Las causas del éxito de Margalef como gran zona de escalada son muchas. Las evidentes: buena y mucha roca, buen clima, encontrarse en ese meollo de escaladores que es la sierra de Pradacames y el Montsant y contar con centenares de vías bien equipadas y decenas de sectores para todos los públicos. Y otra fundamental: contar con el respaldo del municipio, sus habitantes y el Ayuntamiento, dando ejemplo de beneficiosa simbiosis entre escaladores y vecinos. Sumemos a esto la proyección internacional que, temporada tras temporada, aportan los encadenamientos punteros de Chris Sharma, Dani Andrada, Iker Pou…
La última aportación de Margalef ha sido el nuevo refugio-albergue de juventud, bautizado como El Racó de la Finestra, en honor a uno de los mejores sectores de la zona. El Ayuntamiento ha cedido el local, ha hecho las obras y le ha encargado la gestión a Jordi Pou, guarda del antiguo refugio y el principal responsable de que Margalef se encuentre en el “top 5” de escuelas españolas con categoría internacional. Hemos hablado un rato (corto, porque nos cuenta que nada más abrir ya tiene el albergue a tope) con él.
Jordi, ¿cuánto tiempo llevas en Margalef y cuánto tiempo con el refugio?
Ya son 16 años los que han pasado desde que llegué aquí, y los mismos en el refugio ya que el inicio del equipamiento lo compaginé con el acondicionamiento del refugio.
¿Cómo fueron los comienzos de la escuela?, ¿cómo veía la gente del pueblo a los escaladores?
Tuvieron que pasar muchos años para que Margalef fuera un lugar bien considerado dentro del mundillo de la escalada, costó mucho que se mirara con buenos ojos, fueron tiempos difíciles. Los escaladores fueron bien vistos por la gente del pueblo desde el primer día, no se podían creer que estas rocas pudieran hacer venir a gente de tan lejos.
Ahora Margalef es una de las escuelas más internacionales, ¿cómo afecta esto al municipio?
Esto afecta en gran medida. Podemos hablar de un antes y un después muy diferenciado después del reconocimiento internacional como zona de gran calidad. Ahora es un pueblo turístico de montaña, con todo lo que implica en cuestión de beneficios económicos, y también ha ayudado a que el municipio pueda emprender otro tipo de gastos, como por ejemplo el de la gestión de los residuos.
En general, ¿cómo es ahora la relación entre escaladores y los margaletís?
La relación entre habitantes y escaladores es excelente.
¿Contribuye el Ayuntamiento al equipamiento, gestionar el uso de rocas en fincas privadas, mejorar accesos…?
Hay que pensar que gracias al Ayuntamiento Margalef ha crecido como zona de escalada. No ha habido contribuciones para equipamientos ni subvenciones para material, pero se pone todo el empeño en permitir la actividad, la acampada controlada, mejorar accesos (acaban de asfaltar la pista de Espadelles), la construcción del albergue… Y ahora hay muchos proyectos volcados en la escalada: mejorar las zonas de acampada, contribuir en equipamientos. En el Ayuntamiento no hay ninguna duda de que la escalada es y será un beneficio para Margalef.
¿Cómo se ha gestado el nuevo refu?
El nuevo albergue ha sido un proyecto llevado a cabo por el Ayuntamiento, que ha sido quien ha construido el local, y luego yo lo he convertido en albergue. Y claro, lo gestionaré yo mismo.
Con tanto éxito, ¿hay problemas de masificación?
Hay fechas en que la afluencia a la escuela es muy alta, y desde el Ayuntamiento se trabaja para minimizar los problemas ocasionados por la falta de servicios adecuados, y se van a mejorar los temas de estacionamiento de furgonetas y acampada. El tema basuras es un problema cada vez más grande, y desde aquí pedimos más civismo.