Marcel Remy nació en febrero de 1923 y tiene 94 años. 1923… Imaginad, el año en que el arqueólogo Howard Carter descubría el sarcófago de Tutankamón, el año en que el Tratado de Lausana (precisamente donde nació Marcel) definía las fronteras de la Turquía moderna y también el año en que España comenzaba la dictadura de Primo de Rivera tras su golpe de estado. Ha pasado casi un siglo del nacimiento de –casi con total seguridad– el escalador activo más longevo de la historia.
Marcel nació en el seno de una humilde familia de ganaderos y pastores de las montañas del los Alpes suizos. Su padre, además, trabajaba en el ferrocarril. Un suceso trágico marcaría su infancia cuando un alud destruyó parte de su casa, matando además a su madre y a su hermana. Él veía que la gente de la ciudad viajaba a sus montañas para escalar y caminar y muy joven se interesó por el asunto.
A la vez que Marcel escalaba y descubría los Alpes, sacaba adelante a su familia gracias a su trabajo, también en el ferrocarril. Desde muy temprano llevó a sus hijos al monte y estos heredaron su pasión. De hecho, Claude e Yves Remy fueron y son unos activos escaladores y aperturistas de paredes por toda Europa (las cuentas dicen que han inaugurado más de 15.000 largos), además de excelentes divulgadores gracias a las guías de escalada que publican regularmente.
La última escalada de Marcel, la del Miroir de l’Argentine (450 m, 12 largos, V?), el 22 de agosto, ha despertado admiración en la comunidad escaladora e, inevitablemente, nos ha hecho recordar a Ricardo Cassin, quien, con casi 80 años, repitió algunas de sus grandes aperturas de la juventud, como su vía al Piz Badile con 78. En realidad Marcel (quien vive solo pero cerca de sus hijos) escala asiduamente e incluso ha celebrado sus últimos cumpleaños en las escuelas griegas de Kalymnos y Leonidio. En verano hace rutas fáciles en roca con Claude y en invierno realiza ascensiones cortas unas tres veces por semana.
Enhorabuena, Marcel.