Expedición valenciana al Manaslu (8163 metros)
Seis estudiantes españoles no tuvieron mucha suerte en su expedición al Manaslu, la octava cumbre más alta del planeta con 8163 metros, cumbre con la que llevaban soñando más de dos años.
Los miembros de la expedición «Universidad Politécnica de Valencia» liderada por David Rosa, salieron de Katmandú el 31 de agosto en dirección al campamento base, pero de camino al campamento, el 3 de septiembre, vivieron lo que ellos llaman «una mala experiencia»: su campamento instalado en un pueblo llamado Soti, fue rodeado, sobre las 7 de la tarde de ese mismo día, por un grupo de terroristas compuesto por 200 Maoistas. El informe entregado al gobierno nepalí es bastante elocuente: «los terroristas nos amenazaron con armas de fuego, y tuvimos que entregarles todo nuestro dinero (unos 345 dólares). Colocaron una pistola sobre la cabeza del Sirdar’s (jefe Sherpa) obligándole a entregarles más dinero. Le golpearon y tuvimos que proporcionarle asistencia médica a causa de las heridas que presentaba en la cara. Nos obligaron a permanecer encerrados en el interior de nuestras tiendas durante toda la noche. Fue una de las peores experiencias de nuestras vidas.»
La expedición se trasladó en avión hasta Katmandú, para huir del peligro, informar a sus familias y amigos de la situación y para obtener más dinero y continuar con la expedición. Los afectados, pidieron al gobierno nepalí que se hiciera cargo de los gastos del billete de avión y, aunque este se negó, les propuso validar su permiso para una fecha posterior. El caso es que el equipo valenciano había puesto todo su empeño en esta expedición y no quiso cambiar las fechas.
Volvieron hasta el campamento base en helicóptero. Cuando estaban en Katmandú, entendieron que el gobierno les había prometido protección policial, aunque una vez llegados al campamento base, no encontraron ningún policía y el miedo a encontrarse de nuevo con los terroristas se instaló de nuevo. A pesar de todo esto, instalaron el campamento base el día 12 de septiembre a 4.850 metros, a los pies de la ruta normal, la cara noreste. Ocho días más tarde instalaron su primer campamento de altura, y al día siguiente, dos miembros de la expedición y dos sherpas alcanzaron su punto más alto, 6.100 metros, por debajo del emplazamiento habitual del campamento 2, antes de regresar de nuevo al campamento 1.
La noche del 21 de septiembre, el equipo tomó la decisión de abandonar su proyecto de ascensión al Manaslu, probablemente a causa de la presión de sus familiares, que les aconsejaron retirarse de la zona. Finalmente regresaron a Kathmandú, y desde ahí hasta Valencia, muy enfadados con la actitud del gobierno nepalí y bastante decepcionados con el desenlace de su desagradable y costosa experiencia en el Manaslu.
Expedición al Shringi Himal (7187 metros)
Una experiencia similar la vivió una expedición que se preparaba para ascender el Shringi Himal, de 7.187 metros, por su inescalada cara oeste, una cumbre situada al este-noreste del Manaslu, muy cerca de la frontera tibetana. El grupo compuesto por cuatro alpinistas británicos y uno sueco y liderada por el escocés Tony Barton, se encontraba a un día de camino del campamento base cuando vieron como se les acercaba un grupo de monjes budistas del monasterio situado por encima de ellos, encabezado por un lama (abad). El abad les informó de que no podían continuar con su ascensión, ya que en dicha montaña vivía su Dios. El Sirdar y el oficial de enlace, seguidos por el grupo de alpinistas trató de convencerle para que cambiase de opinión, persiguiéndole durante cuatro días por varios pueblos, aunque no sirvió de nada. Sin embargo, si que estaba de acuerdo en que escalasen la vía por su cara este, ya que la consideraba como una montaña distinta.
La expedición se dirigió entonces hacia la cara este en lugar de tratar de abrir una nueva ruta por la cara noreste, otra de las opciones. Instalaron su primer campamento de altura a los pies de esta cara, necesitando unos seis días para transportar todo el material desde la cara oeste hasta la este. El calor acompañó durante estos seis días y cuando Barton y otro miembro del grupo subieron a un cono de nieve que daba acceso al couloir, la goulotte se había transformado en una rampa por donde se desprendía una impresionante cantidad de hielo y rocas. Finalmente, 20 minutos de continuas caídas de piedras les hizo retirarse.
Incluso antes de que llegaran a su primer (y último) campamento de altura, situado a 5600 metros, pudieron comprobar como se desprendían rocas de las paredes que estaban por encima de ellos nada más darles el sol, sobre todo a partir de las 10:00 h de la mañana. El equipo se pasó un día entero repasando otras posibilidades de escalada por esta misma cara concluyendo que no había ninguna alternativa segura y que debían retirarse. Para colmo, cuando descendieron hasta el campamento base avanzado se encontraron con otra desagradable sorpresa: les habían robado material por un valor de 5000 dólares.
Una vez en el campamento base, tomaron la decisión de no volver nunca más a Nepal si el gobierno se negaba a correr con los gastos del permiso, ya que consideran inaceptable que les hubieran vendido un permiso para una montaña cuya ascensión está prohibida. De vuelta a Kathmandú enviaron una carta al Ministerio de Turismo, pidiendo la devolución del precio del permiso. La respuesta del Ministerio fue negativa, alegando que, a pesar de todo, habían podido escalar. Barton afirmó que probablemente volvería a Nepal para intentar otras cumbres, pero que estaba muy decepcionado con el desenlace de los hechos.
Liz Hawley