CORDILLERA DESCONOCIDA

La montaña Palentina

Quienes se aventuran por el norte de Palencia quedan sorprendidos. Después de las extensas llanuras cerealistas, topan con un horizonte agreste y severo que pugna en grandiosidad con los cercanos Picos de Europa. Son las montañas de Fuentes Carrionas.

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Montaña Palentina.
Montaña Palentina.
Vista desde la cumbre del Peña Prieta Foto:Santiago VázquezVista desde la cumbre del Peña Prieta Foto:Santiago Vázquez

En el confín más remoto e inaccesible de la provincia de Palencia se levanta una espectacular y casi desconocida cadena montañosa. Sus picos y crestas, modelados por el hielo en la dura y apretada caliza, sobrepasan los 2.500 metros de altitud y conforman un singular relieve a base de fantásticas agujas, altivos cantiles y valles profundos. Es la Montaña Palentina.

Este nombre ha tenido tanta fuerza y raigambre que parece definir un sistema montañoso único. Sin embargo, esta zona se enmarca en el contexto más amplio de la Cordillera Cantábrica y tiene como ilustre vecino a Picos de Europa. Esta vecindad es la causa, sin duda, de su relativo desconocimiento por parte de la comunidad montañera.

Sobre esa realidad pedregosa e inclinada se asienta otra realidad, la de los bosques, las praderías, los ríos, los pueblos y los embalses. Abundan los lagos de origen glaciar y dos importantes ríos de la Meseta Norte, deudores del castellano Duero, tienen sus fuentes en estas montañas: el Carrión y el Pisuerga. El primero de ellos nace en el corazón más escarpado de la montaña y su laguna se conoce con el nombre de Fuentes Carrionas, topónimo del que toma nombre toda la zona y el parque natural que la protege.

Por su parte, el Pisuerga brota en Fuente Cobre, al menos en apariencia, porque su origen se sitúa bastante más arriba, en Sel de la Fuente, donde confluyen las aguas del circo glaciar de Covarrex; y allí mismo se entierra, nada más nacer. Su recorrido continúa por las entrañas de la montaña durante más de dos kilómetros, emergiendo en la Fuente del Cobre. Su paseo por el subsuelo ha esculpido un entramado de cuevas de una belleza espectacular, como bien saben los espeleólogos.

Una montaña, una comarca

La Montaña Palentina es una comarca natural situada en la parte más oriental de la Cordillera Cantábrica, en el límite septentrional de la Comunidad castellano-leonesa. La mitad norte del territorio es una zona de características geográficas propias de la alta montaña, aunque atemperadas por su orientación sur y corresponde a los valles y cumbres que conforman los macizos de Fuentes Carrionas y de Fuente Cobre. La parte más meridional la dibuja un paisaje de transición entre la montaña y la meseta: son los suaves paisajes de los valles de la Ojeda y la Valdavia junto con los páramos de la Lora, al este, en el entorno de Aguilar, y el enclave palentino del valle de Valderrible, en la cuenca del río Ebro.

Las tres cuartas partes de los cerca de 31.000 habitantes que hay en la comarca se concentran prácticamente en cinco pueblos: Guardo, Aguilar de Campóo, Cervera de Pisuerga, Barruela de Santullán y Velilla del Río Carrión. Lugar fronterizo de cierto rango en la Edad Media y capital de una cuenca minera en declive, Guardo es hoy el centro comercial y de servicios de un amplio territorio que incluye todo el sector occidental de la Montaña Palentina. Situada a escasos kilómetros de Guardo, Velilla del Río Carrión es la puerta de entrada al valle del Alto Carrión.Una de las villas más dinámicas de toda la provincia y centro industrial de la producción de galletas, una actividad que perfuma el aire, Aguilar de Campóo conjuga armoniosamente la modernidad con los abundantes vestigios de su pasado medieval y puede considerarse el centro neurálgico del sector oriental de la comarca. Cervera de Pisuerga, cabecera del sector central de la misma., conserva un aire medieval, herencia del pasado, y ha alcanzado fama gracias a las excelencias de su producción de carne de ternera.

A diferencia de la cuenca del Carrión, esta zona central de la montaña ha conservado casi intacta su arquitectura tradicional. San Martín de los Herreros y Rebanal de las Llantas son dos buenos ejemplos de ello. Ambos conservan casas típicamente montañesas construidas con una urdimbre de varas que después se recubre con barro o ladrillo. Más al norte, la piedra y la teja son todavía elementos insustituibles de espectaculares casas que recuerdan en algunos aspectos a las vecinas lebaniegas.

Una montaña, tres geografías

En contraste con la piedra desnuda de las cumbres, al abrigo de los valles nacen bosques profundos que crean su propio universo. Los hayedos y robledales que se desparraman desde el norte, contienen toda la magia y misterio de los bosques húmedos, ésos que el folclore supone poblados de duendes, brujas, fieras y dragones. Además de hayedos y robledales, también hay lugar para bosques mixtos y sabinares, completándose así una diversidad difícil de contemplar en otros lugares.

Resulta fácil comprobar que la Montaña Palentina no constituye un territorio uniforme, sino que pueden distinguirse tres unidades geográficas bien diferenciadas. Al sur, «el país de las suaves colinas», un paisaje ondulado en el que alternan prados,piornales, bosques y tierras de labor, que invita a pasear por sus veredas y adentrarse en sus pequeños pueblos, donde abunda el arte románico.

Al noreste, donde la cordillera se achica para fundirse en la depresión del Ebro, se hallan las estribaciones del Páramo de la Lora y del propio valle del Ebro que se caracterizan por los parajes abiertos del alfoz de Aguilar de Campóo, surcados por el río Pisuerga, que rompe el páramo calizo en cañones como el de la Horadada.

Al norte se erige la alta montaña, constituida por los grandes macizos de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre; el más interesante desde un punto de vista montañero. Es un espacio ocupado por lagos glaciares, pastos alpinos y picachos cuyas siluetas abruptas magnifica el aislamiento. Buenos ejemplos son el Espigüete, pirámide solitaria y visible desde muchos kilómetros a la redonda; o el Curavacas, poderoso bastión cuya forma dignifica la cordillera; o el que es, posiblemente, el mejor lugar para contemplar en todo su conjunto los tres macizos de Picos de Europa: Peña Prieta; pero hay más: Tres Provincias, Pico Murcia, Peña Labra, Valdecebollas… y así hasta una veintena de montañas que sobrepasan los dos mil metros y que no defraudan a los montañeros que se aventuran por estos solitarios pagos.

Los tres gigantes amables

De entre ese rosario de montañas que se levanta en el vértice palentino, hay tres que destacan con derecho sobre el resto. Son Curavacas, Espigüete y Peña Prieta.

El Curavacas es la más legendaria de las montañas del lugar y a ello ha contribuido sin duda su fenomenal estampa teñida de un peculiar color verdinegro que produce una impresión de hostilidad. Esta mole oscura es considerada la protagonista principal de la historia del alpinismo palentino.

No obstante, el pico más esbelto y conocido de la montaña palentina es el Espigüete: la belleza de esta cumbre, desde cualquier lado que se mire, es indiscutible.Su altitud, la facilidad de aproximación y la posibilidad de acceder a su cumbre por distintas vertientes y vías, con distintos grados de dificultad pero todas ellas elegantes y muy montañeras, hacen del Espigüete el símbolo indiscutible de la Montaña Palentina.

Y por último Peña Prieta; se encuentra situada en posición excéntrica respecto del centro del macizo, en el extremo noroccidental del mismo, muy próximo a la divisoria de aguas. Su cumbre, una punta ligeramente aislada ya más cántabra que castellana, es de fácil acceso, incluso en invierno. Y la recompensa de llegar a ella es obtener la que probablemente sea la panorámica más completa y emocionante de Picos de Europa. Los montañeros que aborden su ascensión harán bien en llevar un mapa de Picos para ayudarse en la agradable tarea de identificar las montañas y picos que desde allí se divisan.

Románico palentino

En el montañoso norte de Palencia se concentra uno de los mayores y más notables conjuntos de arte románico de todo el mundo. La situación geográfica de Palencia, limítrofe con los condados castellanos, convirtió estos territorios en escenario habitual de los conflictos entre las casas reales de Castilla y León.Este carácter fronterizo del norte de Palencia facilitó la llegada y la penetración de influencias de los grandes focos creadores de Burgos y Sahagún. La ermita de San Pelayo, en Perazancas de Ojeda, muy cerca de Cervera de Pisuerga, es el testimonio del primer románico en la provincia. Fue edificada en el siglo XI y su interesante decoración pictórica en el XII. En la provincia de Palencia se han catalogado hasta 125 edificios románicos, buena parte de los cuales se hallan situados en el sector oriental de la montaña palentina, en el entorno de Aguilar de Campóo.

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