Más tarde, el ferrocarril minero se convertiría en tren de pasajeros y crecería hacia San Sebastián y hacia Pamplona. No fue fácil construir un ferrocarril en este territorio montañoso. De ello da fe el impresionante número de túneles y puentes que sumaba la línea: 66 túneles –uno de ellos de casi tres kilómetros que fue el túnel ferroviario más largo de España durante muchos años– y 32 puentes. Una parte importante de esta línea ha sido convertida en Camino Natural.
En Andoain se han acondicionado los cuatro kilómetros que lo separan de Leitzarán, y en la ciudad de Pamplona, en el otro extremo de la vía, se ha preparado un corto tramo de un kilómetro. Para disfrutar del tramo más largo, y también más espectacular, (casi 34 kilómetros ininterrumpidos cuajados de túneles) hay que dirigirse al caserío de Plazaola, el mismo que dio nombre al entrañable tren. En este punto hay varios paneles que cuentan la historia de la mina y del tren y un poste con el kilómetro cero del Camino Natural que se orienta hacia el sur. Hacia el norte, la antigua plataforma también es practicable convertida en vía verde.
A poco más de dos kilómetros de arrancar se llega al primero de los muchos túneles que encontrará el viajero, el túnel Gazpillotxiki. Y aún cruzará otro antes de llegar a la estación de Leitza, cuyo edificio principal ha sido rehabilitado. La bella población, con sus casonas de piedras y sus balcones cubiertos de flores, bien merece salirse un rato del Camino. En suave subida el viajero atraviesa un paisaje de bosques y prados donde pastan las ovejas latxas, con cuya leche se elabora el famoso queso Idiazábal.
En este tramo se puede disfrutar de estupendas panorámicas del valle de Leitzarán antes de dejarlo atrás definitivamente. Seis túneles más atravesará el viajero antes de llegar a la boca del largo túnel de Uitzi, que tiene ¡2.700 metros de longitud! Dicho túnel cruza la divisoria de aguas de las cuencas del Mediterráneo y del Cantábrico. A pesar de que está iluminado con sensores de presencia, es recomendable llevar una linterna.
Poco después de la salida del túnel hay que compartir un corto tramo de asfalto en la carretera NA-1700 antes de reencontrarse con el camino que discurre paralelo a la carretera. Aún habrá que cruzar varios túneles y hacer uso de alguna desviación obligatoria provocada por la autovía A-15 antes de arribar a Lekunberri. La antigua estación alberga el Consorcio Turístico del Plazaola y un Punto de Información Turística. En su vía muerta está aparcado el Vagón de los Juegos, un antiguo vagón de Eusko Tren que se utiliza como espacio de recreo para que los niños se familiaricen con el ferrocarril y conozcan la historia del tren del Plazaola.
El Camino Natural no termina aquí sino que continúa once kilómetros más por la orilla del río Larraun hasta el área de descanso de Kaxarna, lugar donde antiguamente se encontraba el puente por el que la vía férrea salvaba el río. En este tramo, el ciclista ha de enfrentarse a unas escaleras de fuerte pendiente con una rampa lateral. Al otro lado espera una fuerte bajada que desemboca en Mugiro, pasado el cual el Camino retoma el trazado ferroviario hasta la citada área de descanso. En el valle de Quirós, el Camino Natural utiliza en parte la plataforma del citado ferrocarril para llegar desde la presa del embalse de Valdemurio hasta el cargadero de mineral El Cribu, a las afueras de Santa Marina, extremo sur de la vía minera. Allí, el Camino Natural abandona el valle principal y asciende por el valle del río Ricabo, “el río hondo” de los romanos.
El terreno se hace más bravo y el Camino también. Poco después de la zona conocida como La Llaera afronta un fuerte repecho de unos 370 metros que puede presentar ciertas dificultades a los ciclistas. Superado éste, el camino se suaviza permitiendo al viajero concentrarse en un soberbio paisaje dominado por espesos bosques en el que abundan castaños, acebos y avellanos. Después de la aldea de Rodiles el camino pasa a la solana y aprovecha el antiguo Camino Real.
Pronto aparece en el horizonte el imponente macizo de Ubiña que ya no abandona al viajero. Los tramos de subidas y bajadas se suceden en esta parte del camino, y los ciclistas vuelven a tener que esforzarse después de la fuente de la Cruz y hasta las primeras viviendas de El Pradal por el firme del camino que conserva en parte el empedrado original, pero después nada interrumpirá su marcha hasta Ricabo, donde finaliza el recorrido.
La pequeña localidad cuenta con una iglesia medieval y una bolera donde se celebra en agosto un renombrado campeonato de bolos. En el otro valle, el de Teverga, el Camino Natural discurre en parte por uno de los caminos más emblemáticos de la cordillera Cántabrica: el Camín Real, antigua ruta prerromana que pasaría a formar parte de la calzada romana Ruta de la Plata. El Camino parte de Entrago, localidad situada en las faldas de la imponente Sierra de la Sobía. El pueblo conserva unas casas que hablan de una época en la que señores dominaban una comarca organizada en valles independientes. El Camino prosigue hasta Samartín-La Plaza, la localidad más importante del concejo de Teverga. No se puede salir de ella sin visitar la Colegiata