La Gomera supera por muy poco los 370 kilómetros cuadrados y en su parte más ancha no llega a los 25 kilómetros, pero guarda en su interior tanta belleza que representa perfectamente el popular refrán que asegura que la esencia se guarda en frascos pequeños.
El origen de esta pequeña isla, situada en el grupo de las Canarias Occidentales, es volcánico, como el de sus hermanas, pero se diferencia de ellas en que no ha sufrido erupciones desde hace al menos dos millones de años por lo que la erosión ha tenido tiempo de esculpir barrancos, acantilados, riscos o playas con formas muy singulares.
Pero si hay que elegir algo que destaca sobre los demás, son los roques, antiguas chimeneas de salida de magma en los que se formaron grandes acumulaciones de lava que quedaron al descubierto.
A pesar de que carece de ríos, La Gomera es un vergel gracias a que los vientos alisios procedentes del Atlántico forman espesas nieblas que “riegan” las frondosas selvas responsables de que la isla sea un enclave excepcional, como demuestra el hecho de que cuente con diecisiete espacios protegidos, entre ellos el Parque Nacional de Garajonay, que representan un tercio del territorio. No en vano la isla recibe el sobrenombre de la Isla Mágica.
El relieve extremadamente accidentado de la isla siempre ha puesto difícil la comunicación entre los isleños. Para vencer el aislamiento impuesto por la orografía, el gomero construyó una intrincada red de caminos que se ha conservado muy bien hasta nuestros días porque el isleño nunca dejó de utilizarla.
Utilizando estos senderos tradicionales se trazó el Camino Natural Cumbres de La Gomera, un itinerario de 44 kilómetros que arranca en San Sebastián de La Gomera, capital de la isla, y termina en la playa de Vallehermoso, en la costa norte, coincidiendo en casi toda su longitud con el sendero de gran recorrido GR-131.
El camino atraviesa gran parte de los ecosistemas de la isla (la costa; el cardonal-tabaibal; el bosque termófilo; la laurisilva, el fayal-brezal; y el pinar canario), y da la oportunidad al viajero de empaparse del paisaje gomero, salpicado de roques de formas caprichosas, y de profundos barrancos en los que habita una rica vegetación con numerosos endemismos.
La magnífica representación del monteverde canario en la altiplanicie central, con su máximo exponente en el Parque Nacional de Garajonay, hace que este camino sea un auténtico regalo.
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