Durante casi veinte expediciones a lo largo de más de una década, Iván Vallejo se fue labrando una sólida reputación como ochomilista. Entre 1997 y 2008, el alpinista ecuatoriano holló las cumbres de las catorce montañas más altas del planeta y se convirtió en la séptima persona del mundo en conseguirlos sin utilizar oxígeno artificial.
Después de unos pocos años de respiro, las dos últimas temporadas ha liderado el grupo de jóvenes alpinistas de su país «Somos Ecuador». Una experiencia que le ha hecho ver la perversa evolución de las montañas de más de ochomil metros. En 2012, le tocó vivir la tragedia del Manaslu, donde una avalancha provocó la muerte de 12 personas. Esta primavera de 2013, tres de los cuatro miembros de «Somos Ecuador» han hecho cumbre en el Everest -sin utilizar oxígeno artificial- por la vertiente norte, pero la masificación, la basura acumulada, la actitud de algún sherpa y la inexperiencia de la gente han dibujado en él una imagen muy alejada de lo que vivió en sus ascensiones al techo del mundo (en 1999 por la vertiente norte y en 2001 por la vertiente sur, ambas sin oxígeno artificial). Tanto que en esta entrevista asegura que no piensa regresar nunca más a un ochomil y mucho menos al Everest.
Repasamos con él la actualidad de una temporada himaláyica en que se ha puesto más de manifiesto que nunca el divorcio entre turismo y alpinismo en el Everest.
«Si vuelvo al Himalaya lo haré a un lugar no visitado, distinto, nuevo».
¿Cómo has visto el Everest esta primavera?
Fui por primera vez al Everest en la primavera de 1999 y ahora he vuelto en 2013, después de catorce años de camino. Me he encontrado un Everest totalmente diferente, no por la montaña como tal, sino por la gente que hace el escenario de la montaña. Para resumir, no quiero volver nunca más al Himalaya, no quiero volver nunca más al Everest, no vuelvo más a un ochomil. Esta montaña me ha desgastado muchísimo, sobre todo psicológicamente. He estado muy satisfecho de haber apoyado a estos cuatro chicos ecuatorianos, y me quedo casi totalmente satisfecho por el logro del Everest sin oxígeno, pero con todo este rollo que está pasando en las montañas, ya creo que no vale la pena. Si vuelvo, lo haré a un lugar no visitado, distinto, nuevo.
«No sé qué le pasa al ser humano cuando se encuentra en multitud, que cambia de actitud y se pone nervioso».
¿Tienen culpa de la masificación las expediciones comerciales?
Las expediciones comerciales tienen un lado bueno y un lado malo. Lo bueno es que permiten acceder a la montaña a alpinistas que no tienen todo el montaje para hacerlo por sí solos. Pero lo malo es que gente con poca o ninguna experiencia se apunta a las expediciones comerciales y llega un momento en que la montaña está completamente abarrotada de gente que no tiene ningún conocimiento. Cuando las condiciones no sean perfectas, se caerá el castillo de naipes y la complicación puede ser muy grande.
Pero creo que el principal incoveniente es de actitud. No sé qué le pasa al ser humano cuando se encuentra en multitud, que cambia de actitud y se pone más nervioso. La presión de sus congéneres por querer llegar a la cima también hace que cambie de actitud. Y esa actitud es la que pesa en el resultado final de ver un Everest distinto.
Paralelamente a todo eso, lo digo con mucha pena y ojalá me equivoque, el campo base de la cara norte del Everest en unos años se va a convertir en un terrible basurero. El campo 1 (7.100 m), como es de nieve, no ofrece tanta complicación, pero el campo 2 ya es un basurero. Medio en broma, digo que las expediciones no necesitan llevar gas hasta el C2, porque allí ya hay todo el gas y la comida deshidratada que necesites, hay sacos de dormir y tiendas en buenas condiciones abandonados… es sumamente lamentable. Me parece totalmente desaprensiva la actitud de ciertas expediciones comerciales que no tienen cuidado en esto. En el lado norte, había una expedición china de 15 o 20 miembros y el lugar que ocupaban quedó como el peor basurero que he visto yo en las montañas.
Por todo este contexto es por lo que me he planteado seriamente no volver a un ochomil. Yo ya hice lo que tenía que hacer. He vuelto ahora por los chicos de «Somos Ecuador» pero salgo del Himalaya con un desagradable sabor de boca, es muy lamentable.
«Una de las fotografías que más quiero es una en la que estoy abrazado con dos sherpas en la cima del Manaslu».
¿Qué te parece el incidente ocurrido entre los sherpas y la expedición de Simone Moro en el campo 2 del Everest?
Estando en el campo base, me enteré con mucha pena de esta situación tan crítica que se presentó con Ueli Steck y Simone Moro y la verdad que me sacó de contexto. Me sorprendió tremendamente esta actitud por parte de los sherpas. Tengo relación con ellos desde 1995 y jamás se me había ocurrido una reacción de esta manera. Le he dado muchas vueltas al tema y la verdad que no le encuentro justificación a esta actitud tan agresiva de los sherpas. El concepto que yo tengo de los sherpas es de seres humanos pacíficos y con lo que se podía conversar y esto, obviamente, desdice muchísimo… Pero yo quiero quedarme con que obedece a una respuesta psicológica puntual por estar abrumados por su trabajo.
¿Vosotros os habéis encontrado en alguna situación comparable?
Por nuestro lado, el hecho de haber tantas expediciones comerciales, en algún momento hace que se llegen a amontonar unas con otras porque el espacio tampoco es muy amplio. Nos tocó compartir el espacio con una expedición norteamericana. Desafortunadamente, tuvimos un problema con un miembro de esta expedición y fuimos hablar con el; la respuesta inmediata de unos de los sherpas fue emprenderla a puntapiés con uno de los miembros de nuestra expedición. Yo no podía entender lo que estaba pasando. Nos acercamos nosotros a arreglar una situación y resulta que la única manera para hablar era a través de la violencia. No me cabe en la cabeza.
¿Te había sucedido anteriormente?
Para nada, siempre he tenido muy buena relación con ellos. De hecho una de las fotografías que más quiero es una foto que estoy abrazado con dos sherpas cuando subimos al Manaslu. La referencia que tengo respecto a ellos es extraordinaria, pero en toda regla hay una excepción y me imagino que está es la excepción en este caso.
«Si eres un deportista, tienes que subir los ochomiles sin oxígeno, si eres un turista tienes la opción que quieras: sherpa, oxígeno…»
Hablando sobre vuestra expedición, tres de los cuatro miembros de «Somos Ecuador» alcanzaron la cima del Everest sin oxígeno. Un logro del que te sentirás -sin duda- muy satisfecho…
Cuando arrancamos el proyecto «Somos Ecuador» con la idea del Everest, siempre tuve clarísimo que el proyecto sería sin oxígeno, porque es la única manera que hay de subir los ochomiles. Si eres un deportista, los tienes que subir sin oxígeno, si eres un turista tienes la opción que quieras: contratas un sherpa, te pones oxígeno… Esa es tu opción. Por la experiencia que tengo –he subido por el lado norte en 1999 y por el lado sur en 2001-, la vía más segura para subir sin oxígeno es por el lado norte, porque por el lado sur desde la cima sur hasta la cumbre la arista es muy delgada, es muy fina y en determinados sitios solamente puede transitar una persona. Concretamente, en el Escalón Hillary hay que esperar si alguien está bajando, porque solo es posible ascender de uno en uno. Cuando uno va sin oxígeno, está más desprotegido respecto a los elementos y la espera puede ser complicada o incluso mortal. De hecho, hay una foto del año pasado de National Geographic que es desastrosa: hay unas ochenta personas que están entre el pie y la parte superior del escalón Hillary esperando su turno para resolver este pasaje. Alguien que va sin oxígeno, no se puede dar el lujo de esperar dos horas. Nosotros escogimos el lado norte porque la arista es bastante ancha y si alguien quiere adelantar o alguien quiere ir a otro ritmo, esa arista lo permite. Solamente en la parte final de la cima se juntan el lado norte con el lado sur.
«El helicóptero puede hacer que gente sin la menor experiencia se apunte a escalar el Everest o un ochomil».
¿Qué opinas de la evolución de los helicóptero de rescate en el Himalaya?
La evolución del helicóptero en el Himalaya, igual que las expediciones comerciales, tiene su lado bueno y su lado malo. Cuando vas a escalar a los Alpes, si tienes la tarjeta de rescate, sabes que si tienes algún inconveniente pegas una llamada y el helicóptero te rescata. Exactamente eso puede llevar a que gente sin la menor experiencia se apunte a escalar el Everest o un ochomil, porque sabe que en caso extremo tiene la asistencia de un helicóptero, que antes no había posibilidad, y te rescata. Eso, para mí, es jugar con fuego y con la llama muy alta, porque yo creo que en el tema de los ochomiles hay que seguir manteniendo el respeto de lo que son las montañas más altas. Desafortunadamente, con todo lo que he visto ahora, con mucho respeto para la gente sin experiencia que ha ido, me da la impresión de que tienen la idea de que subir a un ochomil es como irse al parque del Retiro, porque lo peor que te puede pasar es que te agotes, con lo cual te enchufas la mascarilla y el resto sale, y a eso le añades que puede haber un helicóptero que te puede rescatar hasta 7.700 metros y piensas “bueno, no hay ningún problema, compro el seguro que corresponda porque tengo un helicóptero que me rescate”. A mí me parece que hay demasiada irresponsabilidad en todo esto.
«Nunca he tenido que sufrir la angustia de un rescate a ochomil metros»
¿Cómo has vivido el intento de rescate de Juanjo Garra? Habías coincidido con él en alguna expedición…
Gracias a dios, nunca he tenido que sufrir la angustia de un rescate a ochomil metros, porque la situación es muy complicada y este caso lo demuestra. Desafortunadamente, Juanjo Garra, con quien tuve la oportunidad de escalar el Broad Peak en el 2007 con Edurne Pasaban, se fractura un tobillo y eso imposibilita que pueda bajar por sus propios medios al campo base, y deviene en su muerte. Esto es una muestra clarísima del riesgo que se corre en alta montaña. Con mucho respeto, cuando un futbolista sufre un esguince de tobillo en el campo, la asistencia es inmediata; cuando un atleta que corre una triatlón o un maratón sufre un esguince de tobillo, tiene la ambulancia. En el caso nuestro de la alta montaña, esta es la muestra; puede ser tremendamente crítico. Desafortunadamente, no hubo los medios, no hubo las condiciones sobre todo y le pasó esto Juanjo Garra. El tema de los rescates por encima de 7.500 metros sigue siendo una gran complicación. Por encima de esa altitud todo se vuelve demasiado difícil.