Sendas del Robledal y de Carretas en Guadalajara

El hayedo de Tejera Negra fue la semilla del actual Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. Este singular bosque, que cuenta en su currículo con ser uno de los hayedos más meridionales de Europa junto con los de Montejo de la Sierra, Riofrío de Riaza y Puertos de Beceite, está protegido desde 1978, y en 2011 se integró en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara como Zona de Protección Especial del mismo. Tejera Negra cuenta además con otra medalla de oro: pertenecer al reducido grupo de hayedos europeos declarados Bien Natural Patrimonio de la Humanidad.

El pico Buitrera es una de las cumbres de más de dos mil metros que se levantan en el Parque Natural. En su vertiente oriental, una orla de afiladas cumbres forma un perfecto circo en el que nacen los ríos Lillas y Zarzas. Las particulares circunstancias de orientación, relieve y humedad se han conjugado para que aquí sobreviva uno de los hayedos más singulares de Europa.

La importancia de este hayedo no reside en su extensión sino en su localización, en el centro peninsular. Su presencia aquí se debe a que es un bosque relíctico, que se estableció en épocas anteriores en que el clima era más frío y húmedo que en la actualidad.

Este hayedo fue talado a mata rasa en 1860 y 1960. Por ello, los ejemplares son relativamente jóvenes, procedentes del rebrote de los tocones de árboles cortados, aunque en algunas zonas existen ejemplares de más de 300 años. Pero no son solo las hayas las responsables de la belleza de este rincón: los robles, presentes desde la entrada al mismo y que cubren gran parte de sus laderas, y otros árboles como serbales, arces, olmos, tejos (más abundantes en el pasado) o abedules, componen un paisaje excepcionalmente colorido en otoño.

Es una excursión corta, de seis kilómetros, que comienza en un aparcamiento que hay al final de la pista que comienza en el pueblo de Cantalojas. En temporada alta, que aquí es el otoño, hay que reservar para utilizar este aparcamiento. Hay una manera más “excursionista” de visitar el hayedo sin necesidad de hacer reserva, y es utilizar la Senda del Robledal que se une a la anterior en el interior del hayedo.

Ruta

La ruta está balizada con postes verdes y comienza junto al Centro de Visitantes del Parque Natural, situado a 2,5 kilómetros de Cantalojas, en cuyo aparcamiento podemos dejar nuestro coche sin necesidad de reserva.

Durante medio kilómetro discurre paralela a la pista forestal de acceso al aparcamiento superior, hasta llegar a un vallado que se atraviesa por un paso canadiense. Tras este, giramos a la izquierda tomando una vereda que nos lleva al río Lillas, pasando cerca de una taina, que es como se llama en esta sierra a los cobertizos construidos para guardar el ganado.

Descendemos y cruzamos el río Lillas por un bonito puente de pizarra típico de la zona y continuamos hasta otra taina. La senda gira a la derecha y sube a la cresta que separa los dos valles de los ríos Zarzas y Lillas. Las hayas aún no hacen aparición. A cambio gozamos de la sombra de los robles melojos que se alternan con matorrales de jara y pastizales de alta montaña, como el de La Torrecilla, llamado así por la pequeña torre de piedras de pizarra levantada por los pastores.

En La Torrecilla la senda se convierte en pista forestal, que seguimos sin perder el rumbo. A esta pista se le une por la derecha otra que viene desde Cantalojas (por la cual llega una ruta señalizada con postes rojos para bicicletas). Continuaremos hacia la cabecera de los valles, por la línea de cumbres, hasta llegar al collado del Hornillo, en el que se separan ambas rutas (a pie y en bicicleta).

Giraremos entonces a la derecha, abandonando la pista forestal para adentrarnos en otra pista que se introduce en el bosque de pino silvestre y que nos lleva hacia la Senda de Carretas. Poco a poco van apareciendo las hayas que se van haciendo más abundantes a cada paso. En un cruce nuestro itinerario enlaza con la Senda de Carretas que utilizaremos hasta el aparcamiento superior.

A la sombra de las hayas, entre las que se aprecia algún que otro tejo, llegamos al punto más alejado de la excursión: la pradera de Matarredonda, un buen punto para hacer todas las fotografías del mundo, almorzar y descansar un rato antes de comenzar el regreso.

A poco de iniciar el descenso toparemos con la Carbonera, estructura tradicional formada por pilas de leña cubiertas de hojarasca y tierra que reproduce las antiguas carboneras utilizadas para obtener carbón.

En menos que canta un gallo llegaremos al aparcamiento.

El camino de vuelta a pie discurre, sin dificultad de orientación, por el pastizal junto al río Lillas, aguas abajo. En este tramo no existe un sendero definido en el pastizal, pudiendo cruzar el río a voluntad en función del caudal que lleve este.

En época de mayor caudal del río, se recomienda ir por su margen izquierdo. En el camino encontraremos la Taina Grande que aún se usa. Cuando lleguemos al puente sobre el río de la pista procedente de Cantalojas, continuaremos por la propia pista de vuelta al Centro de Visitantes.