A sus 81 años Carlos Soria ha vivido otros momentos complicados en su vida, sobre todo en la posguerra, pero con seguridad este es el mas duro. En aquella época fue el hambre, ahora es un enemigo invisible.
A Carlos le cogió la pandemia pocos días antes de partir de expedición al Himalaya, a intentar su Dhaulagiri, esa montaña que sueña con ascender. En esta conversación nos transmite mucha energía, motivación, serenidad y ganas de luchar.
Sigue entrenando en su casa, aunque ha bajado el ritmo para estar lo mas fuerte posible. Y se hace alguna pregunta curiosa e interesante: «¿A qué altura muere ese maldito bicho?», ó también: «¿Qué frío es capaz de soportar?» Preguntas propias de un alpinista, que ve desde un punto de vista práctico si es posible acabar con el «bicho» utilizando la cámara hiperbárica o el congelador.
El encierro le coge en la casa de Moralzarzal (Madrid) a dónde marchó al jubilarse, una casa donde tiene, en el patio, su pequeña zona de entrenamiento. A ello dedica las mañanas.
Estar encerrado en su casa no significa que disponga de más tiempo pues -como siempre- tiene muchas llamadas de periodistas y amigos. Y muchas cosas por hacer. Aprovechar el tiempo ha sido siempre, además de la familia y la montaña, una de sus ocupaciones favoritas. Y sigue en ello.
A sus 81 años -como siempre- Carlos nos motiva, inspira y también nos saca, a lo largo de la entrevista, mas de una sonrisa.
Lo que nos enseña Carlos, además de que toca estar en casa y hacer caso a nuestros sanitarios, es que siempre hay que tener sueños. El tiene muchos y uno muy claro: «Quiero subir al Dhaulagiri». Será con 81 años, quizás 82… pero seguro que lo consigue.
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