Hilaree Nelson y Jim Morrison han esquiado este otoño desde la cumbre del Lhotse (8.516 m) por primera vez en la historia. Andrzej Bargiel lo hacía en verano desde la cima del K2 (8.611 m). Este otoño, las expediciones más interesantes en los ochomiles han tenido el denominador común de ser intentos de descenso en esquís desde las cumbres. Una disciplina extrema que ha vivido momentos álgidos a lo largo de la historia pero que quizás nunca ha concentrado tanto nivel como en los últimos años.
De hecho, en esta década ha habido cuatro descensos desde cumbres de ochomiles que no se habían hecho antes. A los ya citados de Hilaree Nelson y Jim Morrison (Lhotse) y Andrzej Bargiel (K2) hay que sumar otro primer descenso del polaco al Broad Peak (2015), además del Manaslu de Benedikt Böhm (2012).
Para hallar otra cifra similar de primeros descensos de ochomiles desde sus cimas habría que remontarse hasta los años 1980, cuando también se consiguieron cuatro primeros descensos desde las cumbres de los ochomiles: Gasherbrum I, Gasherbrum II, Shisha Pangma y Cho Oyu. En la década de 1990, solamente se estrenó el Annapurna; mientras que en el primer decenio del nuevo siglo solo se produjo la primera del Everest a pesar de ser la más prolífica en descensos desde 8.000 metros, con más de 60 registrados.
Un poco de historia
La primera vez que alguien se calzó unos esquís por encima de los 8.000 metros fue en 1970, cuando el japonés Yuichiro Miura fue filmado para la película The Man Who Skied Down Everest.
En 1979, el francés Yves Morin logró bajar esquiando todos los tramos del descenso del Annapurna a lo largo de la expedición. Sin embargo, en el intento definitivo desde la cumbre falleció cuando se encontraba a unos 6.600 metros. Probablemente, el primer descenso completo desde la cima de un ochomil corresponda al suizo Sylvain Saudan quien, en 1982, realizó una bajada impresionante del Gasherbrum I que le exigió unos 3.000 saltos con giro para resolver la larguísima pendiente de 50º de la cara norte.
En aquella misma década fueron cayendo uno tras otro los primeros descensos integrales en esquís. El del Gasherbrum II llegó a cargo de Wilhemus Pasquier y Patrice Bournat en 1984, aunque lo hicieron en tres días: la primera en el día llegó en 2006 a cargo de Luis Stitzinger, Benedikt Böhm y Sebastian Haag. El del Shisha Pangma fue para Peter Woergoetter y Oswald Gassler en 1985, aunque existen dudas sobre si fue iniciado en la cumbre Central en lugar de la principal, lo que daría los honores de la primera a Mark Whetu (1987). La del Cho Oyu fue para la primera mujer, Véronique Perillat, en monoesquí y en 1988.
En 1995, fue esquiado desde la cima el Annapurna, por Andrej Karnicar y Davo Karnicar. Este último protagonizó también el primer descenso del Everest (2000).
De este modo, el Dhaulagiri, el Nanga Parbat, el Makalu y el Kangchenjunga todavía no han sido esquiados desde la cima. De hecho, en las dos últimas montañas nadie ha sido capaz de calzarse unos esquís por encima de los 8.000 metros. Interesantes desafíos para los próximos años.
Proyecto Death Zone Freeride
Además de Andrzej Bargiel, de quien ya sabemos que anda con los descensos en esquís de los ochomiles entre ceja y ceja, también están en la misma onda los rusos Anton Pogevkin y Vitaly Lazo. Inmersos en un proyecto bajo el nombre de Death Zone Freeride, el año pasado escalaron y esquiaron el Manaslu y este otoño han intentado sin éxito el ascenso y descenso del Annapurna.
El año que viene, estos dos experimentados sietemilistas (ambos son Leopardos de las Nieves) pretenden conseguir el primer descenso integral en esquís del Nanga Parbat, mientras que sus planes para 2020 son nada menos que el Everest y el K2. Adjuntamos su vídeo del Manaslu en esta noticia.