La primera ecuatoriana en alcanzar una cumbre de más de 8000 metros (Manaslu) y la primera mujer de América Latina en escalar la cara sur del Aconcagua (en el 2009), comenzó a integrar su vida a la montaña con tan solo cuatro años, cuando de la mano de su padre ascendió a la cima del Pasochoa (4260 m). Esta ecuatoriana de 30 años une su vida profesional y personal como guía de montaña, un trabajo que reconoce gratificarla especialmente.
Fue durante su estancia como estudiante en Francia, Carla es geoquímica, cuando aprovechó para desafiar por distintas rutas el Mont Blanc. Siempre dispuesta a descubrir las cimas más altas del mundo, ha realizado expediciones por numerosos países, su último y primer viaje al Everest ha sido el que más le ha marcado. La imposibilidad de llegar a la cima no ha mermado su ilusión de volver a intentarlo. Con Carla Pérez no hay que dudar que no será la falta de fuerza y pasión lo que le impida superar todos los retos que se proponga.
¿Cuándo empezaste a escalar?
Mi primer contacto con la montaña fue a los cuatro años junto a mi padre, quien me llevó a la cima del Pasochoa (4260 m.), una pequeña montaña en las cercanías de Quito. A los 14 años me inscribí en un club de montaña con quienes empecé a realizar mis primeras ascensiones a los nevados de Ecuador. Pero escalar propiamente dicho empecé pero en poca cantidad cuando estudiaba en Francia y en Ecuador en el 2008 para poder ir a la cara sur del Aconcagua.
¿Qué tipo de escalada te gusta más: deportiva, clásica, en roca…?
Disfruto mucho de todo tipo de escalada: muro artificial, roca, hielo, pero lo que más me gusta es la escalda mixta en grandes paredes en montaña.
¿Qué te aporta la escalada?
Escalar me da la oportunidad de vivir el presente, ese mismo instante, pasado y futuro pierden sentido. Además me ayuda a conectarme con mi cuerpo físico, mental y espiritual y a sentirme sencillamente feliz.
¿Dónde sueles escalar?
Vivo en Ecuador pero irónicamente en Ecuador no escalo mucho porque cuando estoy aquí me dedico a trabajar como guía. Pero he tenido la oportunidad de escalar varias veces en Perú, Colombia, Argentina, Estados Unidos y Los Alpes. además con el proyecto “Somos Ecuador” también hemos explorado otras cordilleras más lejanas (Tien Shan, Pamir, Alaska, Himalayas) en los últimos 3 años.
¿Sueles salir a escalar en grupo?
La mayoría de veces escalamos entre dos o tres. Con el proyecto Somos Ecuador hemos sido hasta cinco. Pero estoy abierta a todo siempre y cuando sea gente con la que me entienda bien. Para mi algo fundamental en la montaña son los compañeros de cordada.
¿Cómo ves el mundo de la escalada y el montañismo en Ecuador?
Se está desarrollando a gran velocidad, cada vez hay más gente que realiza escaladas más técnicas y propone cosas diferentes, esto gracias a que por un lado Iván Vallejo dio un gran paso en la historia nacional del montañismo y dio a conocer al gran público, y segundo gracias a la creación de la selección de escalada deportiva y el interés que va creciendo cada vez más hacia este deporte. Sin embargo el gran público sigue creyendo que la altura lo es todo para un montañista sin importar los medios que uses para conseguirlo. Por otro lado algo que me apena mucho es que la Federación de andinismo y escalada y los clubes buscan separar radicalmente y diferenciar la escalada deportiva y el montañismo, en lugar de unificarlos y permitir que surja gente polivalente, como lo es Ueli Steck, Simone Moro, Denis Urubko, Catherine Destivelle, etc. Todos son excelentes escaladores y montañistas a la vez. Pero todo es parte de una evolución y seguramente todo va para mejor.
¿Cuándo comenzaste a trabajar como guía de montaña?
En el verano de 2007. Pero en realidad soy master en geoquímica (estudié en Grenoble, Francia), profesión que nunca pude aplicar, porque en su momento en Ecuador se me cerraron las puertas para trabajar en esto y en ese momento yo solo concebía vivir en Ecuador. Así que empecé a guiar y a realizar muchos viajes y expediciones.
¿Qué es lo que más valoras de tu trabajo?
El descubrir las diferentes maneras de pensar que tiene la gente y el poder compartir con ellos los sentimientos generados en las ascensiones y en los viajes en general. Y sobre todo lo que más valoro creo es poder administrar mi tiempo como yo quiero y tú sabes que el tiempo es ORO.
¿Recuerdas algún momento especial en la montaña?
Uno de los momentos más especiales que he vivido en montaña fue la ascensión de la Pared Sur del Aconcagua con mis amigos.
¿El mejor momento de la experiencia en el Everest?
El mejor momento de la expedición al Everest fue cuando en medio de la expedición bajamos a descansar en el campo base chino y compartí muchos momentos con los tibetanos, esa gente y su cultura me fascina. También recuerdo con gratitud lo fuerte que estuvo el viento y cuanto me costó caminar con él durante toda la expedición, una vez inclusive me senté a llorar de lo duro que estaba. pero eso para mí es una gran experiencia y me hace sentir más humana.
¿Cuál es tu próximo reto en la montaña?
En otoño voy a Estados Unidos a escalar en roca, y para el 2014 por un lado esperamos se concrete una expedición con Iván y su proyecto “Somos Ecuador” y además si logramos conseguir los sponsors necesarios quisiéramos ir a la Patagonia en enero-febrero y volver a un ochomil bajo en el otoño para intentar rutas más técnicas. El Everest lo tengo en mente pero no se para cuándo se defina. Sea lo que sea a disfrutar de la montaña.