Sergi Latorre es escritor, guionista de televisión y cine, diseñador de videojuegos y profesor de narrativa. Sus años de festivales de rock le han entrenado para dormir como un bebé aunque a su alrededor se desate el infierno. Y de esto también habla en el libro Solo es andar. La Transpirenaica desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo, donde recorre cada paso de la travesía, 800 kilómetros a lo largo de hayedos y prados alpinos, valles glaciares al pie de los picos, collados y barrancos, tarteras y pueblos perdidos, tormentas y cielos estrellados.
Los dibujos animados de “los autos locos” le gustaban mucho de niño, y ve cierto paralelismo entre sus personajes y los montañeros con los que se encontró haciendo la Transpirenaica.
Solo es andar
La Transpirenaica desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo
«En la montaña no existe la competición, la Transpirenaica no es una carrera, y, como en “los autos locos”, nos íbamos adelantando y dejándonos atrás unos a otros sin importar cuándo llegáramos a la meta: ganábamos todos».
Sergi Latorre
Y con esta mirada abierta y divertida Sergi nos cuenta en Solo es andar un viejo sueño de juventud, mezclando lo vivencial con lo práctico de manera que puede servir como una especie de guía extraoficial que acompañe tus pasos.
Un libro sincero, ameno, minucioso que trasmite amor por la cultura montañera y los Pirineos. Que ayudará a entender la travesía en su totalidad y quizá a dar un pasito hacia algún sueño.
Le preguntamos por algunos de los secretos de este texto que habla del sueño de unos cuantos
Tu objetivo era hacer entera y del tirón la Transpirenaica y aseguras que era un viejo sueño…
Sí. Mi amor por la montaña en general y por los Pirineos en particular nació en mi infancia, gracias a mis padres, y cuando descubrí en la adolescencia la existencia de un camino que cruzaba de punta a punta los Pirineos supe que algún día lo haría… ¡O al menos lo intentaría! La palabra «sueño» se repite mucho en el libro para referirse a la Transpirenaica; me encontré a muchos montañeros que la estaban haciendo o pretendían hacerla en el futuro, y para nadie era un proyecto, o un reto deportivo: todos se referían a ella como un viejo sueño a cumplir.
¿Qué crees que es lo más decisivo para lograr un objetivo o, como tú dices, cumplir un sueño de este tipo?
Obviamente, la forma física tiene su importancia pero, sin duda, creo que lo más decisivo es la fuerza mental, la motivación. La Transpirenaica no tiene ninguna dificultad técnica más allá del esfuerzo de caminar cada día tantos días, y conocí a veinteañeros muy en forma que abandonaban por hartazgo y señoras de setenta años que la estaban terminando del tirón. El título, Solo es andar, se refiere a esto, y fue para mí como un mantra, una idea poderosa a la que recurrir en caso de que mis fuerzas o motivación flaquearan: por muchos kilómetros o desnivel que enfrentara en la Transpirenaica, solo es andar.
«Esto a Messner no le pasa en sus libros… », cuenta, cuenta.
Bueno, me pasaron bastantes situaciones surrealistas durante la aventura y, como fan de la literatura de montaña y de Messner, puedo asegurar que no son el tipo de situaciones que esperamos encontrar en sus libros o en una travesía montañera (risas). En el libro las cuento.
Dices en varias ocasiones, la Transpirenaica ya no es solo mía…
Sí. Recibí mucho apoyo de mi familia y amigos cuando preparaba la aventura, de otros montañeros y paisanos de los pueblos durante la travesía, y sus buenos deseos hacía mí se convirtieron en una importante fuente de motivación y de energía, pero también me sentí obligado a conseguir mi objetivo por la confianza que habían depositado en mí. De ahí que mi Transpirenaica no sea solo mía: es también de ellos.
Hacerla solo ¿pros y contras?
Bueno, en realidad caminé muchos días acompañado por otros montañeros, por otros soñadores, pero la mayor parte la hice solo. Caminar acompañado, además de la ventaja obvia que es la seguridad, hace más amena la marcha y vivir una experiencia como esta une mucho; la gente que anda por allí arriba, con la que compartes el amor por la montaña, suele ser gente hermosa o, al menos, esa es mi experiencia, y he hecho grandes amigos. Pero me gusta ir al encuentro de la naturaleza solo porque la inmersión en ella es más profunda si no tienes a nadie al lado hablando, si tu único interlocutor es la montaña. Y luego, claro, está la independencia de poder tomar cualquier decisión, algunas veces difíciles en una aventura como esta, sin estar condicionado por nadie.
Hablas de que la Transpirenaica impone una gestión constante y vital del día a día.
Sí. Ya tenía experiencia en travesías montañeras de varios días pero la más larga creo que fueron diez, y la Transpirenaica supone una media de cuarenta. Incluso para una simple excursión de un día debes tener muy en cuenta factores como el agua, la comida, el refugio, la ruta, el clima, el estado físico… ¡Ahora multiplica eso por cuarenta! Debes pensar en la etapa de ese día pero tener un ojo puesto en las próximas, y todas ellas dentro de un proyecto que abarca varias semanas, lo que supone saber gestionar y jugar con todos esos elementos. Pero bueno, no hubo problema: ¡planificar este tipo de cosas me encanta y me divierte!
¿Qué querías transmitir en Solo es andar?
A veces empiezas a escribir con una intención y, al terminar, descubres que han surgido cosas con las que no contabas. Quería transmitir, primero, mi amor por la montaña, por los Pirineos y el senderismo. Quería reivindicar la cultura montañera, que creo amenazada por la masificación actual. Quería también que fuera un libro práctico, que sirviera de guía no oficial del GR11 para aquellos que pretenden recorrerlo. Esperaba escribir un libro que gustara a los montañeros, a los que han hecho la Transpirenaica o sueñan con hacerla, pero también llegar a quienes nunca la harán. Antes mencionabas a Messner: gracias a él y a otros he subido varias veces a un ochomil, y espero que gracias a mi libro otros puedan hacer la Transpirenaica desde casa. También quería que fuera un libro motivador, que provocara en el lector muchas ganas de subir al monte, y por lo que me dicen los primeros lectores parece que lo he conseguido. Pero visto en perspectiva creo que el libro encierra fundamentalmente un mensaje optimista de amor a la naturaleza, a la gente, a la vida y a la aventura. Supongo que es mi tema porque La mirada del viajero tiene el mismo mensaje.
El sitio más curioso donde hayas dormido en la travesía…
¡Hay unos cuantos! Mi intención era ser lo más independiente posible, evitar refugios guardados, hostales y campings, y tirar de tienda, vivac y refugios libres. Eso ha supuesto algunas situaciones surrealistas… Quizás el lugar más curioso fue un castillo de madera de los columpios de un pueblo (risas). También hubo frontones en Navarra, ermitas embrujadas en Aigüestortes… Mi principal consejo a senderistas: ¡alejaos de las campanas!
¿Cómo que solo es andar…?
Bueno, como te contaba fue mi lema, mi grito de guerra para motivarme, y sí, en cuanto a reto deportivo y esfuerzo, la Transpirenaica solo es andar. Por supuesto, en cuanto a aventura, a experiencia vital, es muchísimo más. Espero haberlo sabido transmitir en mi libro.
La Transpirenaica era un viejo sueño de juventud que cumplí, y que Ediciones Desnivel haya publicado mi libro de montaña ha supuesto cumplir otro.