El río Casañu (Casaño) es el principal tributario del Cares, ha excavado en las cercanías del pueblo cabraliego de La Molina uno de los cañones deportivos más conocidos de la periferia de los Picos de Europa, el Pompedru, un descenso corto y asequible que nos muestra otra faceta de la privilegiada naturaleza calcárea de este macizo. Sin grandes dificultades técnicas más allá de algún pequeño rápel, es no obstante un cañón divertido y lúdico en el que la roca se nos muestra espectacularmente trabajada por el cincel del agua. Un estrecho muy encajado y bien formado, oscuro y acuático, conforma el primer tramo, mientras que el segundo tramo lo constituye un bonito caos de bloques con algunos pasos oscuros, casi subterráneos. Todo ello aliñado con un caudal siempre abundante, varios saltos, y un paisaje excepcional.
Aguas frías y limpias
Hay que tener en cuenta que este descenso sólo es factible en época estival, ya que el resto del año baja con un caudal excesivo, con avenidas impresionantes en deshielo. Incluso en verano deberemos prestar atención al caudal y a la meteorología del día previo. Hemos comprobado cómo tras diez horas de lluvia intensa en el Macizo Occidental de los Picos el Casañu incrementó en más de treinta veces su caudal a su paso por Pompedru. El aumento del volumen de agua empezó a notarse quince horas después de que comenzara la lluvia, y el pico de la crecida llegó dos horas después, con un sol espléndido en un cielo sin nubes. No en vano la surgencia del Oyu la Madre, nacimiento del río Casañu, es uno de los principales puntos de drenaje de todo el Macizo Occidental.
Aproximación
Iniciamos la actividad en La Molina (Cabrales) donde dejaremos el vehículo. Salimos caminando por el extremo contrario del pueblo, donde tomamos una antigua calzada romana que conserva en algunos tramos su empedrado original. Este es el inicio de la ruta de la Garganta del Casañu, muy visitada por senderistas. Tras 15 minutos sin grandes desniveles llegaremos al arco natural que da nombre al cañón y a los dos puentes, uno de ellos medieval, que cruzan sobre lo más estrecho del barranco. Seguimos por nuestra derecha, sin cruzar ninguno de los dos puentes, para entrar pocos metros más allá al cauce, junto a una amplia cueva, donde comenzaremos el descenso.
Descenso
Ya en el agua, y tras un primer tramo por cauce abierto con grandes bloques, tendremos frente a nosotros la entrada al estrecho,en la que ambas paredes (una de ellas, en realidad, un bloque ciclópeo) llegan a tocarse. El cañón se encaja en un oscuro pasillo inundado, entre paredes pulidas de 20 metros de altura formando una primera cascada por la izquierda. Nosotros tenemos la instalación para el primer rápel por la derecha, el de más altura y el único obligado de todo el descenso. Este rápel nos deposita en el fondo de la galería umbría, junto a la marmita de la cascada. La salida de esta marmita es un tobogán, en el que no debemos dejarnos arrastrar por la corriente hasta el siguiente resalte, sino que tendremos que ganar un bloque a la derecha (normalmente hay instalado un pasamanos). Desde este bloque saltaremos a la siguiente badina, sombría y profunda y por la que nadaremos hasta ganar a la salida de la misma una repisa amplia por la derecha. Es importante no dejarse llevar por la corriente en este punto y subir a la repisa, si no queremos llevarnos un buen susto. Una vez en la repisa es factible el salto a la siguiente marmita aunque también hay una instalación de rápel, la cual pone fin al tramo más estrecho y estético del cañón. A la salida de esta marmita recibiremos por la derecha un afluente (normalmente seco en verano) y daremos comienzo al segundo tramo del barranco, un entretenido caos de bloques.
Al inicio de este tramo se progresa sin grandes dificultades más allá de algún resalte, y al poco podremos meternos por la derecha a una cueva entre bloques, inundada. Al fondo de la misma un pozo estrecho, que se destrepa en oposición o se rapela, nos deja en un fácil paso sifonante que nos devuelve a cauce abierto. Tras un trecho sin especiales dificultades, otro amontonamiento de gigantescos bloques forma un nueva cueva a la que el río se precipita por diversas cascadas. Son varios los modos de entrar a esta cueva, pero los más obvios son mediante cortos rápeles, bien por el centro del caos, o bien por la izquierda. De pronto uno se siente engullido por las descomunales rocas, sumergido con el río en las profundidades del caos de bloques. Superada esta cueva, unos resaltes y un paso sifonante nos dejan en una amplia poza, que invita a saltar desde distintos bloques y que marca el final del barranco. Según el grupo hasta aquí nos habrá llevado más o menos una hora.
Regreso
El camino de regreso lo tomamos por la ladera izquierda tras superar la última poza, donde se hace evidente el fin de las dificultades. En un zigzagueante ascenso por una trocha a través del bosque alcanzaremos al poco el camino empedrado empleado en el acceso, y desde aquí ya por terreno conocido hasta el coche, al que llegaremos en quince minutos.
Ficha técnica
Dificultad: baja.
Horario de aproximación: 15 min.
Horario del descenso: de 40 min a 1 h 30 min.
Horario de regreso: 15 min.
Altitud del inicio: 340 m.
Longitud: 700 m (1,7 km hasta los molinos).
Desnivel: 40 m (60 m hasta los molinos).
Instalación: excelente. Parabolts y espits, con pasamanos y cuerdas fijas para facilitar los destrepes.
Material: neopreno, arnés, descensor, casco y cuerda de 20 metros.
Mejor época: tan sólo en verano y siempre condicionado por la meteorología de los días antecedentes.
Mapa: hoja 55-II del IGN, escala 1:25.000.