Aunque la introducción de este artículo no responde a ningún caso real que yo conozca, bien pudiera tratarse de un triste episodio acontecido en cualquier escuela. ¿En cuántas vías nuestros tobillos corren un serio peligro de fractura incluso chapando la segunda cinta? Unas veces por negligencia de ese equipador que quiso dar «ambientillo» a su ruta que había ensayado 30 veces en top-rope; otras por la morfología de la vía, que no nos permite parar en ningún canto precario a chapar, e incluso por la mala calidad de la primera franja rocosa, en ocasiones llegar a los primeros seguros de una vía friqui se convierte en toda una aventura.
Pero, a pesar de que muchos digan (a veces con razón) que los escaladores deportivos no tenemos cerebro, a base de tortazos se nos han ido ocurriendo inventitos para no hacer el ridículo y acabar espolvoreados a pie de vía con la cuerda en la mano, el culo morado y echándole la charla al asegurador: «¡Tronco, es que me has dado un tirón que no veas!».
Primero nos dimos cuenta de que si nos subíamos a los hombros del compañero… ¡milagro!, a veces llegamos a la chapa; luego comenzaron los malabarismos, y todos a perder una hora intentando ensartar la cuerda al vuelo en la cinta, y ya, en el colmo de la alta tecnología, aparecieron las «cañas de pescar» salvadoras, que, dicho sea de paso, para algunos constituye una auténtica herejía
Pero estudiemos detenidamente cada uno de estos grandes avances para la humanidad.
Sesión de acrobacia
Como hemos dicho, aunque se trata de un descubrimiento sencillo, en su momento causó un gran impacto. Fundamentalmente consiste en subirse a la rodilla, las manos, los hombros e incluso la cabeza de nuestro asegurador, todo dependerá de la distancia a la que se encuentre la primera chapa, la estatura de los escaladores y las dotes de equilibrio de ambos.
Aunque en principio parece una técnica fácil, más de una vez he visto auténticos desastres al salir rodando la pareja cuesta abajo envueltos en un manojo de cuerda y cintas. Se pueden usar los agarres de la roca para ayudarnos en la subida y descargar algo de peso. Hay que tener cuidado en coser bien. Lo mejor, una vez que hayamos chapado, es bajar agarrados a la cuerda para no deslomar al de debajo. Abstenerse de usar esta técnica escaladores afectados por papilomas, hongos y/o hedor a cabrales insoportable en sus pinreles.
Un pequeño palo para el escalador, un gran paso para la humanidad
Al igual que el descubrimiento de la rueda primero, y el del fuego después, el ayudarnos con una herramienta para este fin hizo pensar a los científicos que, posiblemente, éramos algo más que monos o que, por lo menos, nos habíamos encaminado hacia la evolución de la especie.
Buscamos un palo (¡por favor, no lo arranquéis de ningún árbol!), cuanto más largo, rectilíneo y firme mejor, y le ensartamos (encajándolo en la cinta o con un poco de esparadrapo) el mosquetón recto del que cuelga el resto de la exprés. A este mismo mosqueta, si no se queda abierto por sí solo –lo más normal–, se le añadirá un palito que bloquee el cierre. El curvo deberá llevar la cuerda pasada (ojo en qué dirección la ponemos). Al colar el invento en la chapa, se tira del palo y ¡ale, a dar pegues! Lo normal es que el inventito que traba el cierre del mosquetón se quede encajado en el gatillo, por lo que debemos subir agarrados a la cuerda, o mejor aún asegurados, para dejar la cosa en condiciones.
Las ventajas de este sistema son el precio y el toque ecológico-rural del conjunto; por contra, resulta casi imposible practicarlo en algunas zonas de los desiertos americanos y africanos (no hay árboles), a no ser que nos llevemos una batuta de 2m encontrada en algún bosque atlántico, algomuy útil si luego queremos pescar, saltar a la pértiga o darle unos garrotazos al asegurador si nos ha dejado caer 30 o 40 metros más de la cuenta.
La llegada de la era atómica
Los tiempos cambian, la ciencia avanza y los escaladores, sorprendentemente, hacen uso de los nuevos descubrimientos. Llamado en América Stick clip, el bastón telescópico para chapar se está convirtiendo en el arma indispensable de cualquier escalador que quiera vacilar en su escuela. ¡No importa que el primer seguro se pueda chapar de puntillas desde el suelo, es nuestro deber sacar el bastoncito dichoso y demostrar que la escalada viaja en el tiempo paralela a los grandes avances!
El Stick clip se comercializa en otros países, pero, que yo sepa, no existe ninguna tienda de material en España donde obtenerlo. No os preocupéis, muchos de los que se ven en la escuelas de nuestro país son artesanales; tan sólo necesitas un artilugio extensible (puede ser un bastón de esquí telescópico viejo –aunque quizá resulte demasiado corto–, un alargador de rodillo o brocha, e incluso ¡el fantástico plumero Buster! de la tele –tened cuidado de que no sea muy endeble–).
A éste le añadiremos en su extremo un soporte para el mosque, como una pinza de batería de coche, (mejor si usamos un mosqueta que se quede abierto y, tras un toque, se cierre). También se le puede acoplar un ganchito que sujete la cuerda.
Este invento se ha revelado tan práctico que lo normal en muchas escuelas es subir con la caña hasta el descuelgue para montar un top rope. Algunos comienzan a dar la voz de alarma aludiendo que se ha acabado el respeto por los «cañonazos». ¿Será la solución empezar a equipar a una distancia tal que ningún bastón sea capaz de llegar de seguro a seguro? ¿Se inventará entonces el «gancheto chapador»?
Trucos para ensartar
En algunas ocasiones las cintas se encuentran previamente colocadas en sus chapas, pero nos queda pasar la cuerda. Existen varios métodos para colarla desde el suelo:
– Con cualquiera de los métodos anteriormente explicados.
– Si nos descolgamos por la vía y queremos dar otro pegue, lo corriente será sacar la cuerda de la segunda, e incluso la tercera, cinta para que al tirar de ella caiga el cabo salvador con la primera chapada. Aquí funciona una ley: cuanto más frío haga y más fuerza lleve la cuerda, más probabilidades existen de que ésta nos caiga como un látigo sobre nuestras orejas.
– Otra opción consiste en pasar una cinta exprés a modo de guía: cuando nos descolguemos, a la altura de la segunda cinta, pasar el mosquetón recto por el anillo del arnés y el curvo por la cuerda que pasa entre la primera y la segunda cinta. Al llegar al suelo, bastará con tirar del cabo preciso para que se nos quede chapada la cuerda. Lo mismo para dejar chapada la segunda, la tercera… ¡menudo morro, eh!
– Dejar varias cintas en el primer seguro hasta que nos dé para chapar desde el suelo es uno de los métodos más sencillos.
– Por último, un juego divertido consiste en agarrar la cuerda con las manos, un cabo en cada una, y tratar de ensartarla de un latigazo, calculando, eso sí, la distancia y la fuerza precisa. Se trata de una buena excusa para no escalar –exactamente la número 345 del Manual del Moña– y pasar horas bobas apostándonos bollos a ver quién es el primero en conseguirlo