En el otoño, antes de la caída de las primeras nevadas, es el momento para sacar el equipo que tienes almacenado desde la temporada anterior y dejarlo listo para cuando por fin llegue el esperado reencuentro con la nieve. Repasamos a continuación las pautas a seguir con los distintos elementos.
Tablas
En primer lugar es importante verificar que la torsión y flexibilidad de las tablas sea la correcta, comprobando de este modo que la estructura interna del esquí no se ha visto afectada por el almacenaje.
En cuanto a las suelas de las tablas, se recomienda limpiarlas con disolvente para quitar los restos de polvo o residuos que pueden haber quedado adheridos. Tras dejarlas ventilar un día entero para que se evapore el disolvente, pasaremos una lija de madera suave para quitar los restos en la capa superficial. Si observamos que tienen rayaduras o agujeros, podemos utilizar Cofix para repararlo.
Si vemos que la suela tiene un tono blanquecino, es señal de que se ha deshidratado en durante el almacenaje; vendrá bien entonces aplicarle una pequeña capa de cera caliente que luego rascaremos con una rasqueta especial de cera.
A la hora de encerarla (con la ayuda de una plancha de encerar para calentarla), aplicaremos una capa homogénea en toda la superficie. Recomendable usar ceras orgánicas, como las que fabrica la firma barcelonesa Nzero, hecha un 100% de materiales naturales no tóxicos y orgánicos.
Cuanto mejor esté encerado el esquí, mejor se adhieren luego las pieles de foca a la superficie. En los cantos es posible que se haya acumulado algo de óxido durante el tiempo que no los hemos utilizado. Tendremos que limpiarlos frotándolos con un paño aceitado.
Procederemos luego a limarlos para suavizar todos los roces que tengan los cantos, manteniendo un ángulo uniforme de 90º.
Si no disponemos de las herramientas adecuadas para su reparación, o bien los daños que observamos en las tablas son considerables, es el momento de llevar los esquís a un taller de confianza que nos los pongan a punto.
Botas y fijaciones
Antes de volver a calzarnos las botas a principio de temporada, sacaremos los botines unos días antes y los orearemos quitando las plantillas, comprobando que no tengan humedades u olores desagradables.
También revisaremos los enganches de la carcasa y comprobaremos el buen estado de la suela de la bota. Igualmente es necesario comprobar que las botas quedan bien en las fijaciones. Has de calzarte la bota y fijarla en el esquí, verificando que sale de su sitio con unos movimientos.
Si por el contrario no sale, o bien el movimiento es demasiado holgado y salen con demasiada facilidad, es el momento de llevarlas a reparar o plantearte cambiar de fijación.
Pieles
Las pieles suele ser el elemento que más trabajo de poner a punto. Si las pieles están muy decoloradas y desgastada, quizá ha llegado el momento de cambiarlas. Es probable que el pegamento se haya degradado por los meses de almacenamiento en el verano, sobre todo si han tenido que soportar temperaturas altas.
Si comprobamos que el pegamento está en mal estado, tendremos que proceder a eliminarlo, lo que podemos hacer con una plancha caliente (preferiblemente una especial para cera, que permite regular la temperatura) y con un papel entre medias (una bolsa de papel puede servirnos).
Ponemos el papel sobre el pegamento en mal estado, aplicamos por encima la plancha caliente y vamos retirándolo (si el papel sale con facilidad es que estamos en la temperatura correcta, si no es así, hemos de subir un poco la temperatura, intentando siempre que sea la mínima posible).
Si necesitamos retirar más pegamentos, podemos ayudarnos con una espátula. Hemos de dejar una superficie lo más lisa posible. Después aplicaremos el pegamento específico para pieles que hemos comprado previamente, intentando aplicarlo de manera uniforme (nos podemos ayudar con una espátula) y lo dejaremos secar el tiempo indicado por el fabricante, en posición horizontal.
Si, una vez seco, vemos que no ha quedado de manera uniforme, podemos reaplicarlo. Esta limpieza y aplicado de pegamento de las pieles lo podemos hacer en toda la superficie o bien solo en la parte que sea necesario.
Bastones, gafas, ropa
Una vez hayamos revisado el equipo principal, no hemos de descuidar otros elementos como los bastones, de los que revisaremos la punta para asegurarnos que no esté ropa y miraremos también que la roseta no tenga ninguna grieta.
Del mismo modo, comprobaremos que las lentes o máscara están en buen estado, que la goma no ha perdido elasticidad durante el almacenaje y que nuestra vestimenta está en buen estado de uso.
Y vuelta a guardarlo todo (Fin de temporada)
Una vez termine la temporada, toca volver a almacenarlo todo en las mejores condiciones, para asegurarnos un buen mantenimiento para cuando volvamos a necesitar el equipo.
Para ello, deberemos aflojar el Din de las fijaciones y engrasarlas para que se conserven mejor. También limpiaremos las suelas de los esquís con disolvente y observaremos que no tengan daños profundos que requieran una reparación profesional.
Igualmente, analizaremos la parte superior de los esquís para comprobar que no tienen marcas o agujeros. Guardaremos los esquís en un lugar a ser posible seco y que no tenga fuertes contrastes de temperatura. Antes de guardar las botas, sacaremos los botines y comprobaremos que están totalmente secos.
Después de esto, podemos volver a guardarlos utilizando algún producto antibacteriano, con papel de periódico y prestando atención a que la lengüeta quede correctamente posicionada.
También nos fijaremos en dejar los ganchos cerrados en una posición sin tensión. En cuanto a los bastones, comprobaremos que están secos y limpios (no los aceitaremos), para proceder a su almacenaje hasta el próximo invierno.