El alpinista canadiense Marc-André Leclerc era uno de los alpinistas más punteros de su generación. Sus 25 años parecían pedir la etiqueta de joven promesa, pero en realidad había firmado actividades que confirmaban su capacidad actual. “Leclerc solo tiene 25 años, pero está entre los más fuertes del mundo después de escalar en solitario la Torre Egger y la vía Corkscrew en el Cerro Torre”, escribía Reinhold Messner en su columna de opinión semanal del diario deportivo La Gazzetta dello Sport hace unos días, antes de que se confirmase su desaparición definitiva.
Él y su compañero Georges Johnson intentaban completar una primera ascensión por la cara norte en la torre principal del conjunto de las Torres de Mendenhall, en Alaska, y el pasado 5 de marzo fue la última vez que se supo de ellos, cuando Leclerc colgó una foto en su cuenta de Instagram junto al mensaje “Excepcional actualización desde aquí arriba”. En la imagen aparecía el Mt. Fairweather al fondo y el cielo estaba despejado.
«Hemos perdido a dos escaladores fantásticos»
Dos días después, cuando estaba previsto que concluyesen la actividad, no dieron señales, y a partir de ese momento se movilizaron helicópteros de recate para dar con ellos. El mal tiempo dificultó las labores y durante algunos días no fue posible sobrevolar la zona. Nueve días después de la última señal de los alpinistas, tras varias jornadas de búsqueda intermitente, las autoridades han declarado a Leclerc y su compañero oficialmente desaparecidos.
“Por desgracia, hemos perdido a dos escaladores fantásticos y yo he perdido un hijo del que estoy muy orgulloso”, escribía su padre en la página de crowfunding que se había habilitado para recaudar fondos para el rescate. “Marc-André era un gran hombre muy querido que ha dejado huella en muchas personas de diversas maneras”.
Un currículum sólido
Como apuntaba Messner en su columna, Leclerc había llamado la atención de la comunidad escaladora internacional por su actividad en los últimos años, que incluía actividades en solitario, big walls y proyectos alpinos. Sus dos logros estrella fueron la primera ascensión el solitario de la vía The Corkscrew en el Cerro Torre (2015) y la primera invernal, también en solitario, de la Torre Egger un año después.
Tampoco pasaron desapercibidos sus proyectos con otros alpinistas, como la primera ascensión completa de la cara norte del Cerro Torre o la Travesía del Oso Buda con Colin Halley en 2015. “Aunque técnicamente empecé a escalar a los diez años en el rocódromo cercano a mi casa, he sido escalador toda la vida”, contaba Leclerc de sí mismo en la página web de uno de sus patrocinadores. “De niño me fascinaban las montañas y las personas que las escalaban y pasé muchas horas subiéndome a los árboles o arrastrándome por el salón de casa como si estuviese en un pico”.
«La obsesión con el cronómetro y la velocidad es uno de los grandes detractores de las experiencias alpinas”
La última entrada de su blog personal la escribió en 2016 después de completar la primera ascensión en solitario de la Emperor Face, en el Monte Robson, por la vía Infinite patience (VI, M7). “Creo que la esencia del alpinismo recae en la verdadera aventura, y me alegré mucho de no haber llevado reloj para controlar el tiempo, pues la obsesión con el cronómetro y la velocidad es uno de los grandes detractores de las experiencias alpinas”, reflexionaba.
“Como joven escalador que soy no puedo negar que los medios y la cultura popular me han manipulado y que algunas escaladas que he hecho las ha modelado, de forma inconsciente, lo que la gente percibe que es importante en términos deportivos. A base de pasar tiempo en las montañas, lejos de la muchedumbre, del cronómetro, de las marcas personales y de las listas de récords, he sido capaz de seleccionar, poco a poco, lo que es importante para mí y descartar lo que no lo es”.
Mi mas sincero pesar. Cagontó,
Descansa en Paz compañero
Qué pena.