EXPLORANDO

Cañón de Añisclo. Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

De los cuatro grandes valles que nacen del macizo de Monte Perdido, el de Añisclo es el más agreste y espectacular, y también el que mayor riqueza botánica atesora; una riqueza que estuvo a punto de quedar sumergida por un embalse.

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De los cuatro grandes valles que nacen del macizo de Monte Perdido, el de Añisclo es el más agreste y espectacular, y también el que mayor riqueza botánica atesora; una riqueza que estuvo a punto de quedar sumergida por un embalse. Por fortuna, el proyecto no se llevó a cabo, y eso permite citarnos puntualmente con una de las exhibiciones otoñales más fantásticas del Pirineo.

Franz Schrader, el glaciólogo y geógrafo franco-alemán que estudió los glaciares pirenaicos a finales del siglo XIX, definió al cañón de Añisclo como un «inmenso poema geológico». Desconocemos en que mes lo visitó, pero estamos seguros de que si lo hubiera hecho en octubre habría añadido a su descripción que es una «partitura cromática» o algo así por el colorido que toman los árboles y arbustos que lo pueblan.

El cañón de Añisclo es fruto del paciente trabajo del río Bellos que ha excavado el terreno calizo desde el collado de Añisclo, punto de unión de las Tres Sorores (Cilindro de Marboré, Monte Perdido y Soum de Ramond o Pico Añisclo) y sus vecinas Tres Marías, hasta la confluencia con el valle del río Aso. Numerosas surgencias, sobre todo en época de deshielo, aparecen entre las rocas para formar el curso del río que fluye recto en dirección sur a lo largo de más de 10 kilómetros.

Añisclo es singular por muchas razones, como el fenómeno de inversión térmica que da lugar a una inversión de los pisos de vegetación, de forma que las formaciones más secas y frioleras, propias de un clima mediterráneo, se localizan en las zonas más altas, mientras que hayedos y bosques mixtos, más acostumbrados al frío, se refugian en el fondo el barranco, aferrándose al pobre sustrato o arracimándose alrededor de los arroyos y del río. La especie reina es la haya, que se encuentra acompañada de una corte de abedules, arces, fresnos y avellanos. Ni que decir tiene que cuando se acerca el final de octubre este manto vegetal adquiere un colorido espectacular que engalana el agreste paisaje del cañón. Este despliegue cromático, unido a la suavidad de las temperaturas, hace que el otoño sea el mejor momento para acercarse a este hermoso rincón de Los Pirineos que se salvó por muy poco de convertirse en un gigantesco embalse.

Itinerario

Desde el aparcamiento de Añisclo hay que dirigirse hacia el puente de Úrbez sobre el río Bellós. A la izquierda parte una pista que rápidamente llega a la ermita de San Úrbez. La pista se convierte en sendero tras cruzar un puente de madera, y éste asciende mientras el valle se estrecha, apareciendo siempre a la vista Las Sestrales y Mondoto. De trecho en trecho, algunas sendas permiten acercarse a la orilla del río.

Tras una pronunciada curva comienza un tramo de fuerte pendiente que nos aleja del río y supera los cortados para acceder a una zona más abierta: los LLanos o prados de la Ripareta, donde desemboca el barranco de la Pardina. En el barranco de la Capradiza el camino cruza el río con precariedad, sobre todo si va crecido. Una senda a la derecha va al refugio libre de San Vicenda. El camino continúa por la orilla del río y lo cruza en el barranco de la Fonblanca, donde se puede admirar una magnífica cascada que surge de la roca. Un sendero permite conectar por este barranco con el refugio Góriz. Aunque el sendero continúa hacia el collado de Añisclo por una dura pendiente, podemos dar por finalizada la mitad de la excursión aquí. Lo que resta son campas de hierba rala y hay que pensar en el largo regreso.

Guía práctica

Situación: Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido en Huesca.

Cómo llegar: desde Aínsa seguir por la A-138 hacia Bielsa, y abandonarla en Escalona por una pequeña carretera que se dirige al cañón. No hay problema para encontrarla, pues está señalizada.

Partida y llegada: aparcamiento de San Úrbez.

Tiempo: 9 a 10 h ida y vuelta

Dificultad: medio-alta. El itinerario no tiene dificultades técnicas pero es muy largo y con un desnivel importante.

Desnivel: 900

Cartografía: Ordesa y Monte Perdido. Editorial Alpina. Escala 1:40.000. Cañón de Añisclo y gargantas de Escuaín. Editorial Piolet. Escala 1:25.000.

Información: Oficina del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido en Aínsa. Tel: 974 500 767. http://reddeparquesnacionales.mma.es/parques/ordesa/index.ht

Alojamientos: los pueblos próximos al cañón están bien surtidos de recursos turísticos. Para organizar el viaje lo mejor es consultar a la oficina de turismo de Aínsa: 974 500 767 o buscar en la página web de la comarca de Sobrarbe: www.sobrarbe.es

Observaciones: la verticalidad del barranco hace que las lluvias intensas provoquen riadas y subidas repentinas del cauce del río Bellós

Pie de foto: Hayas abedules, arces y fresnos convierten a Añisclo en una paleta de ocres y rojos.

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