De entre los característicos tepuys de la selva venezolana, quizás el Acopan se lleva la palma como el más frecuentado por escaladores de medio mundo. Sólo el año pasado, fueron noticia hasta tres nuevas rutas abiertas allí: MadinaWei de los españoles Adolfo Madinabeitia y Wei Delgado, Purgatory de los eslovenos Luka Krajnc y Matic Obid, y Los sobrevivientes del ego de los venezolanos Oliver Sevcik, Freddy Espinoza, Jorge Ferreira y Santiago Fauquie.
También en esa misma temporada estuvieron en el Acopan los americanos Jeremy Collins y Pat Goodman, junto al local José Miranda, intentando una nueva línea de 11 largos verticales y desplomados que al final se les resistió. Abrieron cuatro largos antes de quedarse sin tiempo de más y regresaron a la base de la pared con un dedo roto (Goodman) y esguinces en ambos tobillos por una caída (Miranda). Aquella tentativa, además, generó críticas por el estilo utilizado: “En contra del estilo, ética y visión de la escalada tepuyera, esta cordada se dedicó a taladrar y tallar la pared”, decía Jorge Ferreira a Desnivel.com.
A la segunda va la vencida
Con la lección bien aprendida, la cordada incorporó este año también a James Q. Martin. Primero tuvieron que superar las dificultades que se encontraron a su llegada a Ciudad Bolívar para acceder hasta Yunek por culpa de los conflictos causados por las protestas de los pueblos indígenas contra la minería ilegal. Una vez allí, se dirigieron hasta la pared y retomaron el trabajo en la vía, inicialmente Pat Goodman y José Miranda remontaron hasta el punto más alto alcanzado el año anterior haciendo frente a los estragos causados por la vegetación. En ese punto más elevado de la pared montaron su campamento.
Por encima, la escalada es expuesta y algo desplomada, sobre roca arenisca roja y rosada de buena calidad. Jeremy Collins y James Q. Martin tomaron el relevo y avanzaron por terreno desplomado ganando metro a metro durante tres días más. Finalmente, se reunieron todos para realizar el ataque a cumbre a través de un itinerario con dificultades situadas generalmente en un grado 5.11 (en torno al 6c o 7a), con ciertos alejes y buena roca. Destacan el L6, que bautizaron como “El largo más bonito del universo”.
Intento de liberación
Con la ruta terminada hasta arriba, regresaron a la parte baja de la pared para intentar liberar los dos largos clave (L2 y L4) de la ruta, ya bautizada como In gold blood. El primero de esos largos clave presentaba sus movimientos más exigentes defendidos por un nido de avispas, que Pat Goodman esquivó en su intento, que terminó con caída poco más adelante cuando se le rompió un agarre. Según su estimación, tendría una dificultad en libre de 5.13a (7c+), con tres pasos de 7A/7A+ de bloque.
A continuación, Jeremy Collins realizó un intento sobre el L4, con una dificultad estimada de 5.12c (7b+), con escasa protección aunque bastante sólida. En este caso, el cansancio pudo con él a pocos movimientos de la reunión, con lo que ambos largos esperan la liberación.