EXPLORANDO

Vía Verde del Zafán, el tren soñado

La Vía Verde del Zafán ofrece uno de los viajes más agradable que un viajero pueda desear. El camino suma más de un centenar de kilómetros desde las altas tierras de Teruel hasta el delta del Ebro, ofreciendo un variado catálogo de paisajes, un ramillete de pueblos monumentales y algunas de las infraestructuras ferroviarias más grandiosas sobre las que rodar.

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Nuestra propuesta viajera para este fin de semana comienza con la vieja idea de unir el Bajo Aragón con los puertos del Mediterráneo por medio de un ferrocarril que comenzó a tomar forma en La Puebla de Hijar en 1891, pero tardaría medio siglo en llegar hasta Tortosa.

Al diseñar la línea se tuvieron en cuenta motivos comerciales y, sobre todo, militares: este ferrocarril abastecería toda la parte sur del valle del Ebro en el caso de una hipotética invasión a través de Los Pirineos. Irónicamente, el Tren Sarmentero, como se le conocía, fue clave durante la Batalla del Ebro. En 1973 el hundimiento de un túnel firmó su partida de defunción.

Por tierras de Matarraña
El programa Vía Verdes ha acondicionado recientemente el tramo comprendido entre las estaciones de Valdealgorfa y Arnés-Lledó. En esta última estación la vía, acondicionada hace varios años, toma el nombre de Vía Verde de la Terra Alta hasta le estación de Pinell y después del Baix Ebre a lo largo de otros 26 kilómetros hasta las mismas puertas de Tortosa.

Nosotros, más ambiciosos, proponemos seguir los pasos del Tren Sarmentero casi desde su origen, en Samper de Calanda, pues la vía original, convertida en camino agrícola, se puede seguir hasta Valdealgorfa salvo unos pocos cientos de metros que no suponen ningún problema.

Trazado con tiralíneas
La vía entre Samper y Alcañíz aparece en el mapa como un trazo de tiralíneas. La vía no tiene interrupción hasta poco antes de la arruinada estación de Puig Moreno. Desde aquí y hasta la urbanización del mismo nombre, la plataforma conserva el balasto. Los peatones pueden seguir, pero los ciclistas tienen que utilizar una pista paralela. A la derecha observaremos un gigantesco edificio rematado por media docena de pararrayos. Es lo que queda de un campo de aviación utilizado durante la Guerra Civil. En el poblado de Puig Moreno podemos comer y repostar agua. La trinchera aparece a la otra parte de la carretera local y continúa recta hasta el cruce con la TE-V-7033. En los muros del arruinado apeadero hay flechas amarillas que señalan el Camino Jacobeo de Levante. Al otro lado de la carretera la vía se convierte en una buena pista agrícola que conduce sin demora hasta Alcañíz. Poco después de dejar el cementerio llegamos a la arruinada estación. La vía rodea Alcañíz por el norte y cruza la N-231 con la ciudad a un tiro de piedra. A la otra parte de la carretera se ve el túnel por donde continuaremos. Pero antes es imperativo visitar la monumental Alcañíz, capital del Bajo Aragón.

De nuevo en la vía
A la otra parte del túnel, la vía, bien pavimentada y muy usada por los agricultores, se introduce en el tranquilo valle del río Guadalope, pero muy pronto pasa al largo y solitario valle de Redormos por donde avanza entre almendros, campos de labor y masías abandonadas. Hay que ir con cuidado, sobre todo en los túneles, pues es muy utilizada por agricultores. Muy pronto veremos Valdealgorfa encaramada en una de las laderas. Su estación conserva en buen estado dos preciosos edificios construidos con el característico estilo mudéjar del Bajo Aragón. Inmediatamente después de la estación se abre un túnel de más de dos kilómetros de longitud, tan recto que la boca opuesta se ve como un lejano punto de luz. Dos veces al año, el 26 de marzo y el 17 de septiembre, el recto túnel es iluminado por la luz del amanecer con un fino y efímero haz blanco. 

El túnel lleva cerrado varios años por desprendimientos. El Programa Caminos Naturales ha señalizado una variante que, por una carretera local sin tráfico, conduce al otro lado del túnel.

Al otro lado todo cambia. El relieve se quiebra con innumerables lomas y barrancos. Las superficies libres de pinos están ocupadas por olivos o almendros. Dos estaciones, lejos de sus pueblos de referencia, jalonan este tramo acondicionado recientemente: Valjunquera, y Valdeltormo. Después de esta última, y tras una serie de cerradas curvas y varios túneles, la vía desemboca en el gran valle del Matarraña. El ancho valle se salva por un enorme y airoso viaducto. Al otro lado está la antigua estación de Torre del Compte convertida en coqueto hotel, buen lugar para descansar antes de seguir rumbo hacia la estación de Cretas, algo alejada del pueblo. Merece la pena abandonar momentáneamente la vía para visitar Cretas, pues conserva un bello casco medieval. En frente se levanta el macizo de los Puertos de Beceite con sus oníricas Rocas de Benet al frente. Desde Cretas la vía inicia un suave descenso hacia el río Algars, límite natural entre Aragón y Cataluña. Su cauce es salvado por un viaducto muy parecido al del Matarraña. Al poco llegaremos a la estación de Arnés-Lledó, ya en Tarragona.

La Terra Alta
Entramos en la Vía Verde de la Terra Alta. Tenemos antes nosotros 23 kilómetros cuajados de túneles y viaductos que abrieron paso al ferrocarril por un abrupto territorio. Es imposible recorrer esta vía y no admirar la imaginación y el tesón de los ingenieros y obreros que la construyeron con medios bastante más rudimentarios que los actuales. A los pocos kilómetros de empezar dejamos a nuestra derecha, encaramado en una colina, Horta de Sant Joan, retiro de Picasso. A la salida del segundo túnel del tramo nos enfrentamos al impresionante paisaje de estas tierras: enormes montañas, cubiertas de almendros y pinares. Desde aquí la Vía Verde discurrirá junto al río Canaletes hasta el final de la ruta. La ermita de Sant Josep nos anuncia la llegada a Bot, que por una vez está cerca. A la salida del túnel que perfora la Muela d’en Canar (de 793 metros y en curva) aparecen las ruinas de la estación de Prat de Compte, distante, cómo no, del pueblo de referencia. En el Km 18,5 sale el camino de acceso al famoso Santuario de la Fontcalda que podremos ver desde la propia vía antes de que ésta se encaje en Els Estrets de Dalt. No tardaremos en topar con el túnel cuyo hundimiento selló la muerte del Tren Sarmentero. Una pista permite esquivarlo por un lado y seguir hacia la estación de Pinell de Brai. Una vez más el pueblo al que prestaba servicio se encuentra un tanto alejado. Aquí finaliza la Vía Verde de la Terra Alta, pero no el viaje.

A la vera del Ebro
En Pinell de Brai salimos de la Terra Alta para entrar en el Baix Ebre. Desde aquí hasta Tortosa encontraremos diecinueve túneles y llevaremos como compañía casi permanente al río Ebro que tiene aquí unas proporciones imponentes.
Ante tamaña anchura uno no deja de preguntarse cómo se las arreglaron los árabes para construir el azud de Xerta, una presa de más de trescientos metros de longitud y seis metros de altura que suministra el agua a las huertas de alrededor desde hace más de seis siglos. Nos movemos por un estrecho valle que prácticamente ocupa el río, los pueblos y las carreteras. Era casi inevitable que la vía se viera afectada en algún punto. Así, en el kilómetro trece y medio, la vía quedó interrumpida por la carretera de circunvalación de Xerta, y es obligatorio acceder al pueblo para retomar la vía desde la carretera de Tortosa.

A partir de este momento la vía pierde «calidad» por ir muy cerca de la carretera y desaparecer en varias ocasiones. Después de atravesar Roquetes, un municipio literalmente unido a Tortosa, llegaremos a la entrada oeste del puente de ferrocarril que atraviesa el Ebro, recuperado para el tránsito peatonal por el Programa Caminos Naturales. Para llegar a Tortosa no nos queda otro remedio que descender por la carretera que tenemos a nuestra derecha y después tomar la C-42 que atraviesa el Ebro.  En 2011La Vía Verde del Baix Ebre seprolongó 13 kilómetros hasta L’Aldea, un pequeño pueblo en pleno Delta del Ebro. Con este nuevo tramo, la Vía Verde suma 39 kilómetros desde la estación de Pinell del Brai.

 

 

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