Pero el viajero seguirá encontrando en Fontibre el poste con el kilómetro cero del Camino Natural, junto a un Centro de Interpretación del río. Al caminante le esperan por delante 950 kilómetros distribuidos en 42 etapas atravesando tierras de Cantabria, Burgos, La Rioja, Navarra, Zaragoza, Lleida y Tarragona, hasta llegar a la desembocadura en Riumar.
Las etapas más largas —entre 32 y 34 kilómetros— se concentran en Aragón y Navarra, donde el camino discurre paralelo al río. Las más cortas apenas llegan a los diez kilómetros. Hay pocas posibilidades de pérdida. El río marca la dirección a seguir, pero, además, el viajero cuenta con el apoyo de más tres mil postes indicadores y de un centenar de paneles informativos, aparte de las señales que le distinguen como sendero de gran recorrido, ya que el camino está homologado por la FEDME como GR 99.
En aquellos tramos en los que el río hace de frontera entre dos comunidades, el Camino Natural se ha señalizado en ambas orillas. Esta es la razón, junto con las variantes que se alejan del río para visitar poblaciones o zonas de interés, de que al echar cuentas salgan 1.260 kilómetros.
Cultura y economía
El Camino Natural del Ebro es un itinerario comparable al Camino de Santiago en todos los sentidos. Naturaleza, historia, cultura y tradición a raudales se dan cita en este río que desde que se tiene noticias, ha sido un eje económico y de comunicación de importancia trascendental.
A lo largo de sus novecientos kilómetros de recorrido, el río atraviesa una rica variedad de paisajes y un puñado de espacios naturales protegidos: un parque natural, cinco reservas, seis enclaves naturales, tres áreas naturales singulares, dos humedales de importancia internacional, numerosas zonas de especial protección para las aves y lugares de interés comunitario y un sinnúmero de paisajes sin proteger pero no por ello menos valiosos.
El Ebro ha sido vehículo de la Historia de nuestro país. Los acontecimientos, las ideas, los ejércitos han navegado por sus aguas a favor o contra corriente. Las orillas del río se encuentran cuajadas de ejemplos de arquitectura religiosa, acueductos romanos, azudes árabes, fortalezas cristianas, puentes modernistas… Un viaje a lo largo del curso del Iberus flumen es un viaje a través del tiempo que parece tomárselo con calma en algunas de los pueblos y ciudades que nacieron y crecieron a su orilla, como las monumentales Reinosa, Frías, Miranda de Ebro, Logroño, Tudela, Miravet y la propia Zaragoza.