La modalidad de para-alpinismo cobra día a día más y más adeptos. La combinación de ascender una cumbre escalando y descenderla volando en parapente se está demostrando como una opción rápida y eficiente de moverse por las montañas. Lo atestiguaba Sebastián Álvaro con su travesía en los glaciares del Karakórum de este verano y se reafirma en ello otro nombre ilustre del alpinismo europeo, Ueli Steck, que realizó a mediados de agosto el enlace de tres de las más clásicas cimas suizas (Jungfrau, Mönch y Eiger) en menos de quince horas.
El alpinista suizo es un reconocido amante de las ascensiones exprés, que ha llevado a cabo alrededor del mundo y muy especialmente en el Himalaya, donde el año pasado protagonizó un impresionante récord en el Shisha Pangma, así como también en los Alpes, con ascensiones de relumbrón en el Eiger o las Grandes Jorasses. De todos modos, todas esas ascensiones habían sido realizadas por medios ‘convencionales’, sumados a una extraordinaria fuerza y motivación. “Volar significa algo completamente nuevo para mí”, señala Ueli Steck en su blog. “Necesitas mucha paciencia si quieres tener buenas condiciones para poder volar y escalar al mismo tiempo. Tenía esta idea de volar y escalar desde hacía mucho tiempo. Estoy contento de que haya funcionado”.
Condiciones perfectas
Las condiciones perfectas por las que Steck había tenido paciencia este verano se dieron el fin de semana del 18 y 19 de agosto, que “fue probablemente ‘EL’ fin de semana de este verano”, asegura el alpinista suizo, quien precisa que hubo “calor y un tiempo magnífico y en particular era estable sin ningún riesgo de tormenta”.
Ante esas condiciones el sábado se dirigió en compañía de Markus Zimmermann a tomar el tren del Schilthorn. Desde el Piz Gloria, realizaron un vuelo en parapente de unos 6 km a través del valle, que les dejó a unos 1.000 metros del refugio Rotal, donde iban a pasar la noche disfrutando de una puesta de sol maravillosa: “Hacía tiempo que no veía una puesta de sol tan brillante”.
Tras una corta noche, a las tres de la madrugada, ambos deportistas se hallaban ya a las puertas del refugio, con destino al Jungfrau (4.150 m), que querían ascender a través de la arista Rotal. Lo hicieron sin mayores contratiempos y a las ocho de la mañana desplegaban sus parapentes bajo unas condiciones de nuevo perfectas con algo de viento del noroeste. “Mi vuelo duró 27 minutos”, explica Steck, que señala que “aterricé en el el glaciar bajo la cara norte del Mönch, mientras Markus volaba en otra dirección hacia Wilderwil”.
Ahora en solitario, empaquetó su material de vuelo en la mochila y se lanzó a pie hacia la cumbre del Mönch (4.107 m) a través de la ruta Lauper. Un camino que recorrió en menos de dos horas. De nuevo, su parapente surcó el cielo de aquella parte de Suiza hasta encontrar un lugar donde aterrizar en medio del agrietado Eismeer a los pies del Eiger.
Final de fiesta en el Eiger y a cenar a casa
Allí, volvió a meter el parapente en la mochila y caminó una media hora hasta el refugio Mitellegi, donde “disfruté una comida decente: pan y queso de montaña. Simplemente genial después de las dulces barritas energéticas”. Unos minutos pasadas las tres de la tarde, alcanzaba la cumbre del Eiger a través de la arista Mittellegi.
Tras un breve descanso en una cima muy especial para él, Ueli Steck descendió a pie hasta el pilar Genfer donde extendió por última vez el parapente para volar hasta el parking Stechelberg, donde tenía su coche. “Mis piernas empezaban a estar cansadas y el vuelo hasta Stechelberg fue definitivamente menos agotador que hacerlo a pie”, señala él mismo. A las cinco de la tarde, daba por concluida su aventura de para-alpinismo, catorce horas después de haberla iniciado.