Cinco mujeres de diferentes partes del mundo, Chile, EEUU y España, pero con muchas cosas en común. Todas sentimos una gran pasión por la montaña.
«Hemos viajado de diferentes lugares, cercanos y lejanos, buscando lo mismo»
Algunas somos guías, otras porteadoras o ambas cosas. Son trabajos duros, sobre todo en la Patagonia, ya que el clima es muy adverso y durante la temporada de verano la exigencia es alta. Pero ninguna se queja, ya que les permite rodearse de lo que más aman, los grandes espacios naturales.
Cuando caminan con sus clientes llevando su carga, mientras recorren sus valles explicándoles su historia, miran de reojo las Torres y se imaginan en sus cumbres. Por eso, cuando la meteorología lo permite, están dispuestas a dejar su pega (su trabajo) por estar ahí, y poder escalarlas.
Hemos viajado de diferentes lugares, cercanos y lejanos, buscando lo mismo. Un estilo de vida diferente, una vida que nos permita disfrutar de lo que más nos apasiona. Cuando el sol llegue queremos estar lo más cerca que podamos de las Torres del Paine y su granito rojo, “el granito de los sueños”.
Camila Monsalve “Cami”, escaló «Taller del Sol» (6a, 600 m)
A la Torre Norte junto con su compañero Romano Marcotti
“…Para mí escalar en ese mar de granito que son la Torres es una experiencia única que fortalece el cuerpo, la mente, el espíritu y el coraje. Entender, en la realidad, que la dedicación es un camino directo a vivir tus sueños. Y que a lo que más deberíamos temer es a lo que no nos atrevemos a hacer. Un día te das cuenta de eso y estás haciendo equilibrio en lo más alto de un filo de roca. Que te dice lo pequeños que somos, pero lo grande que nos podemos llegar a sentir” (Camila Monsalve).
A Cami la conocí en el vivac de la base de la Torre Norte. Ellos subieron a dejar un porteo de material al pie de su vía. Tuve la gran suerte de compartir con ella, en ese marco incomparable, risas y experiencias. Me contó que era su segundo intento a la ruta y que esta vez iban decididos, y con todo, para hacer cumbre. Preparados para dormir en pared y aprovechar al máximo esa ventana de dos días.
Le pregunté por el famoso off-width de su vía, uno de los largos clave. Ella me contaba que ya le había tocado escalarlo la otra vez y que su fama era bien merecida. Cuando hablaba podía ver en sus ojos aquel monstruo, aquella fisura ancha, demasiado ancha para empotrar algo que no sea tu propio cuerpo.
Durante mi vida de escaladora me he enfrentado a largos que después de haberlos escalado, no me imagino tener que volver a pasar por ellos. Y sinceramente, no sé si volvería a ser capaz. Es algo muy mágico, yo los llamo breves instantes de inspiración, donde la creatividad y la fuerza interior luchan juntas, para superar todos los miedos.
Saber que Cami, conscientemente, al día siguiente volvería a enfrentarse a ese off-width, a un largo así, me hizo admirarla profundamente. Para mí siempre será la fuerte escaladora de la Taller del Sol.
Karla Barria y Antonia Aldunate “Anto” escalaron la Ruta Monzino a la Torre Norte (V+, 400 m)
Junto a su compañero Juan José Mayorga
“Fue un regalo. Es un privilegio poder escalar una de las torres del Paine. Me sentía afortunada de todo lo bello que estaban viendo mis ojos, y de estar sintiendo toda esa energía. Es difícil describir tantas emociones pero estaba re-contenta por estar avanzando en mis sueños y desbloqueando etapas. No pensar mucho y darle, disfrutando el momento. El otro día anduve porteando al mirador base torres y las veía ahí tan hermosas que me daban unas ganas tremendas de estar metida en sus fisuras. Hay que aprender a tele transportarse. Igual algo de mi sigue ahí y me quede por allá.” Karla Barria.
Karla es de Punta Arenas pero vive en Puerto Natales desde hace un par años. De pequeña estaba alucinada con el Paine, con las Torres, con las montañas. Lleva la Patagonia en la sangre. Así que decidió ir a vivir allá donde pudiera ver el Paine Grande desde su ventana. Este último mes se le han acercado muchas personas a felicitarle por ser la primera magallánica en escalar una de las Torres del Paine.
A Karla lamentablemente no me dio tiempo a conocerla en las Torres, porque tuvo que bajarse a prisa, ya que al día siguiente tenía que portear. Hizo cumbre el día 4, bajo y camino sola todo el valle del silencio hasta la Central, allí recogió su carga y le dieron algo de fruta para poder seguir rumbo al Serón. “Sentía que la escalada terminaba en el Serón” me explica. Pero no terminaba allí porque, sin descansar, al día siguiente tenía que trabajar como porteadora realizando la ruta de la O. Durante cinco días con largas etapas de caminar con carga: Serón-Dickson-Perros-Grey y Paine Grande. Toda una guachita guerrera.
A quien si tuve el placer de conocer fue a su compañera de cordada, Antonia. Primero la escuché, cantando y tocando su charango en la cumbre de la Torre Norte. Mientras escalábamos una música deliciosa hacía eco y resonaba en todo el valle, que dejo de ser silencioso para llenarse de notas y sonidos.
No entendíamos de donde procedía esa hermosa melodía. Ni como alguien había podido llevar la música a ese rincón tan alejado del mundo. Hasta el día siguiente, cuando nos reunimos en el vivac de la Playa donde la conocí. Y allí la música de Anto me caló hasta los huesos. Tocaba su charanguito y cantaba con la voz de las montañas, dibujando colores en el viento. Mientras mi alma ensanchada la escuchaba, las lágrimas del cielo me mojaban las mejillas y se mezclaban con la lluvia que brotaba de mis ojos.
Antonia con su energía vibrante me recordó que: “Lejos de ser escaladoras y habernos encontrado en el silencio, ese momento nos va a unir para siempre, ¡hueon!. Y nos vamos a encontrar de nuevo y vamos a volver a compartir experiencias. Ojala podamos compartir escaladas y más momentos tan lindos”.
Ahora mismo, está en Cochamó, aislada e incomunicada escalando el Monstruo, un impresionante Big Wall de granito. Fluyendo y apagando su linterna para apreciar la vida a la luz de las estrellas. Como canta en las bellas canciones que compone desde lo más profundo de sus emociones:
“Fluye por los ríos de la vida como un cóndor, que vuela bien alto y bien arriba. Que nada te detenga. Huye de lo armado, lo planeado, que las reglas están para quebrarse. No hay un solo destino, tú compones tu camino. Fluye y vibra con la frecuencia de la tierra. Día a día, paso a paso. Entregando todo lo que sé y quiero enseñarlo. Sí, construyo con orgullo este mundo con el que a veces sueño. Observa, apaga tu linterna y aprecia la vida a luz de las estrellas” (Antonia Aldunate).
Paloma Farkas, escaló la ruta ruta Británica (6b/A2, + 800 m)
Junto a Michael Pedreros “Mija” y su hermano. Por encima Jaime de la Lastra y Felipe Bishara
“Para mí las Torres significan mucho, son icónicas, me inspiran y siempre han sido un gran sueño y una gran meta poder conocer sus cumbres. Poder escalar la Torre Central fue una sorpresa, pensaba que sería una ruta que escalaría en el futuro. Pero escalarla en mi primer año en Patagonia fue algo increíble.
Sobre todo me gusto el Diedro Rojo, con sus hermosas fisuras y el granito rojo de los sueños. En la cumbre sentí muchas cosas. Satisfacción y alegría por haber llegado allí con nuestra cordada, nuestro equipo tan lindo. Con tan buena energía. Y me sentía muy agradecida por todo, por la experiencias que he sumado en mi vida y que me han conducido a escalar una Torre en el Paine.
Escalar en la Patagonia es una cosa diferente, estamos muy lejos. Tienes el factor de que si te pasa algo el rescate es casi imposible. Así que tienes que tener siempre eso en mente cuando escalas ahí. Hay que tener mucho respeto y humildad porque el clima es súper difícil, siempre está cambiando, es difícil de interpretar. Nunca sabes cuándo podría venir una tormenta y si llega alguna quedas atrapada en dOnde estés escalando.
Lo más importante de mi vida es la escalada, me da la mayor alegría y felicidad. Escucho mi corazón que me pide eso y siempre elijo escalar por delante de otras decisiones. De hecho para la escalada de la Torre central, tuve que dejar mi pega (mi trabajo) para poder aprovechar esa ventana tan increíble que nos regaló la Patagonia”, (Paloma Farkas).
A Paloma antes de conocerla la vi, ya que escalaba por encima nuestro con el grupo grande de Felipe y sus amigos. Pensé que era muy valiente por haberse atrevido a meterse en una pared así, en una ruta así y la admire por la garra con la que peleaba cada largo. Luego la conocí en la R14 de la vía, ellos rapelaban muy felices después de hacer cumbre y a nosotros todavía nos quedaban unos largos para llegar a ella. Recuerdo que me sonrió y me dijo que el largo que venía era una fisura muy bella, y yo le sonreí de vuela, feliz porque me tocaba a mí escalarlo.
Paloma, nació en Seattle (Washington), empezó a escalar cuando era una niña. Y este año decidió viajar hasta el sur del mundo e ir a trabajar a Patagonia para estar cerca de las montañas que tanto le apasionan. Así que fue su primera temporada como guía de montaña en las Torres del Paine. Después de la experiencia, estoy segura de que le seguirán muchas más. Y continuará ascendiendo esas Torres de granito que tanto le atraen.
Creo que a las dos, aunque no fuéramos juntas, nos gustaba sentir esa presencia femenina en la pared. Días más tarde Paloma me diría: “Fátima, fue bacan ver a otra mujer fuerte allí, equipando los largos más duros de la ruta y trayendo tu energía tan positiva a la pared”
Y esto sirve de presentación para la quinta mujer que soy yo, Fátima Gil, quien escribe apasionadamente estas líneas. Escalé la ruta Británica a la Torre Central, junto con mi compañero Diego Hernández. Y si os pica la curiosidad podéis leer mi aventura completa en “Patagonia hasta la Raíz”.
Para mí ha sido un placer y un honor conocerlas y compartir sus experiencias. Mostrar la incomparable y especial visión con la que miran el mundo que nos rodea. Mujeres admirables, artistas, que me han impresionado, de las que he aprendido y a las que he llegado a querer. Mujeres guerreras persiguiendo sus sueños y con las que me ataría, sin dudarlo, al otro lado de sus cuerdas.
- Etiquetas: Torres del Paine
Pues al principio no he leído el escrito porque me parecía que iba a ser un poco moñas, pero luego al final me he animado y oye, me ha gustado. Está bien dar visibilidad a las chicas en el alpinismo, y más a esas chicas locales que se meten semejantes palizas. Bajar de una escalada así para largarte directamente a portear no es algo que creo que sepamos muy bien lo que supone. Quizás, nuestros abuelos, acostumbrados a una vida físicamente mucho más dura, hacían cosas de ese tipo. Pero ahora, no, creo que la mayoría somos muy blanditos.