El talento suele revelarse con una naturalidad incuestionable. La austriaca de 29 años Nadine Wallner lleva toda una vida dedicada al mundo del esquí de alto nivel. Sus máximos logros corresponden a la modalidad de freeride, en la que se proclamó campeona del mundo en 2013 y 2014.
La escalada ha sido para ella un pasatiempo tardío, que descubrió hace cuatro años. Desde entonces, ha sacado tiempo entre sus muchas obligaciones como esquiadora profesional para darle a la roca vertical e ir evolucionando. En mayo de 2018 encadenó su primer 8a y a principios de este 2019 consiguió resolver su primer 8b+ de escalada deportiva.
Nada de ello podía hacer prever que el pasado fin de semana se iba a convertir en la segunda mujer capaz de encadenar Prinzip hoffnung 8b/+ de escalada clásica en Bürser Platte (Vorarlberg). Con el material prestado de su amiga Barbara Zangerl –que se anotó la primera femenina de la vía en 2014–, a Nadine Wallner no le tembló el pulso a la hora de recorrer esta línea ya clásica de Beat Kammerlander.
Ella misma reconocía su sorpresa por ello en sus redes sociales:
Qué viaje, juego mental y experiencia ha sido el escalar esta referencia de Beat Kammerlander. Ha sido un duro proceso de aprendizaje y lucha a través de altibajos que ni siquiera sabía que existían en la escalada!
Lo cierto es que Nadine Wallner se ha dejado acompañar por buenos padrinos en su viaje por Prinzip hoffnung. No solo Barbara Zangerl y su compañero Jacopo Larcher han estado junto a ella como apoyo e inspiración, sino también el alemán Michi Wohlleben, con quien ha compartido trabajo en la vía y quien ya logró encadenarla días atrás.
Una vía muy psicológica
Más allá de la dificultad técnica, Prinzip hoffnung destaca por su enorme exigencia a nivel psicológico. Beat Kammerlander realizó la primera ascensión en invierno de 2009, después de eliminar los parabolts que su amigo Marco Wasina había colocado en la parte de abajo cuando la descubrió en 1997. Él extendió la línea hasta los 40 metros y la dotó del compromiso que la caracteriza: agarres precarios, apoyos para pies deplorables, pocas protecciones al inicio y potenciales caídas largas sobre micro stoppers son la horripilante receta de este “principio de esperanza” (significado de Prinzip hoffnung en alemán).
Lo que había nacido casi como una locura de Beat Kammerlander terminó convirtiéndose en una genialidad, a los ojos de una nueva generación de escaladores jóvenes. Sus sucesivos repetidores han sido básicamente veinteañeros ansiosos de aventuras en la vertical. Alex Luger fue el primero ese mismo año 2009. Luego fueron llegando Jacopo Larcher, Fabian Buhl, Barbara Zangerl… en una prueba de mérito para jóvenes que no están dispuestos a dejarse encasillar como escaladores deportivos.
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