a cambiar. En 2013, varios grupos de acción regional europeos, entre los que se encontraba la Agencia de Desarrollo del Berguedà, lanzaron la idea de crear una red de montañas emblemáticas del Mediterráneo para compartir experiencias y fomentar un turismo diferente al que se asocia a nuestro mar.
Dos años después, ya bajo el paraguas del programa europeo de cooperación Interreg MED, la red, bautizada como EMbleMatiC, creció con la incorporación de nuevos socios de Francia, Italia, Albania y España. En la actualidad, el grupo está formado por nueve montañas: el Canigó y el Sainte Victoire, en Francia, el Etna y el Gran Sasso en Italia, el Monte Olimpo y el Psiloritis en Grecia, el Cika en Albania, y, en nuestro país, el Pedraforca y la Serra de Tramuntana. Y se espera que la red siga creciendo.
El fin de los socios de EMbleMatiC es muy sencillo de exponer: poner en marcha una oferta turística nueva y diferente, lo que llaman «turismo lento», basada en las singularidades naturales y culturales de las montañas que forman la red. ¿El modo de hacerlo? Crear nueve-eco viajes que pongan al descubierto esas singularidades.
En el caso español, los itinerarios ya han tomado cuerpo –y de forma muy distinta– en la isla de Mallorca y en la comarca catalana de El Berguedà.
En Mallorca, el Departament de Sostenibilitat i Medi Ambient del Consell de Mallorca ha trabajado en la creación de una ruta senderista que aprovecha parte del sendero GR 221, Ruta de Pedra en Sec, y escala las alturas occidentales de la Serra de Tramuntana tomando como referencia el Puig Galatzó. La han bautizada Ruta del Comte Mal por una leyenda protagonizada por el conde de Santa María de Formiguera.
Por su parte, la Agencia de Desarrollo del Berguedà, la comarca catalana donde se levanta el Pedraforca, ha diseñado un producto bautizado como Las 7 Caras del Pedraforca. La propuesta: un viaje de siete días para descubrir otros tantos aspectos diferentes del territorio que rodea a la bicéfala cumbre catalana.
El Berguedà es una moneda con dos caras: por una, ofrece la llanura de la depresión central catalana, y por otra, enseña las montañas pre-pirenaicas. A una le llaman el Baix Berguedà y a la otra el Alt Berguedà. Berga, la capital, es el puente entre ambas.
El río Llobregat y el pico Pedraforca son los dos protagonistas de su paisaje
El primero atraviesa la comarca de norte a sur. La silueta inconfundible del segundo emerge, casi por sorpresa, al sur de la sierra del Cadí. Es difícil encontrar una montaña más hermosa en todo el Pirineo. Se distingue de todas las demás por su forma de horca, reconocible incluso desde algunas cimas del Pirineo oscense.
Una montaña así es un regalo para la vista y una provocación para los montañeros, que la consideran una montaña de «prestigio». Pero el Pedraforca es mucho más que una montaña. En realidad es como un iceberg y no sólo por su forma: lo que vemos es sólo una pequeña parte de lo que «oculta», y lo que esconde es un territorio con una naturaleza en estado de gracia e inmensamente rico en tradiciones, historia, cultura popular, leyendas y paisajes únicos.
Las 7 Caras del Pedraforca
Con este extraordinario bagaje, la Agencia de Desarrollo del Berguedà ha preparado Las 7 Caras del Pedraforca. Este eco viaje, preparado a propósito para EMbleMatiC, es una singular y novedosa propuesta turística que invita a explorar a fondo la montaña por medio de siete «itinerarios» basados en otros tantos aspectos muy relacionados con ella.
Cada uno de ellos arranca de un museo o un centro de información especializado en el argumento que le da cuerpo y a partir de ahí se visitan espacios que permiten profundizar en él.
Además,cada una de las “Caras» incluye tres rutas para hacer a pie y otras tantas para bicicleta de montaña. Cada modalidad cuenta con una excursión corta, ideal para hacerla con niños, una de medio día y la tercera de jornada completa, que exige ya una buena preparación física.
El primero de estos itinerarios tiene como escenario el Valle de Tuixent y de la Vansa y lleva el nombre de Hierbas, remedios y mujeres que iban por el mundo, en recuerdo de las trementinaires, las mujeres que elaboraban ungüentos, aceites, jarabes y pomadas con hierbas y plantas medicinales.
Con sus remedios a lomos de mulos, las mujeres partían acompañadas de una joven aprendiz para venderlos por toda Cataluña e incluso Francia. Con el tiempo, el oficio se fue perdiendo y con él el conocimiento de las hierbas y plantas que permitió a las trementinaires a «ir por el mundo». El itinerario para empaparse de su historia comienza en el Museo de las Trementinaires, abierto en Tuixent.
Carbón y dinosuarios
La segunda propuesta lleva el llamativo nombre de Tierra, Carbón y Dinosaurios. ¿Cuál es la relación entre Geología, minería y dinosaurios? Como ya se ha dicho, el carbón fue la base de la economía del Berguedà hasta finales del siglo XX dejando una huella indeleble en el paisaje en forma de minas a cielo abierto y colonias mineras.
Muchos bergadanos recuerdan algún hecho relacionado con la industria que sumió a la comarca en una situación crítica cuando se cerraron las minas.
Una de esas minas, la de Fumanya, dejó al descubierto en 1985 un estrato con más de cuatro mil quinientas huellas de dinosuario, lo que supone el yacimiento de icnitas más importante de Europa.
A su lado se levanta el Centro de Interpretación de los Dinosaurios, imprescindible para saber más de los colosos que las imprimieron hace millones de años. A poca distancia de Fumanya, en la colonia minera de Sant Corneli, está el Museo de las Minas de Cercs, un lugar donde se puede revivir la dura vida de los mineros que habitaron la colonia y conocer la influencia de la minería en el pasado y presente de la comarca. La visita incluye un viaje en un pequeño tren que recorre una galería que estuvo activa hasta 1961.
Pablo Picasso protagoniza la tercera propuesta. ¿Y qué tiene que ver el pintor malagueño con el Pedraforca? Mucho, y lo descubriremos gracias a El Arte de Picasso en Gósol. El pintor, siendo muy joven, y presa de una profunda crisis artística, llegó con la que entonces era su compañera, Fernande Olivier, hasta la localidad de Gósol, a los pies del Pedraforca, buscando nuevas ideas. Y las encontró.
Los tres meses escasos que pasó Picasso en Gósol fueron cruciales para su evolución artística. En sus obras comenzaron a aparecer tonalidades de ocre muy presentes en el entorno del pueblo y las simplificaciones de las formas que se convertirían en su sello personal.
Una estatua en la plaza de Gósol rememora La mujer de los panes, una de las obras que el malagueño pintó allí. Gósol recuerda la estancia del pintor con un centro que recoge una importante muestra del centenar de obras que se atribuyen al período del artista en Gósol.
El Camino de Picasso, un itinerario senderista de sesenta kilómetros, resigue el camino que hizo la pareja a pie desde Guardiola de Berguedá hasta Gósol y el que después utilizaron para ir a Francia por el Pas de Gosolans.
Bagá es un pueblo pequeño con un centro medieval notable. Dicen que es, probablemente, el primer pueblo que creció de acuerdo a un plan urbanístico ideado por el Galcerán de Pinós allá por el siglo XIII.
En el palacio de los Pinós está instalado el Centro Medieval y de los Cátaros. Visitarlo es el mejor modo de conocer la historia de los Buenos Hombres, como se llamó a los cátaros, seguidores de un cristianismo puro y sencillo que repudiaba a la ostentosa Iglesia Católica de la Alta Edad Media.
El catarismo arraigó entre los habitantes del Mediodía francés, donde contaban con la protección de señores feudales. La iglesia los consideró herejes y los persiguió a sangre y fuego.
Algunos de aquellos Buenos Hombres cruzaron los Pirineos y se refugiaron en el actual Berguedà. Su fuga quedó plasmada en 1998 en el Camí dels Bons Homes, un itinerario senderista –con versión para BTT– de unos doscientos kilómetros que une el Santurario de Queralt, en Berga, con el castillo de Montsegur, en Ariège.
En este lugar dos centenares de cátaros fueron sacrificados en la hoguera. Es seguro que aquellos fugitivos saciaron su sed en alguno de los muchos arroyos y torrentes que corren por el Alt Berguedá y que son el argumento de Las Aguas del Pedraforca. En el Parque Natural del Cadí Moixeró nacen varios ríos, pero los dos más destacados son el Llobregat y el Bastareny.
El primero nace literalmente de la roca sobre la que se levanta Castellar de n’Hug y atraviesa la comarca de norte a sur partiéndola en dos partes casi iguales.
En el camino forma el embalse de La Baells, un pequeño mar interior donde se practican todo tipo de deportes acuáticos. El Bastareny, por su parte, es hijo reconocido de la Serra del Cadí y como su hermano mayor, brota de una gran pared de roca, en un entorno rodeado de árboles, bojes y musgo.
A su alrededor aparecen aliviaderos naturales como el Bullidor de Sant Esteve o el Bullidor de la Llet. No muy lejos, en la ruta de los Empedrats, se despeña el Salt de la Cua de Cavall, una preciosa cascada en un rincón idílico.
Berguedà en acción
Los alrededores del Pedraforca y toda la comarca en general, con sus muchos senderos, sus peñascos de todos los tamaños, sus pistas y sus barrancos, es un espacio con incontables posibilidades para practicar deportes de naturaleza y con el valor añadido de que se concentra en un espacio muy reducido.
Esta oferta es otra de las «Caras del Pedraforca». De todas las posibilidades que hay, imposibles de enumerar en estas páginas, destacaremos unos pocos ejemplos, como el descenso del barranco de l’Olla de Mel, una canal vertical y profunda que baja por los riscos de Gresolet hasta tocar el hayedo.
Es un barranco regulado y es preciso un permiso del Parque Natural del Cadí-Moixeró para bajarlo. Una alternativa más sencilla es el barranco del Forat Negre, en Vallcebre. A lo largo de su descenso hay rápeles, saltos, una cueva y pasos que sólo permiten el paso de una persona.
En otro orden de cosas, Vallcebre se ha convertido en un referente para los aficionados a las vías ferratas. En un espacio muy pequeño se reúnen tres itinerarios de diferente dificultad y perfectamente equipados. Algunas de estas vías, como La Canalassa, es apta para niños.
Muy cerca de la Montaña Mágica, en la carretera que une los collados de la Trapa y de Pradell, está el Parque de Aventura del Pedraforca donde niños y adultos pueden disfrutar de los circuitos montados en los árboles salvando puentes tibetanos, escaleras, tirolinas y redes.
Los aficionados a correr por montaña se sentirán a sus anchas en la Estación de Trail que comparten los municipios de Bagà, Guardiola, la Pobla de Lillet, Sant Julià de Cerdanyola y la Nou de Berguedà.
La estación cuenta con treinta itinerarios, señalizados y geolocalizados, que oscilan entre los siete y los ochenta y cinco kilómetros.
Hemos dejado para el final al propio Pedraforca. Ya se ha dicho que esta montaña es un icono del excursionismo y el montañismo, con varias rutas que suben a sus cimas gemelas, el Pollegó Superior, que alcanza los 2506 metros de altitud, y el Pollegó Inferior, medio centenar de metros más bajo.
Sus cimas son miradores excepcionales del Berguedà y la Cerdaña. Pero atención, no hay excursión fácil para llegar a estas puntas, todas exigen en algún punto utilizar las manos, y si no se tiene un nivel alto en montañismo es muy aconsejable contratar un guía.
En su cara norte, el mítico escalador Lluis Estasen abrió una vía en 1928 que se considera como un hito en la historia de la escalada catalana.
Hoy, muchas otras rutas surcan este impresionante monolito calizo. En el refugio que lleva su nombre, situado a los pies de la montaña, los escaladores encuentran acomodo e información de mano de su guarda.
Este refugio forma parte de uno de los trekking más populares del Pirineo: Cavalls del Vent.
El Pedraforca absorbe toda la atención de los viajeros, como si fuera un agujero negro, pero hay muchos puntos de interés a su alrededor, como el mirador de Gresolet, en Saldes, un conjunto de balcones que ofrecen unas magníficas vistas tanto del Pedraforca como de las sierras de Ensija y del Cadí.
Una visita al Centro de Información e Interpretación del Macizo de Pedraforca, en la poblacion de Saldes, nos desvelará muchos de los secretos que esconde esta poderosa montaña y el territorio que la rodea: su origen, sus caminos, el patrimonio histórico y cultural crecido a su sombra, su flora y fauna… en fin, todas las facetas y caras del Pedraforca.