El potencial de Rein in Taufers parece no tener fin, según la mente y la creatividad de Simon Gietl y la disposición a la aventura y la exploración de nuevas líneas de Martin Feistl. Ambos comparten filosofía y concepto en esto de las aperturas de vías mixtas. Apenas un par de días después de haber realizado juntos la primera ascensión de Affogato (150 m, M6, WI7) redoblaron la apuesta firmando la apertura de Zirmol (150 m, M8, WI4).
Ambas creaciones llegan días después de que Simon Gietl estrenara Krampus (220 m M7, WI5+) con Aaron Durogati, también en Rein in Taufers, y apenas un mes después de haber concluido con Vittorio Messini el trabajo en Eywa (570 m, WI6, M6) en el Sass Pordoi.
Un día de descanso
La génesis de Zirmol se gestó el mismo día en que Simon Gietl y Martin Feistl encadenaron Affogato. Según cuenta este último en sus redes sociales, después de aquella primera ascensión, ambos fueron a explorar las condiciones que presentaba el hielo valle arriba. “Me sentí como si estuviera en un arenero de niños gigante”, apunta, y añade que “no importa dónde nos detuviéramos, siempre teníamos las mismas líneas en mente, las mismas ideas para la vía y las reuniones y cuando más arenosa era la roca que mirábamos, más atractiva nos resultaba”.
Anotaron varias opciones y Martin Feistl aguantó un solo día en su casa antes de tomar el transporte público a primera hora de la mañana siguiente para regresar de vuelta a reunirse con Simon Gietl.
Un largo aterrador
Directamente, se fueron a escalar al proyecto más prometedor que tenían entre manos. “Durante muchos años, había soñado en hacer algo nuevo en este muro, que solo tenía una vía preexistente en el borde izquierdo, aunque por otro lado siempre hay muy poco hielo y me emocionaba año tras año de ver si como estaría”, comenta Simon Gietl sobre la línea elegida.
“Cuando Martin Feistl y yo fuimos a comprobar el lugar después de nuestra última salida, nos sorprendimos de lo que vimos”, continúa explicando, y desvela que “había hielo donde nunca antes lo había visto y parecía posible encontrar una vía lógica y que valiera la pena”. El objetivo al meterse en la pared fue el de “encontrar la línea más fácil en la parte más difícil del muro”.
Se metieron a ello sin dudar ni un instante y, del tirón, hicieron tres largos a vista. Sin embargo, el L4 era harina de otro costal. Martin Feistl lo comenzó siguiendo el mismo estilo pero él mismo admite que “mis pantalones ya pesaban en los últimos metros y como el objetivo no era dejar una vía extremadamente salvaje (también me estoy haciendo mayor), me senté en mi piolet y metí dos fantásticos clavos en el crux a golpe de martillo. Fijamos las cuerdas y rapelamos a tiempo para el final del día, felices de saber que habíamos encontrado algo especial”.
Ese L4 es un largo muy desplomado y con buena protección natural. Con los dos clavos, Martin Feistl espera que “pueda ser debidamente disfrutado por muchas personas, y todavía no está sobreequipado”.
Comentarios