Charlar con Ferran Latorre resulta siempre interesante. La pasada primavera, el alpinista de Vic se convirtió en el cuarto español y primer catalán en completar los catorce ochomiles, tras hollar la cumbre del Everest utilizando oxígeno artificial. De aquella expedición ya está todo contado. Aprovechamos la ocasión de coincidir con él en Barcelona, con motivo del evento La superación nos hace únicos, de las marcas Sea to Summit y Leatherman, para tener una conversación más genérica sobre su trayectoria y algunos temas de siempre.
Decidimos romper el hielo pidiéndole que elija un favorito en cada uno de los temas planteados.
«La Punta Alta fue mi primer tresmil con 13 años; allí comenzó todo»
Una montaña del mundo con la que te quedes.
La Punta Alta, mi primer tresmil. Fue el primer tresmil que hice cuando tenía 13 años y para mí es un sitio muy especial. Aparte de que tuve la suerte de que es una montaña preciosa, una montaña muy alpina situada en el centro del Parque Nacional de Aigüestortes, que es uno de los lugares más bonitos del planeta Tierra. Tengo una relación muy especial con esta montaña. Quizás es la montaña que más amo de todas.
La hice con la escuela, con mis compañeros de clase y mis dos profesores. Y allí fue donde nació mi pasión por la montaña. De hecho, no donde nació sino donde se consolidó, porque cuando bajé al refugio, firmé el libro de piadas: «Un día escalaré el Everest». Allí comenzó todo.
«Peter Habeler es el personaje histórico al que tengo más cariño; fue como un referente para mí»
Eres una persona con una gran cultura de montaña, conoces la historia de muchos alpinistas… ¿Con qué mito o ídolo te quedarías?
Más que mito, te diría que el personaje histórico que más amo, quizás sería Peter Habeler. Fue el primero que subió al Everest sin oxígeno, un gran escalador que fue compañero de cordada de Reinhold Messner… Siempre ha sido un tío que me ha caído bien. Incluso cuando no lo conocía, pues tardé muchos años en conocerlo y de hecho hace muy poco que lo conozco.
Para mí, de joven fue como un referente. No sé por qué. Le cogí cariño a él. Supongo que por el hecho de leer su libro Victoria en solitario… Es el mito más importante porque fue el primero, y al final el primer amor es a veces el más importante. Años después, al conocerlo, se confirmó todo lo que yo imaginaba de este personaje: fue un grandísimo alpinista y es una excelente persona: súper afable, súper simpático, súper abierto, súper positivo, majísimo. Además, siempre ha sido muy generoso… Supongo que las afinidades que tenía con él era porque era un poco como yo: era pequeñito como yo, pesaba poco, era buen escalador. A veces te reflejas en aquellos a los que te pareces.
«Montserrat tiene una fuerza que no tiene ningún otro lugar del mundo»
Comentas que Peter Habeler era buen escalador. Tú también has tenido épocas a un grandísimo nivel de escalada. ¿Con qué zona de escalada te quedarías?
Montserrat, y después la Serra de Prades. Pienso que Montserrat tiene una fuerza que no tiene ningún otro lugar del mundo. Es un sitio único, mágico, espiritual… un sitio que, cuando estás ahí escalando, entras como en otro mundo. Realmente, tiene una magia que no tienen otros lugares. A pesar de que quizás como placer de escalar no es el mejor, porque me gusta más el calcáreo, pero el entorno de Montserrat es único.
«Thomas Hornbein y su ascensión al Everest de 1963 me han fascinado siempre»
¿Una ascensión histórica?
La ascensión estadounidense al Everest por el corredor Hornbein en 1963. Como sabes, unos subieron por la ruta normal y otros abrieron la arista oeste entrando por el corredor Hornbein. No sé… primero, porque me gusta mucho el lugar; pienso que el corredor Hornbein es uno de los sitios más chulos. Si me preguntas «un sitio donde te gustaría que te pusiese un helicóptero», diría «en pleno corredor Hornbein». Y después porque el libro de Thomas Hornbein, Everest West Ridge, me encantó. En él se ve que Thomas Hornbein es algo más que un alpinista: una persona muy sensible. Es un libre que siempre tengo conmigo y por eso esa ascensión me ha fascinado y el personaje también.
Con esta respuesta me robas la siguiente pregunta: ¿Un libro de montaña? ¿Sería este o hay algún otro?
Sí, diría que sí sería West Ridge, pero quiero explicar el porqué. Como libro de montaña, no es un libro increíble, porque es directamente un relato de lo que sucedió, pero es un libro que contiene muchas citas históricas de Mallory, de Mummery… Es un libro muy sensible, tiene buenas fotografías y muchos poemas también, de poetas anglosajones. Tiene ese punto especial, de tener ese contrapunto de tener muchas citas que yo he utilizado mucho para mis escritos y en mis ascensiones.
¿Un momento especialmente bonito vivido en las montañas?
Yo te diría la cumbre del GIV con mis compañeros de Al filo de lo imposible, mi primer ochomil en 1992 en el Shisha Pangma Central… Con uno solo no me puedo quedar. Son demasiadas experiencias como para quedarme con una sola. Sí te elegiría tres: los dos que he dicho y el Annapurna con Al filo…, que fue muy bonita. Y también le añadiría la cumbre en el Everest, con la que todo termina.
¿Los momentos únicos en montaña son para ti hitos o más bien lo que compartes con compañeros?
Te diría que el del GIV fue las dos cosas, porque fue un gran hito, pero además con gente a la que quiero mucho: Tamayo, que es como un hermano, Juan Vallejo, Mikel Zabalza, Alberto Iñurrategi… hacer cumbre con estos… Aunque en general, pasan las dos cosas, porque en 1992 también… Ahora me doy cuenta de que las cumbres importantes las he hecho con gente muy importante en mi vida. Coinciden las dos cosas. El primer ochomil en el Shisha Pangma también, con Araceli Segarra y toda la gente con la que había escalado y con la que todavía mantengo contacto.
Imagino que, en la siguiente línea, cuando hablamos de un compañero en las montañas, no te puedes quedar tampoco con uno…
No, imposible. He conocido a muchos y toda la gente con la que he compartido cumbres han acabado siendo prácticamente como hermanos. Y es una lista muy larga, además.
Tu trayectoria ha sido también muy larga. Decías que tu primer ochomil fue en 1992 y ya han pasado 25 años… ¿Un momento difícil de todos estos años?
Cuando murió Xavi Lamas en 1995, en un accidente que tuvo con un alud y que vivimos de muy cerca porque casi nos enganchó a nosotros, quizás es el momento más duro. En el Everest, aunque no fue propiamente en el Everest sino en una cima cercana aclimatando para el Everest, el Changzeng. Otro momento duro fue cuando tuve un accidente en el Annapurna y me rompí y el ligamento cruzado. Y después también la muerte de Miguel Ángel Pérez en el K2, que también fue muy duro, porque parecía que la expedición había acabado bien, pero no terminó como yo hubiera querido.
Para acabar: ahora que has completado los catorce ochomiles, ¿un proyecto de futuro?
Hacer alpinismo y escalar, lo continuaré haciendo toda la vida, y ahora lo que me gustaría sería acabar cuentas pendientes: abrir una ruta a un ochomil, que ya veremos si iremos al Nanga Parbat; subir al Everest sin oxígeno; escalar el Cerro Torre; la cara norte del Eiger… Hacer algunas ascensiones de estas para quedarme tranquilo.