Este domingo Carlos Suárez y Darío Barrio escalaron la Aguja Negra, en Los Galayos para luego hacer un Salto Base desde su cima. Carlos soñaba desde hacía tiempo con saltar en Los Galayos. Su ilusión era hacerlo desde el Torreón, no solo por ser la cima más emblemática, sino también por la historia de su primera escalada. De chaval, en Peñalara, su club, había conocido a Teógenes Díaz, el gran protagonista de aquella escalada, a quien le hubiera gustado dedicar el salto. Con este objetivo ascendió en dos ocasiones a la cima del Torreón de Los Galayos (en una ocasión con Darío Barrió), pero vio que desde allí era imposible pues no había altura suficiente para hacerlo con seguridad.
En su búsqueda encontró un lugar perfecto para hacer un Salto Base: La Aguja Negra, un lugar donde había un punto con unos doscientos metros -aproximadamente- de desplome. Hasta allí ascendió este domingo acompañado por Darío Barrio. En la cima no había viento, las condiciones parecían excelentes. Carlos Suárez fué el primero en saltar. Ya en el aire, al sobrevolar La Apretura, encontró vientos complicados, y tomó la decisión de intentar aterrizar lo antes posible. En aquel momento valoró situaciones vividas por otros saltadores que en momentos similares optaron por seguir. El aterrizaje fue muy brusco y el impacto que sufrió Carlos, sobre todo en la cara, muy fuerte. Por suerte, aunque con lesiones importantes, no sufre daños en ningún órgano vital y tampoco lesiones graves que le puedan traer secuelas. Eso sí, tiene un fuerte muy golpe en la cara con fractura de mandíbula, también de tres costillas, y numerosas contusiones.
Rápidamente la gente que se encontraba en el refugio acudió a auxiliarle. Y fue recogido por el helicóptero de los bomberos de Castilla y León que le trasladó a Arenas de San Pedro. En estos momentos se encuentra hospitalizado en Madrid donde en los próximos días será operado de las lesiones que tiene en la cara. Hemos hablado con el, se muestra muy positivo, y solo lamenta el no poder participar en la expedición que iban a realizar a Groenlandia. Partía el próximo día 17 y en ella le acompañaban, entre otros, Alex Txikon y Darío Barrio.
Carlos nos insiste en lo importante que hubiera sido poder saltar del Torreón, para recordar la figura de Teógenes Díaz, a quien tuvo la suerte de conocer. Y que también era consciente de la peligrosidad para el vuelo de Los Galayos, pues conocía los accidentes y «emocionantes» experiencias que en este lugar vivieron los escaladores que fueron precursores en el parapente, como Jesús Gálvez ó Ramón Portilla.
También hemos conversado con Darío Barrio que saltó y vivió en directo el accidente. Así describe lo ocurrido:
“Carlos saltó primero y tuvo un aterrizaje muy brusco. En el aire había unas condiciones pésimas. Un viento térmico, encañonado… Desde la salida pude ver el golpe de Carlos y que no se movía. Pero enseguida llegó hasta él gente que se encontraba en el refugio, y me dijeron que «estaba bien».
Decidí saltar también. A pesar de ir con un paracaídas ¡me subían las ascendencias! Sufrí unos golpes del viento muy fuertes, los mismos que tienes a veces cuando vuelas en ala delta, pero en este caso con poca altura y sin tener una buena zona para aterrizar. Me resultó muy difícil controlar mi campana y tuve la suerte de poder aterrizar en el camino, bastante más abajo de donde lo había hecho Carlos, y que no me pasará nada.
Carlos vio que el viento estaba muy rafagoso y tomó la decisión de aterrizar lo antes posible. Yo tuve suerte y el no la tuvo. Tengo mucha experiencia en Salto Base y nunca he tenido nunca un salto tan complicado.
Desde que aterricé hasta que llegué a donde estaba Carlos tardé una hora yendo a paso muy rápido. Tuve la suerte de encontrarme con alquien que bajaba y que me dijo que Carlos estaba bien. Cuando llegué le abracé con gran alegría pues me esperaba lo peor. Es un salto que hemos abierto y que creo nadie va a repetir pues es muy complejo. Abajo hacía sol, pero empezó a generarse tormenta y un viento muy complicado.
Lo importante es que Carlos está bien, no ha sufrido daños en ningún órgano vital. Lo peor es el golpe que tiene en la cara, la mandíbula rota, dientes rotos… le tiene que operar el cirujano maxilofacial. Creemos que no le van a quedar secuelas. Carlos se muestra muy positivo. Su estado anímico es increíble: aún se planteaba ayer ir con nosotros a Groenlandia, lógicamente no a escalar, pero sí a vivir nuestra experiencia y vernos saltar. Hoy los médicos le han explicado que es imposible. Lo importante es que está bien y que parece no tendrá secuelas.
Carlos llevaba casco con barbuquejo -no es integral- y aún así ha sufrido el impacto en la cara. El barbuquejo seguía puesto tras el accidente, el casco no se lo quitaron hasta no llegar al hospital.
Ese salto no se había hecho nunca. Un salto consta -principalmente- de dos partes: de un despegue y un aterrizaje. Y en Galayos no hay un buen aterrizaje. A Carlos le hacía mucha ilusión saltar allí. Es un salto complejo. También por las condiciones atmosféricas. Ha habido un factor de suerte. Yo la he tenido y él no la ha tenido. Yo me fuí más abajo, pero si en vez de aterrizar, como me coincidió, en el camino, me toca aterrizar veinte metros antes o después hubiera tenido problemas serios.
El año pasado subimos al Torreón de los Galayos para saltar pero ya en la cima vimos que no era posible. Carlos es una persona que tiene muchísima experiencia en salto base.
Lo que más le está doliendo es que tenemos el proyecto de Groenlandia a diez días. Todos le hemos puesto mucha ilusión, pero el le ha puesto mas, estaba entrenando todos los días. Y ya no va a poder. Y el resto, aunque iremos, tendremos que ir con un planteamiento distinto pues el era el líder de la expedición».